CAPÍTULO X

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Ahí estaba la chica, mirándose desnuda al espejo y pensando en porqué la había dejado. Algo en su interior le decía que la causa no había sido ella directamente. ¿Qué podría ser entonces? Si todo iba tan bien... 

Cerró los ojos y suspiró pesadamente. Jolánka la interrumpió. La comida estaba lista. 

♥♥♥ 

Ethzard salió de la oficina y, en su carroza, llegó hasta uno de los barrios más pobres de la ciudad. Golpeó una puerta y lo recibió una mujer entrada en años de plateada cabellera.

—Veo un amor imposible —comenzó la señora—. Entre una señorita de su clase y... ¿una bestia? La energía de la otra parte no me deja ver más allá, pero le aseguro, joven Diferzen, que no es nada bueno. Le ruego que proteja a la señorita. 

—¿Protegerla a como dé lugar? ¿Eso incluye hacerla mía? —preguntó, mientras tramaba un plan. 

—Si es posible, mejor. Ella debe estar segura. 

Y salió, convencido de casarse con ella... A toda costa. 

♥♥♥

Vladisvalus se sentó en la rama de un árbol. Oysten, a su lado. Los vampiros se conocían desde hace siglos, eran como hermanos. Vlad le debía su inmortalidad al castaño... Aunque en éstos momentos, su agonizante sufrimiento. 

—No te veo así desde el velatorio de Demetria, ¿qué te sucede? —preguntó su amigo después de un largo silencio. 

—Puedo jurar que es una locura, y desearía que así lo fuera —contestó el Conde. Su amigo quiso seguir escuchando—. Me enamoré de una muchacha que no puedo tener... Es humana... 

—¿Y eso qué? Recuerda que el esposo de Yukatta es humano. 

—A ella no le es difícil controlar sus impulsos. Pero para mí... Desde que olí el dulce aroma de su sangre me vuelvo loco. La amo tanto que me alejé por esa razón, porque no quiero dañarla. 

—Te conozco desde hace tiempo. El suficiente para saber cuando dices que harás algo y termina siendo otra cosa con el tiempo. 

—Pues creo que ésta vez me voy a quedar aquí el tiempo suficiente para olvidarme de Ella. 

♥♥♥ 

Seguía sin dirigir una palabra a sus padres. No hablaba con nadie que no fuera Jolánka. Agnese agarró su caballo y galopó hasta la mansión de Vladisvlaus. Rompió con cuidado una ventana y entró a la propiedad.

Lo buscó por todas partes, con la esperanza de que él mismo se haya recluido en su propia casa, pero no, nada de eso estaba pasando. Se acostó en su cama y respiró los restos de olor que todavía quedaban impregnados. Le daba igual aspirar ácaros, ella solo quería sentirlo aunque sea por su olor. 

Bajó hasta la bodega y abrió una botella de vino. Se sirvió una copa y empezó a beber, imaginando que la compartía con él. Soñar no costaba nada. Un trago tras otro, una copa tras otra, un pensamiento tras otro. Se embriagó por primera vez en su vida. Sin saber que no estaba en su casa, se dejó caer en el sillón de la sala y durmió profundamente. 

♥♥♥ 

—Merkel, lo siento pero no... No puedo hacer ésto, no puedo. Siento de alguna forma que le estoy siendo infiel —se disculpó Vladisvlaus mientras se levantaba de la cama de aquella mujer de cabello rubio. 

—Tienes que dejarla ir ya. Es humana, es un amor prohibido. A veces tienes que aceptar las cosas como son. 

—Me rehúso a aceptar que no puedo tenerla. Estoy enamorado por primera vez desde hace siglos, por ti nunca sentí nada, Merkel, fuiste un pasatiempo. Estaré aquí el tiempo que considere necesario hasta que ella se olvide de mí. 

—Con tu hipnosis puedes hacerla tuya —sugirió la vampiresa, a punto de estallar de celos.

—Yo no soy como tú, Merkel. 

Se alejó del apartamento de su ex amante, de vuelta al de Oysten. Ya casi era hora de cenar. 

