Capítulo Dieciocho

Start from the beginning
                                    

- ¿Y qué tiene eso de malo? Todos deberíamos de preocuparnos de nuestro bienestar si se trata de salvar nuestro pellejo. Además... Él no me quería hacer daño, lo sé porque...

- Porque le gustas –me interrumpió antes de que fuera capaz de decirlo. Aún no podía asimilar que yo de verdad le gustara a Eric- Por eso lo sabes ¿No? Siempre le gustaste, o es lo que él quiere hacernos creer.

Max estaba evitando nuestro contacto visual, se dedicaba simplemente a mirar a su alrededor, en donde había prácticamente nada. Tenía ambas manos puestas sobre su cadera. Parecía tan furioso y tenso que llegaban a marcarse sus venas por sus brazos.

- Te gusta ¿No? Es eso, por eso siempre lo defiendes, por eso siempre le ves el lado bueno a las cosas ¿Te gusta Eric? ¿Sientes algo por él?

- ¿Qué? –solté inconscientemente una risa incrédula- ¡Claro que no! ¿De dónde sacas eso? Simplemente creo entenderlo, creo saber por qué hizo todo esto.

- Lo sabía. Lo supe desde que estuvimos en la cabaña. A él lo miras de forma distinta a como me miras a mí.

Abrí mi boca para protestar, pero luego volví a cerrarla. ¿De qué estaba hablando? ¿En serio estábamos teniendo una discusión sobre esto? Me crucé de brazos frunciendo mi ceño mientras lo miraba fijamente, como si estuviera estudiando su comportamiento, el mismo que tendría un niño cuando su primo recibe más dulces de lo que él recibió. Estaba celoso.

- Está todo claro.

Dijo antes de comenzar a caminar. Parpadee un par de veces para luego darme cuenta de que Max se estaba alejando de mí, que ni siquiera caminaba en dirección hacia la cabaña, si no que a otro sitio. Rayos, se había tomado todo demasiado en serio. Corrí tras él y lo tomé forzosamente de su brazo para detenerlo, en cuanto lo hizo, lo abracé con fuerza por su espalda.

- No seas idiota. Claro que a él lo miro distinto, porque tú a mí me gustas. Yo te quiero y estoy enamorada de ti, por él no siento nada, solo simple simpatía. Las miradas tienen que ser distintas.

Un silencio nos invadió a ambos. Esperaba, muy en el fondo de mi corazón, que él me respondiera de la misma forma. Que me dijera que estaba enamorado de mí, que le gustaba, que no quería perderme, o todo el montón de cursilerías que las chicas de mi edad recibían de sus novios 'normales'. Yo quería tener un noviazgo normal, quería que hiciéramos el montón de cosas que aún no hacíamos, sin tener que escapar de sus padres, ni de mi inminente muerte. Sentí la mano de Max apoyarse sobre la mía, separando mis manos, para luego girarse y pasar ahora sus brazos alrededor de mi cintura y apegarme contra su cuerpo en un abrazo.

- Eres muy importante para mí, lo sabes ¿No?

Suspiré débilmente y asentí. Él no lo diría. No podía decir algo que no sabía que sentía.

- Lo sé. Tú también eres importante para mí.

Pasamos horas juntos, conversamos, nos divertimos, he hicimos como si entre nosotros nada pasara, como si nuestras vidas no corrieran peligro a cada segundo que pasaba. Decidimos volver a casa cuando vimos que el sol ya se estaba poniendo, era hora de comenzar a armar un plan para nuestros futuros, ¿Seguir escapando o enfrentarnos a nuestra realidad? Eran dos opciones que fueran lo que eligiéramos, nos traerían grandes consecuencias. En cuanto comenzamos a acercarnos a la cabaña, supimos que algo iba mal, las luces no paraban de parpadear y la puerta principal se encontraba a medio abrir. Ambos salimos corriendo en dirección a esta y en cuanto pusimos un pie dentro, alguien me tomó por la espalda, inmovilizando mis brazos y tapándome la boca con un paño que contenía algún líquido extraño, porque en menos de lo que pude darme cuenta, me desvanecí.

Los Warner #1: ¿Podrás ser salvada?Where stories live. Discover now