Prólogo

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En Inglaterra hubieron cambios que harían su política más efectiva y sencilla, y, por lo visto en los años, todo un éxito tuvo aquel sistema. Las principales ciudades se convirtieron en reinos y por tradición había un rey y una reina que se encargaban del estado de su pueblo.

El pueblo no era igualitario, habían normas que respetar al igual que el número de su casta; lo más bajo eran los Ochos y el más alto los Unos, los cuales eran los reyes, desde ahí comenzaba a descender a la máxima pobreza.

Había un príncipe que tendría que ser el siguiente heredero de la corona y del reino Holmes Chapel. Tenía que elegir a su princesa, pero este reino era un caso especial: el príncipe era homosexual y estaba en contra del casamiento con una mujer que, además, nunca iba a amar. Aquel inconveniente era algo que tratar, por lo tanto, solo un par de años antes, Holmes Chapel fue el primer reino que aceptó el matrimonio del mismo sexo.

Catalogaban que a la edad del joven heredero no estaba apto para elegir a su príncipe, así que, como siempre, continuaron empleando la Selección. Donde treinta y cinco chicos entran al palacio en la oportunidad de que el buen mozo príncipe llegue a enamorarse de alguno de ellos. Pero a medida que transcurran las semanas, los candidatos tendrán que abandonar el gigantesco y lujoso palacio, hasta que el grupo se convierte en la Élite.

Y de aquel grupo de chicos bonitos saldrá el Elegido. El que se habrá ganado completamente el corazón de Harry Styles.

Un chico humilde, de la penúltima casta, casi al borde de la pobreza, un Siete, decide poner su nombre y su foto en el sorteo de la Selección; aunque con muy pocas esperanzas de quedar entre los treinta y cinco. Quería la Selección para que su familia tuviera una mejor vida que sobrellevar, no aquella en la cual entregaban todos sus esfuerzos para unos miserables pesos; estar ahí significaba un pago mensual a su querida familia.

Más bien esto no era por el amor del príncipe y ser la compañía eterna del siguiente rey, sino por la desgraciada economía que llevaban por años. Además, era un Siete, todo feo, sucio y malgastado por el trabajo, ¿a quién podría conquistar con ese físico?

Pero en la noche, un sábado, se realizaba el Gran Sorteo. La felicidad era tremenda cuando la sorpresiva mueca del animador al nombrar el número de la casta, y el último integrante, resonó en la pequeña casa.

"¡Vaya, no me lo esperaba! ¡Un Siete, Louis Tomlinson!"

Príncipes [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora