—¿Y yo? —tanteó Lorena.

«¿Te espero?» era la clave que tenían sus primas para preguntar si Matteo, ésa vez, sí se había acordado de que tenía dos hermanos menores esperando por él.

—No, gracias. Matt ya me respondió. Está aquí.

—Bueno. Hasta mañana —se despidió Lorena, mirando discretamente a Rita.

Jessica también la miraba. Ella había estado esperando que salieran de ahí para contarle a sus primas lo que había oído, ésa misma mañana, de la charla entre Bianca y Laura, pero..., al ver a Annie ahí, con Rita, y al recordar a todas personas con las que Annie habló durante esos tres días —sin tartamudear—, se arrepintió un poco: si le decía, muy seguramente Annie dejaría de hablar con Bianca y el periódico.

No quería hacerle eso. Jessica se relamió los labios, le sonrió a Lorena y se marcharon juntas.

En cuanto Annie, ella esperó a que los pasos de sus primas dejaran de escucharse. Creyó entonces que Rita hablaría, pero ella se quedó en completo silencio, poniéndola nerviosa, así que, luego de recorrer el salón con la mirada por un rato, le preguntó:

—Entonces... ¿sobre qué querías hablar?

—En realidad sólo era una pregunta —comenzó la animadora—, pero ahora... ya no sé cómo empezar.

Annie aguardó, en silencio. Recordó entonces la manera en que Rita intentaba tocar a Angelo, en la fiesta de Carlo, y también en el retiro —donde Lorena lo llamó "su amor eterno"—, y lo entendió:

—¿Es sobre mi hermano? —su pregunta casi parecía afirmación.

Rita sonrió; su cara redonda era muy bonita.

—¿Tan obvia soy?

«Pues, hablando de él...».

—No —mintió—. No sé por qué se me ocurrió eso. ¿Pasa algo malo con él?

La animadora sacudió al cabeza.

—Sólo quería hacerte una pregunta... O pedirte un favor.

¿O? ¿No tendría que ser «y»?

—Claro —la animó Anneliese, para terminar cuanto antes. Angelo no era su tema preferido en ese momento.

—Ya se lo pregunté a Lorena, pero dice que no tiene la menor idea y creí que tú, por ser su hermana... —volvió a interrumpirse. Realmente iba muy lento.

—¿Sí? —la apremió.

—Verás —pareció comenzar, al fin—, escuché una plática de los chicos del equipo de soccer —guardó silencio de nuevo, como esperando que Annie le preguntara el qué había escuchado, pero ella no lo hizo y la animadora no tuvo otro remedio que seguir sola—: Ellos decían que Paola... Ya sabes que ella está un poco loca —añadió de prisa—. Decían que ella, este mismo lunes, cuando salió tu artículo, lo sorprendió en las regaderas al final del entrenamiento.

—¿A Angelo?

—Sí.

—No tenía idea —«No era necesario que me lo contaras», era lo que realmente quería decir.

—Sí —siguió la animadora—. Y los chicos se reían. Cuentan que, cuando la vio, dio un salto fuera del cubículo y ya que iba todo enjabonado, se cayó.

Annie no pudo evitar soltar una risilla al imaginar la escena —¿habría caído de frente o sentado?—. Rita no se rió.

—Bueno. Quizá no es cierto —intentó comportarse Annie—. A los chicos les gusta inventar cosas. Especialmente a los del equipo de soccer.

Ambrosía ©Where stories live. Discover now