El tiempo pasó volando. Agnese tenía que regresar. Apenada se despidió de su amor y era momento de volver a su triste y maldita realidad. Esa noche quizás, volverían a verse.
♥♥♥
Jolanka sabía a dónde se iría Agnese. Para la mala suerte de ambas, aquel energúmeno de Ethzard despertó cuando Agnese salió de casa. No vio a su esposa a su lado. No estaba en ninguna parte de la casa. Volvió a la habitación a buscar un abrigo y... ahí estaba la carta...
La joven volvió a su casa y Ethzard a recibió sentado en un sillón fumando una pipa y sosteniendo la carta.
— ¿Dónde estabas Agnese?
—Salí un rato a tomar aire.
—Por lo que veo, él regresó.—Sí, simplemente estuvimos conversando.
—Aún casada no lo olvidas... Estás engañando a tu esposo. Y bien sabes que esa conducta no es de una mujer de nuestra clase, menos de una mujer casada. Creí haberte dicho también que me debes obediencia, y eso incluye pedirme permiso para salir y que alguien te acompañe...
—Ethzard sabes la razón por la que me he casado contigo. Yo no te amo. Es el a quien...
No pudo seguir hablando. Una bofetada de aquel la interrumpió y le hizo sangrar el labio. No conforme con ello, agarró su larga cabellera y la arrastró hasta el sótano. Abrió la puerta y la arrojó con violencia.
—Te quedarás ahí, con las ratas, hasta que aprendas a ser una mujer decente.
—Entonces estaré aquí por siempre, porque amo y amaré a Vladisvlaus por toda la eternidad.
Recibió otra bofetada y su verdugo del amor se fue furioso. No quería que Agnese fuese de nadie más. No quería si quiera imaginar qué había hecho ella en su estadía fuera de la propiedad. Era su mujer, él había tomado lo más importante que tenía y sabía que debía ser suya siempre. Lo que él no sabía, es que la naturaleza de su cuñada era muy diferente a la suya, y que gracias a ello, pudo escuchar la escena y oler la sangre derramada a pesar de encontrarse en el último piso de la casa.
La ira y el odio se apoderaron de Jolánka. Sabía que tenía que ayudarla, pero ¿cómo podría hacerlo sin espantar a su querida hermana? No podría, además, hacerlo sola. Requería urgente la ayuda de Vladisvlaus. Debía salir de casa en la noche, sin hacer ruido, ir al territorio de cacería... Pero todo sea por salvarla. Si no la ayudaba sabía que, tarde o temprano, su cuñado las mataría a ambas. Pero Ethzard no tenía poder, no era más que un simple mortal que tenía de enemigo a las criaturas más poderosas que alguna vez habrían sido humanos. Y el chico no tenía idea de que solito se estaba clavando su propia tumba.
♥♥♥
Llegada la noche, la colorada colocó un somnífero en la copa de Ethzard. Necesitaba a su enemigo bien dormido si quería que todo saliera bien. Ahora, la mayor interrogante sería cómo llevarse a Agnese y cómo explicárselo. Satisfecha, escuchó como la cabeza de aquel se golpeó contra el plato vacío. La primer parte de su plan ya había comenzado. Lo arrastró en el suelo y lo echó sobre el sillón. Entre sus camisas colgaba la llave de una delicada cadena de oro. Con delicadeza la robó y bajó rápido al sotano. Agnese estaba dormida sobre un sillón viejo y polvoriento. Tenía hambre, mucha hambre. Ethzard controló todo el día a Jolánka de que no le llevara alimento.
—Agnese, despierta, soy yo. Tenemos que hablar.
La chica se despertó confundida.
—¿Hablar? ¿Sobre qué?
—Es algo complicado, pero espero que puedas comprender. Quizás no a la primera, pero sí con el tiempo. Levantate y ve a asearte, te preparé todo. No te preocupes por ese, no te va a molestar.
YOU ARE READING
La condesa (Reescribiendo)
VampireEl deber de toda mujer es casarse, según dictan los principios para las mujeres de 1.877, y Agnese Fithzerzandvich no es la excepción. Sin embargo ella no desea matrimonio... hasta que conoce a Vladisvlaus Dracullia, un recién llegado misterioso al...
CAPÍTULO XII
Start from the beginning