El nuevo Tom era increíble. Extrañamente, ahora se veía de la manera en la cual yo siempre lo había imaginado. Este era el chico guapo que yo veía cada vez que estaba con él. Y seguía queriéndolo, no podía negarlo más. No sabía si iba a poder dejar de hacerlo algún día.

—Bueno, no sé. Cuéntame, ¿qué tal te fue? ¿Cuándo piensas volver? —Lo miré atenta y nerviosa mientras esperaba su respuesta. Inconscientemente me estaba quitando el esmalte de las uñas.

—Pues, la verdad es que volví para quedarme. —Tom encogió los hombros levemente, y yo fruncí el ceño mostrándome completamente desentendida.

Su sueño, desde que yo lo conocía, había sido marcharse del país. Tan solo había pasado un poco más de un año y ya estaba de vuelta. No tenía sentido.

—No, la verdad no te entiendo.

—Las cosas no son como tú crees. La vida es realmente complicada, especialmente allá afuera. —Tragó saliva antes de continuar—. Fui porque quería hacer algo distinto, siempre ha sido mi sueño estudiar en Francia. Sin embargo... la familia y los amigos son algo difíciles de olvidar.

—No creo que sea necesario tener que olvidar a todos para poder estar lejos. Era tu sueño, sí, aunque también tu decisión el haber regresado. Es solo que hay algo que no consigo comprender bien. ¿Es que acaso intentabas olvidar a todos aquí? Si yo me marchara lejos, supongo que lo único que haría sería pensar en mi familia para darme fuerzas y no sentirme sola.

—En mi caso, las cosas resultaron de otra forma y todo se complicó. —Tom se rascó la frente y miró hacia la nada antes de volver a concentrarse en mí—. Extrañaba a mi familia, es obvio. Siempre he estado en contacto con todos ellos. Es solo que... no intento mentirte, no quiero que te sientas culpable o responsable, pero no podía dejar de pensar en ti. —Yo guardé silencio, clavándole la mirada llena de remordimiento. Me quedé esperando alguna risa, alguna burla, pero no hubo nada y eso me destrozó el corazón. Solo me golpearon sus ojos acusadores y penetrantes, estremeciéndome y haciéndome desear lanzarme al suelo desde la cama para revolcarme ahí un par de veces.

—¿En mí? —susurré de forma casi inaudible y aclaré mi garganta de inmediato, ocultando los segundos de debilidad que estaba viviendo por su causa—. Bueno, nosotros fuimos... buenos amigos. —Tom sonrió, enseñándome una perfecta dentadura.

—Fuimos amigos —repitió él, pensativo—. En realidad, yo creo que... llegamos a ser algo más, ¿verdad? 

Una de sus cejas se alzó, y yo sentí como mis mejillas se tornaban furiosamente rosadas. Deseé pegarle una patada para que dejase de hacer eso.

Yo lo había admirado sobremanera, como también había querido protegerle de los demás, aquellos que querían divertirse a su costa. Tom me había permitido compartir infinitas experiencias con él, fuesen buenas o malas, y lo agradecía. Era un respeto mutuo, uno que no habíamos conseguido ni con Natalie, ni con Georg. Yo mucho menos me había sentido así con respecto a Maximiliano cuando aún éramos amigos. Solo Tom, con nadie más que él. Pero ahora las cosas ya no eran igual, había pasado un largo año y nuestra relación se había enfriado como un cubito de hielo. Yo había perdido las esperanzas de volver a tener una amistad así, y por lo mismo me había aislado para que nadie tuviese la intención de entrar en mi mundo. No me interesaba conocer a gente nueva mientras mi corazón todavía se acelerara cada vez que oía el nombre de mi mejor amigo.

Por que seguía siendo suyo, solo suyo.

—Bueno... no creo que sea necesario tocar ese tema —dije nerviosa, forzando una sonrisa—. Para qué recordarlo. —Fruncí los labios y alcé la vista. Tom seguía serio, con una mirada intimidante.

Un Juego de amigos.Where stories live. Discover now