CAPÍTULO 5. Reflejo.

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Me refugio bajo mis mantas aún sin cambiarme la ropa mojada por una seca. Son las ocho de la mañana, mi madre duerme plácidamente, seguro no sabe nada de lo que ha pasado. Yo, en cambio, me siento horrorizada. Jamás olvidaré a aquel chico extraterrestre, podría haber sido un humano normal y corriente. Murió asesinado a sangre fría, Mason es un asesino. Mi opinión hacia él no puede ser peor.

Lo peor es que pude detenerlo y no lo hice. No lo hice porque estaba tan paralizada que ni siquiera recordaba como respirar.

Sin poderlo evitar me quedo dormida y cuando despierto, un par de horas después, mi madre ya se había ido a trabajar.

Tenía un consultorio desde hace ya varios años donde atiende a sis pacientes.

Cuando me levanto, con la ropa aún mojada, me dispongo a darme una ducha caliente para entrar en calor.

Tengo baño propio en mi habitación donde tengo varias toallas limpias. Entro y cierro la puerta, una manía un poco estúpida e innecesaria. Me quedo plantada frente al espejo y miro mi reflejo, mi rostro luce pálido y ojeroso por la falta de descanso. Froto mis ojos marrones con mis dedos y vuelvo a mirar al espejo.

El rostro de un chico joven se aparece justo detrás de mí.

El miedo se apodera de mi cuerpo y, de un respingo, miro hacia atrás. Pero no hay nadie. Vuelvo a mirar al espejo y allí seguía la cara de ese chico.

Lo miro y dejo de tener miedo.

Tiene un rostro dulce y puro y sus ojos son como los de un niño pequeño que me llenan de ternura. Su piel morena está tan lisa como la fina piel de un bebé y sus gruesos labios se abren sutilmente.

Vuelvo a mirar hacia atrás y no veo nada, solo la cortina de plástico con dibujos de ranitas de la ducha. Lo extraño es que sigo viéndolo en el espejo. Su ojo izquierdo se torna del suave color de la avellana al color ámbar y su iris cambia de forma. Como el ojo de una serpiente.

Es uno de ellos.

Poseen habilidades y sus ojos cambian de forma. En su cuello hay un pequeño dibujo negro que no logro identificar.

Un Espectro está en mi casa, en el baño que se encuentra dentro de mi cuarto donde hasta hace nada yo dormía. Se estaba refugiando en mi casa y sabe que lo estoy viendo, pero no me ataca. Se comporta de la manera más inofensiva posible.

-¿Eres uno de ellos?- pregunto. Pero no responde.

Seguramente ni hable mi idioma.

-No me he puesto a gritar- digo. - No creo que seas peligroso. Puedes confiar en mí.

Me giro nuevamente y ahí está. Plantado frente a mí con extrañas ropas. Las cuales están sucias y rotas.

-¿Me entiendes?

Asiente suavemente y con precaución.

En sus ojos vi el mismo brillo que tenía el chico que el agente Mason mató. A parte de unas cuantas similitudes parentescas.

-¿Tienes nombre? Yo me llamo Leah, mis amigos me llaman Lee.

Sonrío amablemente. Alargo el brazo hacia él y viendo que no se aparta, poso la palma de mi mano en su mejilla. Su piel es suave cálida... Cierra los ojos y, tras un leve quejido, se aparta con brusquedad.

-Lo siento.- Musito.

-Lee...-murmura con voz ronca.

Le vuelvo a sonreír y él, precavido, sonríe. Confía en mí, y eso se nota. No creo que quiera hacerme daño y yo tampoco quiero hacerle daño a él.

Spectrum ©Where stories live. Discover now