capítulo 9

65 6 1
                                    

Obligué a mi cuerpo para que se apartara de la puerta y dejarles entrar.


- S-siento que te hayamos despertado - se disculpa Cameron mientras entra tambaleándose en la cocina.

- No pasa nada, ya estaba despierta. Ven siéntate, hay que limpiar esas heridas - sonríe incrédulo.

- He tenido peores.

- Ya, igualmente hay que limpiarlas, aunque tenga que obligarte - le digo firme, y por fin encuentro el botiquín de emergencia.

- ¿Así? ¿Cómo? - dice. Levanto la vista y tiene una sonrisa juguetona, sus ojos que ahora se ven de un gris intenso, recorren todo mi cuerpo. Y ahí está otra vez, ese cosquilleo deliciosamente doloroso ¿Porqué me provoca ésto? Mis manos tiemblan, y más cuando mi mente me traslada a nuestro accidental encuentro en el baño.

Sacudo la cabeza para despejar esos recuerdos. Corto un trozo de algodón y lo humedezco con alcohol, me siento a su lado y paso suavemente el trozo de algodón por el labio herido. Su cara se contrae por el escozor, no puedo evitar sonreír.

- ¿Qué es tan gracioso? - pregunta frunciendo el ceño, pero sin dejar de sonreír. Aumento la presión del algodón contra su labio - ¡¡Aush!! - se queja.

- De lo macho que eres - mi sonrisa crece al igual que la suya.

- No sabes cuanto - dice con voz ronca, y mi lado pervertido se activa, trago saliva y me humedezco los labios con la lengua ¿Cómo es posible que sólo con unas simples palabras me provoque tantas sensaciones? Despierta mariposas en mi estómago. ¡NO, MARIPOSAS NO!... Sino ¡PTERODÁCTILOS!, que aletean sus gigantescas alas y agitan todo mi ser. Sus ojos bajan hacia mi boca, inconscientemente hago lo mismo y admiro sus perfilados y rosados labios, aún heridos son perfectos, se ve todavía más sexy.

¿PORQUÉ ESTOY PENSANDO ESTO? Siento cómo mis mejillas comienzan a teñirse de rojo escarlata.

Intento apartar esa ansiedad de sentir el rose de sus labios contra los míos. ¡NO PUEDE SER! Me reprendo a mi misma. Es el hermano de mi amiga, y él no tiene buen historial con las amigas de su hermana. Será mejor cambiar de tema....sí...será mejor.


Venga Samantha di algo! - grita mi subconsciente.


- Ummm... y... ¿Qué te ha pasado?

Duda un poco antes de contestar - Un gilipollas en un bar - dice subiendo la vista otra vez a mis ojos - Ha valido la pena...deberías verle a él, por la mañana se llevará una muy buena sorpresa, al verse su patética cara - hay cierta amargura en su voz.

Termino de curar su labio y me dedico a su ceja.

- ¡¡Hey tortolitos!! ¿Os estabais dando el lote?...Siento haberos interrumpido - dice su amigo, le miro confusa por sus palabras. Hasta que me doy cuenta de lo cerca que estoy de Cameron. Me separo inmediatamente.

- ¿Qué quieres Ashton? - gruñe.

- Oyee tranquii...sólo quería algo de comer - se defiende Ashton, camina torpemente hacia el frigorífico, coge jamón y coca-cola.


- Bueno, será mejor que me vaya a la cama - digo levantándome, tiro el trozo de algodón manchado de sangre, me doy la vuelta y me encamino hacia la puerta.

- Encantado de conocerte princesita - dice Aston, rápidamente me volteo hacia ellos.

- Igualmente, pero no me vuelvas a llamar así, por favor - digo molesta, y me obligo a sonreírle.

Abre los ojos asombrado, pero termina carcajeándose - Me gusta, tiene carácter - dice tomando un gran trago de coca-cola

Cameron asiente y una sonrisa se expande en su hermosa cara - Lo sé, a mi también - la sangre me vuelve a subir de golpe a mi cara.

- Buenas noches... o... lo que queda de ella - me despido. Quiero escapar de aquí.

Cameron se levanta, se acerca a mi, se agacha para llegar a mi altura, y me besa en la mejilla, el tacto de sus labios contra mi mejilla, hace que un delicioso escalofrío recorra mi cuerpo, y mi corazón se acelere, tanto como el de un colibrí.

Esto no debe de ser sano, si no fuera tan joven, seguro que ya hubiera tenido más de un infarto, sólo en un fin de semana.

- Que tengas dulces sueños, Samantha - susurra en mi oído. Me congelo al escuchar cómo mi nombre, suena tan sexy, saliendo de su boca. Me muerdo el labio, para no dejar escapar un gemido. Se aparta y tiene una sonrisa de lado. ¡OH, DIOS! ¡¿PORQUÉ ME HACES ESTO?!. Hago todo lo posible para despegar mis pies del suelo y salir huyendo hacia mi habitación asignada.



*******



Los rayos de sol que se filtran por las cortinas blancas, hacen saber que ya es de día. Abro los ojos y espero a que mi visión se ajuste a la habitación. Son las nueve de la mañana, me levanto de la cama y me voy al baño a lavar mis dientes.


Anoche tardé mucho en conciliar el sueño. No podía sacar de mi cabeza, su dolorosa belleza.

Termino con mis dientes y salgo al pasillo. No quiero estar sola, porque sino, voy a seguir pensando en él.


¿Porqué no puedo sacarlo de mis pensamientos?


Abro la puerta donde se supone que Carla debería estar. Pero no está.

Estará con Ana.

Abro la puerta de la habitación de Ana, sonrió, sigue dormida. Me acerco a su cama con sigilo.


- ¡BUENOS DÍAS CORAZÓN! - grito saltando encima de ella, pero no fue como lo esperaba.... ¡ANA NO ES TAN GRANDE!.....¿Acaso a metido a un chico....- no termino mi pensamiento, porque la persona se remueve bajo mi cuerpo, intento bajar de la cama, pero me sujeta de los muslos ¡ESAS, DEFINITIVAMENTE, NO SON LAS MANOS DE ANA! Y entonces la sábana se desliza, revelando su rostro.....


¡En mi vida pasada, tuve que haber sido un asesino en serie o ladrón, para merecerme esto!



Sonríe - No se puede despertar de mejor manera - dice con voz ronca de recién levantado. Sólo con escuchar la primera palabra que salió de su boca, un cosquilleo sacudió mi cuerpo, y mi cara se incendió de un rojo intenso. Con sus ojos brillantes y su sonrisa enigmática, siguió - Me podría acostumbrar fácilmente - aumentó la presión del agarre de sus manos en mis muslos, haciendo que sintiera un bulto bajo mi sexo.


¡OH DIOS MIO!


Un gemido se escapo de mi boca, la suya estaba entre abierta , noté que su respiración era pesada, igual que la mía.



Las voces de las chicas subiendo las escaleras, me hicieron reaccionar, aparté sus manos de mi, y salté de la cama, sin siquiera poder pensar en poner primero los pies en el suelo, por lo que, caí de bruces contra el frío suelo de madera.



Y llegue a tiWhere stories live. Discover now