♥♥♥ 

Regresó a su casa horas después. Se notaba que tenía una resaca muy fuerte, por lo que evitó encontrarse con sus padres. Para su mala fortuna, ellos la estaban esperando... Con Ethzard. No dijo absolutamente nada y ordenó a Jola que le prepare la tina. 

Hundida en sus pensamientos, visualizó a Vladisvalus junto a ella en ese momento. Imaginó como besos y caricias recorrían sus pieles y sintió un cosquilleo. No se alarmó. Pensó que era algo normal, algo natural en todas las especies.

Lady Fithzerzandvich entró al baño. Lucía muy molesta. La chica aún tenía los ojos cerrados, por lo que no la vio venir. Todavía fantaseaba con Vladisvlaus. 

—¿Qué clase de comportamiento es ese? Una dama de la alta sociedad jamás hace algo como eso. Por poco nos dejas en ridículo... A nosotros y a tu futuro marido —regañó la mujer. Los ojos de Agnese se abrieron al punto de parecer que se saldrían de sus cuencas. 

Escuchar esas palabras fueron como una patada en los riñones. ¿Ethzard? ¿Futuro marido? ¿En qué estaban pensando? Por primera vez, en semanas, habló nuevamente: 

—El joven del que estoy enamorada se fue y no me dejó más que una simple nota. Él es la razón por la que estoy aquí. Bartholomeo pudo haberme matado. Vladisvlaus es a quien amo, y al que mi corazón y mi alma pertenecen. Daría mi vida por estar con él aunque sea por un segundo. 

—¡Olvídate ya de ese muchacho! Vas a casarte con Ethzard te guste o no la idea, y no olvides que debes serle fiel a él, es tu prometido. 

Cuando la mujer se fue, Agnese rompió en llanto. No quería casarse con Ethzard, él no le gustaba. Lo único que quería era estar con Vladisvlaus, con su amor inmortal, jamás había deseado estar con una persona hasta que lo conoció a él. Tres semanas de su repentina partida y no sabía absolutamente nada. El problema, era que cuanto más tiempo pasaba sin su conde, más se enamoraba y más ganas tenía de recibir alguna noticia. 

♥♥♥

Se vio al espejo, mientras Jolánka le acomodaba el vestido y su prima le ponía las joyas. Estaba realmente feliz ese día. El momento que tanto había esperado por fin estaba ahí. Bajó de su pedestal y las abrazó, a ambas. 

Vladisvlaus estaba en la capilla, con una mezcla de nervios y emoción. Sus amigos lo acompañaban desde una de las primeras bancas. Le sonrió al verla llegar, vestida de blanco. Parecía una muñeca. 

—Ésta noche, por fin pasará. Nuestro deseo se cumplirá —le susurró su prometido. 

Sellaron su promesa de amor eterno con un beso, mientras ambos deseaban que llegue el momento más especial de todos. 


Despertó con una gran sonrisa, que se esfumó al darse cuenta que estaba sola en esa cama. Salió al balcón a despejarse un poco. Se acercaba el invierno, y el clima frío de aquellos días la acompañaba en su soledad y tristeza. Derramó una lágrima, y luego otra, y luego otra. Una por una aquellas gotitas saladas cayeron en la niebla.

♥♥♥

¿Comprometerla con Ethzard? ¿En qué pensaban? —reclamó su hermana a Lord F.

—Solo queremos su propio bien. Tiene que olvidarse de ese muchacho, y de la idea de estar con él —respondió el padre. 

—Hay algo en ese muchacho que no me gusta, y yo jamás me equivoco. Está en ti si lo tomas o lo dejas. 

Y sin decir una palabra más, se abalanzó sobre una enrome rata y le clavó los colmillos, succionando hasta la última gota de sangre del roedor. Antes de despedirse para seguir cazando, le mostró el animal seco. 

—Si ésto le hago a un bicho que amenaza la salud de mi hermana, imagina lo que le haría a un sujeto que amenaza su paz. 

Convertida en murciélago, se alejó. 


La condesa (Reescribiendo)Where stories live. Discover now