―Supongo que necesitas descansar, cariño ―dice secamente sin mirar a Armen.

―Papá...

―Volveremos después. Vamos, Mai. ―Sin esperar una respuesta de ella, la toma del brazo y se aleja. Dejándome perpleja. ¡Oh Dios!

―Lo siento ―digo apenada.

―No te preocupes. ―Armen me dedica una mirada comprensiva, pero yo estoy muy avergonzada.

―De verdad que lo siento ―insisto torpemente. Sonríe negando con la cabeza y me hace avanzar.

―No pasa nada. Vamos, tienes que descansar.

Quiero decirle algo, pero no es el momento. Nos alejamos de la multitud en dirección a la residencia de Danko. Puedo sentir unos ojos taladrándome, al volver la mirada veo a Nicola, la cual me dedica una mirada envenenada. Evidentemente sigue odiándome.

―No le prestes atención ―susurra Armen, rodeándome con el brazo por la cintura, pegándome a su dorso.

―¿Ella sabe lo de la transformación? ―Asiente.

―Sí.

―¿Qué fue lo que dijo? ―No es que me importe, pero sé que ella es una de las integrantes del consejo y una de las más influyentes.

―No importa lo que ella diga ―responde con firmeza―. La mayoría está a favor.

―¿Y las personas? ―No había pensado en ello, pero al igual que en Jericó, existe un representante de los humanos en el consejo. Y el no transformar es una de las normas que tienen mayor importancia.

―Aún no hemos hablado con él. Les pedí que primero decidieras tú y luego haríamos los preparativos, en caso de que aceptaras.

―¿Habrá problemas?

―¿Te has arrepentido? ―pregunta con una ligera sonrisa.

―No. ―Pero no puedo evitar preocuparme por él o por lo que podría pasar. Ya he sido demasiada carga y no quiero que eso continúe. Menos con ese vampiro interesado en mí.

Aunque parece que esto será complicado. Hace más de cuatrocientos años que nadie ha sido transformado, al menos no por los fundadores de las ciudades, ya que eso mantiene el control sobre el número de vampiros. Y también me preocupa lo que diga mi padre, esto parece más serio.

Me envuelve con sus brazos, manteniendo mis piernas aprisionadas entre las suyas, mi rostro permanece escondido en su pecho y su barbilla apoyada en mi cabeza.

―Descansa ―susurra con voz dulce colocando un beso en mi pelo.

―Tú también. ―Siento como su pecho se mueve, indicándome que ríe. Pero mis ojos han comenzado a cerrarse. Nos hemos aseado y alimentado, ahora nos disponemos a dormir.

Aún es temprano, pero estos días no hemos podido conciliar el sueño correctamente y es imposible persuadirlo.

Siento sus labios moverse sobre mi oído, provocando un delicioso cosquilleo que recorre mi espalda. Está detrás de mí, sus manos permanecen en mi vientre, manteniéndome pegada a su pecho. Abro los ojos y me giro para verlo. Mantiene la expresión serena, pero puedo ver una chispa de diversión en su mirada. No dice nada, yo tampoco lo hago. Acaricio su mejilla, Armen cierra los ojos y suspira. Tomándolo de la nuca acerco su boca a la mía y lo beso.

La donante (#1 ) *Resubida*On viuen les histories. Descobreix ara