-No, está trabajando hoy. –Le quité la mochila con cuidado, sacándola por sus bracitos y la cogí con dos dedos. -¿Quieres comer conmigo hoy?

-¡Sí! –La cogí de la mano sonriendo, comenzando a caminar con ella hacia mi casa. -¿Qué vamos a comer?

-Mmh... Lo que tú quieras, hoy es un día libre. –Ella apretó mi mano y la vi pensar mordiéndose el dedo, y luego me señaló.

-Quiero pulpos. –Fruncí el ceño y la cogí en brazos, porque así iríamos más rápido hasta el coche.

-¿Pulpos? ¿Cómo que pulpos? –Reí un poco mientras llegábamos al coche, y ella apoyaba la cabeza en mi hombro.

-Pulpos de salchicha. –Tendría que preguntarle a Camila cómo se hacía eso, porque yo no tenía ni idea.

Llegamos al coche y la senté en su sillita, que había personalizado ella misma con pegatinas de purpurina, brillantina o lo que fuera aquello de dibujos animados.

-Tendremos que llamar a mamá para que nos explique cómo va eso. –Respondí tras ponerle el cinturón y asegurarme de que estaba bien apretado. Pulsé el botón de encendido de la radio, que se tornó a un color verde comenzando a sonar la música.

-Cause the players gonna play, play, play. And the haters gonna hate, hate, hate. Baby I'm just gonna shake, shake, shake. Shake it off. –Cuando levanté la cabeza, Maia estaba cantando la canción, moviéndose en la sillita y levantando las piernas.

-¿Te sabes la canción? –Dije riendo, mirando al frente mientras conducía.

-¡La ponían en la tele! –Dio una palmada, y me quedé estupefacta porque una niña tan pequeña se supiese aquella canción.

-But I keep cruising, can't stop, won't stop grooving. It's like I got this music in my mind, saying it's gonna be alright! –Canté yo también con Maia, que se reía y movía las piernas al escucharme cantar, emocionada e incorporada en el asiento con las manos en los reposa brazos.

Cuando llegamos, apagué la radio y ella hizo un puchero mirándome por el retrovisor.

-¿Ya nos vamos? –Salí del coche para quitarle el cinturón, la bajé al suelo y cogí la mochila.

-Claro, vamos a comer. –La cogí de la mano y entramos en casa, ella directamente desapareció corriendo, y yo me fui a la cocina cogiendo el móvil para llamar a Camila.

-¿Sí? –Sonó ella tras el teléfono.

-Camz, oye... Maia me ha pedido que haga pulpos, ¿eso qué es? –Dije abriendo la nevera con el móvil en la oreja.

-Oh, sólo son salchichas. Las cortas por cada lado, y es como si le hicieses unas patitas, y cuando se fríen pues se levantan y parece un pulpo. –Me rasqué la frente, buscaría fotos en google para saber cómo se hacía aquello.

-¿Cómo te está yendo? –Pregunté sacando un paquete de salchichas y patatas, poniéndolos encima de la mesa.

-Pues la verdad es que mejor de lo que pensaba, creo que Normani está contenta y los demás también. Te dejo, voy a comer, te quiero mucho. –Sonreí agachando la cabeza, pasándome una mano por la cara.

-Te quiero, Camz. Y no tardes mucho en venir. –Escuché su risa por el altavoz, y me mordí el labio inferior.

-No lo haré, te lo prometo. Te quiero, hasta luego Laur. –Colgamos casi a la vez, y dejé el móvil en la mesa.

Maia venía por el pasillo mirándome con un puchero.

-¿Y el abuelo y la abuela? –Preguntó con una voz dulce, mientras yo abría el paquete de salchichas.

a coat in the winter; camrenWhere stories live. Discover now