CAPÍTULO 16

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Los pasos firmes estrepitosos de una persona acercándose con rapidez terminan por despertarme, y fueron costar de segundos antes de que la misma se detuviera y hablara. Estaba cerca, no podía verla, pero sentía su presencia.

— Tus bestias me sacaron a rastras. Si alguien se entera de que deje el quirófano. Si tan solo algo le sucede a mi paciente estaré acabo. ¿Lo sabes cierto? ¿Tomarás la responsabilidad? —Está alterado y la preocupación y angustia en su voz está presente.

En seguida un silencio se apoderó del lugar. Estoy consciente, al menos eso creo, sin embargo no puedo moverme o articular nada. Una sensación rara recorre mi cuerpo, pero no siento dolor o molestia, es como si estuviera flotando o acostada sobre alguna nube. ¿Estoy sedada o he muerto? No estoy segura de lo que sucede, sin embargo si de lo incómodo que se siente ese silencio que nos ha rodeado. Podría sentir la incomodidad y sus respiraciones, unas aceleradas y otras pausadas.

Al cabo de unos segundos escucho al hombre aclararse la garganta y hacer un sonido que solo confirma mi pensamiento y lo desagradable del silencio que nos arrolla.

— ¿Qué fue lo que le sucedió? ¿Qué le hicieron? —Inquiere luego de unos minutos y puedo sentir como la persona empieza a caminar hasta que se detiene a mi lado derecho.

—No lo sé, para eso te traje para que lo averigües y la trates. —Finalmente la voz familiar de Aidan se hace presente y por alguna razón eso me tranquiliza. No estoy muerta, al menos eso espero, ya que no quiero pensar que él sí lo está.

Los minutos pasan y nuevamente un silencio se torna entre todos, pero esta vez no es incómodo. Algo dentro de mí se sobresalta al sentir a alguien con aparentemente unos guantes empezar a tentar mi cuerpo. Intento moverme y gritar, pero aparentemente solo lo hago en mi subconsciente. La sensación es rara, sus manos tocando mi brazo mis piernas, mi abdomen..., me asusta aunque la profesionalidad y delicadeza con el que lo hace me relaja un poco. De repente siento como hace mi cabeza a un lado para entonces inspeccionar mi cuello.

— ¿Y bien? —El tono de impaciencia era tan obvio así como su voz. La tan reconocible gravedad de la voz de Edwin se hace presente.

— ¿Vas a dejarme revisarla? —Recrimina el extraño con enojo al hacer una pequeña pausa. Estoy segura de que ha girado a verlo.

—No me gusta el color que tiene. Mira su cuello.

—A ti y a nadie. Es obvio que alguien le ha introducido algo, pero ¿El qué?, es la pregunta. Así como la de ¿Por qué la han traído aquí? ¿Por qué no la llevaron directamente al hospital? —Inquiere el señor con frustración, no obstante pasan largos segundos antes de escuchar respuesta, esta vez por lado de Aidan.

—Me puse nervioso. Me bloqueé y no quería ir a un hospital, porque sabía que me estresaría más.

—Entonces, ¿Si le hubieran disparado o proporcionado un golpe mortal la habrías traído aquí a qué se desangre porque no quieres "estresarte" en un hospital? —Inquiere con escepticismo y evidente sarcasmo el hombre y al instante siento y escucho un alboroto.

—No lo digas ni de broma. —Gruñe Aidan con rabia. Creo que Aidan se ha abalanzado contra él, ya que escucho a Edwin decir que lo suelte.

—No era una broma sino una verdad. —Sostiene el hombre con voz firme. No tengo idea de lo que sucede exactamente, pero sus voces alteradas no me están haciendo nada bien. —Debes dejar de traer a tus heridos aquí y salir a buscarme como si fuese tu médico privado, yo ya te pague con creces la ayuda tan desgraciada que me diste. —Manifiesta el señor antes de volver tentar mi cuello.

— ¿Desgraciada? —Repite Aidan con amargura mientras suelta una pequeña risa con aire. —Gracias a mí estás dónde estás, y gracias a mí continúas vivo Christopher, no lo olvides. Me debes más que tu simple vida.

ALÉJATE DE MÍWhere stories live. Discover now