Y esto no era lento como lo había hecho al principio. Mis rodillas se clavaban en el colchón, y mis caderas lo hacían con ella. Apreté sus manos contra la almohada, pero no por mucho, porque comenzó a arañarme la espalda con las uñas y a gemir un poco más alto de lo normal. La besé, dejando que ahogara su voz en mí, apretando mi trasero con las manos hasta llegar abajo, y la velocidad aumentada cada vez que un gemido nuevo de Camila salía de su boca, y yo no podía más, y ella tampoco porque bajo mis labios estaba llegando a su orgasmo, y yo acababa de tener el mío, quedando apoyada en el colchón, recobrando la respiración, aunque mis caderas seguían moviéndose un poco para que el placer durase hasta el último segundo.

-Madre mía... -Jadeó ella por el cansancio, sonriendo, algo ida. Me tumbé boca abajo a su lado, bostezando un poco y ella volvió a ponerse encima de mí. –Lauren, arriba.

-¿Más? –Abrí los ojos girando un poco la cara para mirarla, y escuché aquella risa en voz baja.

-No, tenemos que poner los regalos en el árbol. –Arrugué la nariz, soltando un suspiro final. –Vamos, tienes que vestirte o Maia cuando venga mañana nos verá desnudas.

-Está bien. –Salí de la cama y cogí ropa interior limpia, para mí y para Camila, mi pantalón de pijama azul con rayas y una camiseta de manga corta, mientras que Camila llevaba un jersey verde claro y unos shorts blancos.

Comenzamos a poner los regalos en el árbol, y Dash dormía junto a este, así que nos miraba sin decir nada, aunque no me extrañaría que empezase a ladrar en aquella ocasión, siempre tan oportuno.

-¿Qué me has comprado? –Dijo Camila mirándome, y me encogí de hombros.

-Tendrás que verlo mañana. –Había tantos regalos que no sabía si cabrían todos.

-¿Quieres saber lo que te voy a regalar? –Subíamos las escaleras y yo aún no había procesado bien el orgasmo.

-Pero es que... Yo no quiero nada. –Abrí de nuevo el edredón en la cama y me metí en ella, con Camila a mi lado. –Nunca pido nada, pero el año pasado pedí una novia que estuviese buena y me la han regalado.

-Eres idiota. –Camila se dio la vuelta y la abracé fuerte contra mí.

-Pero es verdad. Estaba en casa de Dinah y me regaló un exprimidor de maracuyás, y le dije: "el año que viene quiero una novia", y me trajeron una novia. Además he tenido buen sexo.

-Pues te aguantas porque tienes regalos. Míos y de Maia, aunque los de ella son... Bueno, ya lo verás. –Asentí, pero yo estaba ya casi dormida, y ella sólo pudo darme un pequeño beso en los labios.

-Buenas noches Laur.

-Buenas noches Camz.

* * *

-¡Mami ha venido Santa! –Camila estaba ya incorporada, y Maia tenía los brazos alzados mirando a su madre. Levanté la cabeza aún dormida, y sonreí por la estampa, porque detrás, por el ventanal, la nieve caía sobre el puente y la bahía estaba casi congelada.

-¿Quieres que vayamos a ver los regalos? –La latina sostuvo entre sus manos el rostro de su hija, que asentía y yo me estiré hacia ella aún con la cara de dormida.

-Feliz Navidad Mai. –Maia se subió a la cama como pudo y se puso de pie tirándose encima de mí.

-¡Feliz Navidad, Lauren! –Le di un beso en la frente, y Camila se echó por el otro lado encima de mí, quedando atrapada entre las dos.

-Mira, somos una trenza. –Maia y yo miramos a Camila en silencio sin entenderla. –Porque estamos dos Cabellos enredadas. –La miré un momento hasta soltar una carcajada, negando por lo malo que era el chiste.

a coat in the winter; camrenWhere stories live. Discover now