CAPÍTULO V

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Bartholomeo salió del banco y en lugar de ir a su casa, fue hacia la de los Fithzerzandvich. Tenía en mente un plan infalible, o al menos eso era para él, para tener a Agnese en sus manos. Golpeó la puerta y Jolánka fue a atenderlo. Desde el momento en que lo vio, supo que algo no andaba bien.

Desconfiada, lo llevó a la oficina de Lord Fithzerzandvich. 

—Bartholomeo, qué gusto me da verte —saludó alegre el hombre—. ¿Qué te trae por aquí?

—Quiero saber si tengo el permiso de invitar a Agnese a almorzar a mi casa. Mi cocinera ha preparado una comida para dos. 

—Adelante, llévatela. Después de todo puede que te cases con ella. Si eso pasa, no le prohíbas venir a vernos —accedió mientras prendía un habano. 

Y sin saberlo, había enviado a su hija, su joya más preciada, a la casa de un secuestrador. 

En el camino, la chica no conversaba en lo absoluto. Sólo se limitaba a mirar por la ventana y buscar a Vladisvlaus con la vista. No podía encontrarlo, pero sabía bien que quería verlo. A diario pensaba en él. Sabía que lo que sentía era algo nuevo, pero le gustaba. Como cualquier jovencita enamorada, vivía con la ilusión de que la fuera a buscar con un gran ramo de rosas.

...El problema aquí era que ambos estaban enamorados, pero eran demasiado ciegos e idiotas para darse cuenta... 

Bajaron del coche y Bartholomeo dio el día libre a todos sus sirvientes. Llevó a Agnese al comedor y le ofreció una tacita de café. Ella en cuánto bebió el primer sorbo empezó a marearse y decidió dejarlo, pero éste malhechor la obligó a bebérselo todo. La joven se desmayó. 

Feliz, Lord Stoker la cargó en brazos y la llevó a su habitación. Sólo era cuestión de tiempo a que despertara. Su plan apenas estaba comenzando. 

Pasados quince minutos, ella abrió los ojos y todo a su al rededor estaba borroso. La primera imagen que vio fue la de un hombre sonriendo. En cuanto su visión se aclaró, notó que era Bartholomeo. Y no solo eso. También notó que estaba atada en su cama. Intentó liberarse pero las ataduras se lo impedían, y mientras más se movía, más se ajustaban. 

—Qué bueno es verte despierta, ya me empezaba a preocupar —le sonrió con maldad.

—¿Por qué me trajiste aquí? —preguntó asustada. Su cabeza estallaba debido al desmayo.

—Para pasar tiempo contigo, con mi futura esposa.

—¡Jamás permitiría que mi padre me entregue a un hombre como tú!

—¿Quieres callarte? No hables si yo no te lo pido. Ahora lo que quería hacer...

Empezó a acariciar su cuerpo por encima del vestido. A Agnese, eso le parecía desagradable e indebido. Se sacudía para liberarse, pero le era casi imposible. Empezó a girar sus muñecas, con desesperación. Las cuerdas quemaban al roce con su delicada y blanca piel, pero no dejaría que su preciosa virginidad le fuera arrebatada. Esa abeja no era digna de su miel. Por fin logró liberarse, pero Stoker la sostuvo con sus manos. Nuevamente la durmió. 

Pasaron veinte minutos cuando despertó, y nuevamente estaba atada. Ésta vez no había nadie en la habitación. Aprovechó la soledad para liberarse de sus ataduras. Logró hacerlo y decidió bajar sigilosamente las escaleras, pero para su mala fortuna Bartholomeo las estaba subiendo. Él corrió cuesta arriba y la chica se encerró en el cuarto. Puso una silla para impedir que éste la abriera.

♥♥♥

Jolánka ya no podía más con ese mal presentimiento que la invadía desde temprano. Decidió ir a buscar a Vladisvalus para confirmar su sospecha. 

La condesa (Reescribiendo)Where stories live. Discover now