Capitulo 28

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Son las tres de la madrugada y Mark, Ana, Carla, Ashton, Marco y yo eramos el centro de atención en la pista de baile. Cantábamos a todo pulmón Superherous de The Script.

Cameron no me ha dirigido la palabra, se la ha pasado bailando y hablando con la Chica Bufanda. Estuve a punto de arrancarle la cabeza cuando se puso a bailar con ella de una manera muy obscena; pero obviamente no le podía reclamar nada, los dos estábamos tirando de la cuerda, intentando que el otro cayera. Por los momentos íbamos empate. Una voz me decía que alguien saldría herido, y no se equivocaba. Mis ojos se dirigen hacia ellos sin previo aviso

- Hey... ¿estas bien?...

- ¿Qué sucede?...

- ¿Te quieres sentar?... Vamos.

Son frases que escucho vagamente, como si estuviera a miles de kilómetros.

¿Cómo ha podido?

De un lugar muy oscuro de mi subconsciente proviene una débil voz, que me susurra- Tu ya sabias que lo iba hacer tarde o temprano. Ahora no te hagas la sorprendida y dolida- y creo que tiene razón. Una pequeña parte de mi sabía que a Cameron no le han importado nunca mis sentimientos. Pero una parte más grande tenía la esperanza de que no seguía siendo el adolescente estúpido del pasado, obviamente estaba equivocada. Otra vez.

Lo ves, por eso te habías prometido no volver a enamorarte de tipos idiotas- me riñe mi subconsciente.

Y no puedo discutirle, es verdad, me lo había prometido. Pero como siempre, los tipos idiotas son lobos disfrazados de ovejas, con la cara de un ángel y el alma de un demonio, con ojos de cordero, pero al contrario son los de un verdugo cruel, con ansias de derramar la sangre del sentenciado.

En este caso, Cameron es el verdugo y yo la sentenciada.

Esta frase va a sonar de lo mas cliché del mundo, pero todos los hombres son iguales. O al menos yo no he conocido a uno que no te deje por la primera chica que se le restriegue en la polla. Todos, todos, absolutamente todos están cortados por la misma tijera.

Mi padre, Adrian-mi novio en tercero de primaria- Oscar- mi novio en mi antigua escuela- Taylor... Cameron.

- No os preocupéis, ya me encargo de llevarla yo - es Mark.

Me sostiene de los brazos, juro que si no lo hiciera caería al suelo. Llegamos a una mesa del final y me ayuda a sentarme.

- ¿Qué ha pasado? - pregunta frente a mi.

Sé que está frente mio, porque siento su aliento; sin embargo no veo nada. Es como si estuviera viendo un lienzo en blanco, dejo salir el aliento contenido. Busco mi voz para explicarle, me tomo mi tiempo...

- S-se...- me trago el nudo que tengo en la garganta- Se ha ido...

- ¿De qué hablas cariño?...

- D-de él... - ruego al cielo para que me entienda. No quiero revivir el momento- aunque mi cerebro me tortura porque no para de proyectarme la escena- mis ojos escuecen por las lágrimas que no han sido liberadas, y no pienso liberarlas. No. No voy a llorar. No voy a dejarme pisotear otra vez.

Tuvo la oportunidad de decirme o aclararme si sentía sentimiento o no hacia mi. Y no lo hizo.

Prefirió irse con esa tipa.

O igual fui yo la que mal interpretó sus intenciones... ¿y si solo quería ser mi amigo?

¿Acaso me monté yo esta película? y até cavos que ni siquiera existían...

- Seguramente estaba cansado y se fue al hotel... no te pongas así - Mark intenta consolarme.

Pero esas palabras hacen que las llamas que intentaba controlar crezcan miles de veces mas. Y exploto.

- ¡SÍ, se fue al hotel con esa zorra!...

Espera... porqué la estoy ofendiendo, si ni siquiera la conozco, y seguramente ella ni sabe que existo. Y tampoco sabe lo capullo que es Cameron. Ella vino a este lugar a divertirse como todo el mundo.

¡En el que me debería estar cagando es en él!

- ¿Espera... se fue con la chica morena? - Mark está en shock.

Yo solo asiento.

- ¡¡Será hijo de puta!!... - chilla como una chica traicionada.

Abro como platos mis ojos, parpadeo un par de veces y estallo en carcajadas. Río como si nunca en mi vida he reído. Mark me mira como si me estuviera volviéndome loca; pero no me hace parar, me deja que ría hasta que me quedo sin aire.

- Si hubieras chillado así al conocernos, huera sabido que eras gay - digo riendo otra vez. Sus ojos pasan de preocupación a diversión.

- ¡Hey, ¿estas bien? - Ana toma asiento en nuestra mesa.

- Mmm, sí, solo que estoy cansada. Sera mejor que me vaya al hotel - digo y me pongo en pie, me tambaleo un poco al sentir la presencia del alcohol.

- Bien, les diré a los demás que nos vamos... - dice.

- Oh, no, claro que no, vosotros os quedáis a disfrutar del resto de la noche.

- ¿Qué? Claro que no. Nos vamos contigo - dice muy en serio.

- No te preocupes, yo la acompaño - se ofrece Mark.

- ¿O seguro que te quieres ir? - pregunto amable a él.

- Si, ya no hay competencia para mi en esa pista - bromea - Sin ofender... - le sonríe a mi amiga.

- Oh, no, que va. Ignoraré el sonido de mi ego rompiéndose - dice limpiando una lágrima falsa.

- Vale, pues vamos - cojo mis cosas, al igual que Mark.

Nos despedimos de todos y nos encaminamos hacia la salida. El aire fresco golpea nuestros cuerpos, las estrellas nos saludan, y la luna nos ilumina el sendero.

Ahora ya estoy mucho más calmada. Agradezco mentalmente a mi nuevo amigo por no mencionar nada del tema. Al contrario, se encarga de hacerme reír con sus anécdotas de su novio.



- Es muy gracioso que estemos en el mismo hotel - comento divertida.

- El destino me puso en tu camino para guiarte, Samantha - dice con voz grave y pose firme. Reímos.


Me acompaña hasta mi habitación, le ofrezco quedarse; pero me dice que tiene que despertarse temprano, ya que tiene una conferencia a primera hora. Resulta que la dichosa congregación de historia es de su Universidad, sí, por la cual no teníamos habitaciones para todos.


- Paso por ti para ir a comer - me recuerda nuestro compromiso.

- Genial.

Se acerca para despedirse y me sorprende cuando me da un casto beso en los labios.

Cierro la puerta de tras de mi, dejo las sandalias al lado de la puerta del baño, entro, me bajo la cremallera del vestido, lo despojo de mi cuerpo agotado me quedo solo en bragas, rápidamente me lavo los dientes y la cara,

El recuerdo de los últimos acontecimientos de la noche intenta colarse en mi mente, pero los arrojo al caldero. Me niego a pensar en él.

Tomo nota mentalmente de lo que le voy a comprar, y sin darme cuenta caigo en los suaves brazos de morfeo.


Y llegue a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora