CAPÍTULO XI

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La vio dormir, sola, y se enamoró aún más. Deseaba con todo su ser estar a su lado, abrazándola y cazar juntos... Pero sabía que era imposible. Pensaba que sería egoísta hacerle daño, apartarla para siempre de su familia, viajando de un lado a otro para disimular la inmortalidad...

 Si Vladisvlaus supiera que los egoístas eran sus padres al entregarla a un joven que no amaba, y que tampoco la amaba a ella... Besó cuidadosamente sus labios, se transformó en una sombr y huyó, sintiendo un gran dolor en el corazón que ya no latía. Todavía quedaba humanidad en el conde. Todavía no podía arrancar de su inmortalidad los sentimientos. Hubiera deseado quedarse un rato más, pero el sol amenazaba con aparecerse, y eso lo destruiría. 

Estaba en un limbo.En un laberinto de mil esquinas y bifurcaciones pero sin salida. Por un lado quería olvidarla, por otro lado quería llevársela. Por un lado quería borrarle la memoria, por el otro lado quería regresar. Por un lado quería seguir con su tormento porque era lo único que lo hacía sentir humano, por el otro quería ponerle un punto final. 

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¿Quién estaba peor? ¿Él por no poder olvidarla? ¿Ella por estar comprometida con otra persona, a quien no amaba? Agnese pensó en huir, en dejar todo atrás y buscarlo. Pero no sabía por dónde. El mundo era inmenso, y ella era solo una chica. Ya no había mucho que pudiera hacer. 

Se sentó en un gran sillón de cuero y esperó a que Jola trajera su té. Su bello rostro ahora estaba demacrado por eternas sesiones nocturnas de lágrimas. Ya no era la misma que antes. Su cabello lucía seco, había perdido tres kilos ya que se negaba a ingerir alimento sólido. Sus ojos verdes, que antes resplandecían, estaban apagados. Su piel lucía muy pálida y se transparentaban las venas más superficiales. Jolanka llegó con el té y una tarta de manzana. 

—Vamos hermana come al menos una porción de tarta. No quieres comer nada que no sea té.

—Quiero morirme ya, Jolanka. Mi vida perdió el sentido cuando se fue y más ahora que me obligarán casarme con ese tipo —sollozó llevándose, por fin, un trozo de comida. 

—Dudo que se haya ido por...—no pudo seguir hablando. 

Levantó la vista hacia la ventana y vio un murciélago espiándolas. No era un murciélago cualquiera. Este animal era más grande que los normales. Este animal tenía un olor particular... a vampiro. La híbrida de cabellos rojizos no tenía un olfato tan bueno como los demás, pero aún así era fuerte. Reconoció ese olor al instante. Ese murciélago era nada más y nada menos que Vladisvlaus. 

♥♥♥ 

Había regresado. Estaba en su casa de nuevo. La espiaba, quería verla por lo menos en la distancia. Su corazón se rompió al verla tan mal, casi como un cadáver. Sabía que si la obligaban a casarse, corría un gran peligro. Jolanka aún trabajaría para sus padres, y no podría protegerla. 

Sus recursos comenzaban a agotarse. Solo pensaba en secuestrarla y contarle la verdad, pero era consciente de los problemas que esto traería. decidió entonces, asistir a la boda, que, curiosamente, la temática de la fiesta era el Carnaval de Venecia. 

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Cualquiera se habría emocionado el día de su boda... Menos Agnese. Agnese solo quería morir. Guardó todos sus vestidos, zapatos y pertenencias en las pesadas valijas, listas para mudarse a su nueva casa. Se negó a comer, solo aceptó beber. Su madre la regañaba a cada cinco minutos, pero a ella ya no le importaba. Si en un mes no conseguía olvidar a Vladisvlaus, su vida llegaría a su fin. Solo debían pasar treinta eternos días y treinta eternas noches para que tome su decisión. 

Se hizo de noche, la hora de su prisión había llegado. Débil por los tres meses sin comer, caminaba apoyada de su padre hasta el altar. El maquillaje con suerte lograba disimular su deteriorado estado producto de la depresión que torturaba su alma. 

Como pudo se mantuvo parada toda una hora, y prácticamente fue besada contra su voluntad. Toda la gente en aquella capilla aplaudía y festejaba, sin saber el infierno en que la estaban condenando. Para que caminara más a su ritmo, Ethzard le dio un disimulado pero fuerte pellizcón en el antebrazo. Ahí, le indicó cómo sería su vida de ahora en adelante. 

Llegaron a la recepción de la boda. Un misterioso invitado fue recibido por Jolánka. 

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—Tenemos que hacer algo lo antes posible —ordenó la hermana—. Le ha pellizcado saliendo de la ceremonia. 

—¿Pero qué puedo hacer? ¿Qué le puedo decir? Si le digo lo que soy me tomará por loco o asesino —contestó molesto Vlad con una copa de vino tinto en la mano. 

—¿Secuestrarla y llevartela al Imperio Ruso? ¿Matar a ese imbécil y hablarle de a poco? Tienes que pensar bien y actuar, no le queda mucho tiempo con nosotros si sigue con ese tipo. 

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Los recién casados entraron a su nueva habitación. Agnese simplemente comió por compromiso, realmente quería matarse de hambre. Sin siquiera hacerle una caricia, sin siquiera darle un beso, Ethzard se retiró los pantalones y la empujó con violencia a un sillón. La chica se golpeó la sien con el apoyabrazo y debido a su debilidad, se hizo un pequeño corte. Intentó levantarse y huir, pero ya era tarde. El chico la agarró del cabello y le dijo al oído, con una voz amenazante que le erizó la piel: 

—Conmigo comerás lo que yo te sirva. Conmigo tendrás relaciones cada vez que yo quiera. Tendrás que preguntarme antes de hacer algo. Si te niegas o te escapas, las consecuencias no te van a gustar, así que tú decides qué hacer pequeña. 

Dicha su amenaza, la tiró nuevamente, esta vez al suelo y le arrancó la falda del vestido. Se le tiró encima y la penetró, con violencia. Ella sufría y lloraba. Él gozaba su victoria. 

—Tu amado ya no estará aquí para defenderte, ¿Qué harás al respecto? Tú nunca significaste nada para él, él se fue con alguien mejor que tú, más bonita y obediente. Eres rebelde y así es como se doman a las hembras rebeldes. Así aprenderás tu lección y espero que seas obediente, o no volverás a ver la luz del día. Durante el resto de tu patética vida, cumplirás mis órdenes... Pero no todo será tan malo, haré cosas buenas por ti. Si haces lo que yo quiero, si eres buena, dócil y cariñosa, tendrás todo lo que quieras. Si sabes lo que te conviene, es mejor que lo hagas. 

Se burló de ella mientras la violaba. Creía que ya tendría todo lo que siempre deseó: a ella, a su sumisa A.F... Creyó estar a solas con ella, pero no fue así. Dos murciélagos contemplaron con furia aquel abuso. 

La condesa (Reescribiendo)Where stories live. Discover now