Capítulo 3: Monstruo

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-Eres muy amable, pero no tengo fuerzas suficientes para bajar, por lo que lo tendrías que hacer tú. No puedes tirarte al suelo y hacer de almohada.

-Soy lo suficiente resistente para bajarnos a los dos. -replico. Me encaramo a la rama que le sujeta la columna y empiezo a desatar las cuerdas que están enredadas.

-Me va a costar más de lo que pensaba, pero lo conseguiré. -le digo, ahora con su rostro a un metro de mí.

Su cara está muy sucia, el pelo lleno de cacas de pájaro y de ramitas secas que han caído. Pero debajo de todo eso, se puede ver el gran parecido que tiene con Christopher.

Cuando termino de desatarlo, me aseguro de sujetarle bien los brazos para que mantenga el equilibrio en la rama. Se sienta sobre ella y apoya la cabeza en el tronco.

-¿Estás bien? –le pregunto.

-Estupendamente.

-¿Quieres que bajemos ya?

-No vas a poder con los dos, repito. –cierra los ojos.

-Y yo te vuelvo a repetir que sí. –replico.

-¿Cómo te llamas? –pregunta.

-Willow.

-¿Cómo el árbol?

-Exactamente lo que dijo tu hermano.

-A veces pasan esas cosas. Solo que yo no soy como él, soy más amable.

Le miro y creo que dice la verdad. Lo normal es que al ser hermanos tengan personalidades parecidas, pero el chico no es un egocéntrico.

-Sí, al menos no me has drogado con una flauta –me río.

-¿Con la flauta? ¿Ya lo ha hecho? –me pregunta, muy serio.

-¿Si ha hecho qué?

-Esa flauta solo trae problemas. Yo acabé colgado del árbol por intentar destruirla.

Ahora sí que me da pánico compartir siquiera la misma habitación que Christopher.

-Vamos a bajar ya –digo, cambiando de tema.

-Oh, venga...

-No quiero hablar. Baja.

Tiene las fuerzas suficientes como para bajar, así que lo hace. Yo le sigo a un par de metros de distancia.

Cuando bajamos, le pregunto su nombre.

-Me llamo Killian. Encantado, sauce.

-No me llames así. –digo, poniendo los ojos en blanco.

Sonríe mirando al suelo. A los pocos segundos se desploma a los pies del árbol. Voy corriendo a ayudarle a levantarse, pero casi está inconsciente. Necesita agua y comida, pero lo primero es tumbarle en una de las camas que hay dentro del lugar extraño. Lo llevo medio arrastrando, medio sujetado por los pasillos hasta que encuentro un dormitorio. Le dejo tumbado en la cama, para que pueda ir a buscar algo de comer y beber. No sé cómo, consigo salir de ese sitio y llego al campamento de los niños. Christopher está haciendo una especie de cesta entrelazando ramitas verdes. Me acerco a él y no le da tiempo apenas de mirarme, porque le doy una bofetada y le tiro al suelo.

-¡Tu hermano está agonizante y lo único que se te ocurre es hacer cestas! Dame ahora mismo agua y comida. Te vienes conmigo. –le digo.

Él tiene una mueca divertida en el rostro todo el rato. Ni siquiera puede tomarse en serio esto.

-Te dije que te ibas a encargar tú de él. –dice. A continuación, me coge del cuello de la camiseta y acerca mi cara. –No vuelvas a pegarme, o tendrás un castigo peor que el de Killian.

Aparto sus manos de mi cuello y le miro con desprecio.

-Eres un engreído.

Me doy la vuelta y pido ayuda a uno de los niños, que me da comida y agua con una gran sonrisa.

Vuelvo corriendo a la habitación de Killian y le pongo el agua en los labios. Vuelve a estar consciente. Come las frutas que le he traído con ansia, pero no le dejo que abuse. No tiene que atiborrarse, solo conseguir que la sangre le circule por el cuerpo de nuevo.

-Muchísimas gracias, no sé cómo podría pagarte.

-No seas tonto. No he hecho nada digno de mención.

Apoya la espalda en la cabecera de la cama, y se acerca a mí. Me coge las manos y se las lleva a los labios.

-Me has salvado la vida, Willow. Eres demasiado modesta.

Cojo un trapo que encuentro y lo mojo en agua. A continuación, le limpio el pelo y la cara, para que al menos no huele tan mal. De una cosa estoy segura, y es que no voy a ducharle. Le limpiaré la cara, el pelo y los brazos, y no bajaré de ahí. En cuanto se recupere podrá valerse por sí mismo.

En ese momento, Christopher entra en la habitación. Suelto la cabeza de Killian y me levanto inmediatamente.

-¿Podemos hablar fuera? –me pregunta.

Asiento y salgo con él.

-¿Por qué has venido? No te importaba.

-Aunque lo desprecie sigue siendo mi hermano. ¿Cómo está?

-Traumatizado gracias a ti.

-Se lo buscó él solo. Killian hizo algo que...

-Ya me lo ha contado. –le corto.

-Ah. –dice. Mira al suelo. –No todo lo que te cuente es verdad, ¿vale?

-No me ha dicho para qué sirve la flauta, si es lo que te inquieta.

Me mira durante un instante, y luego se da la vuelta y se va.

Los días siguientes voy por la mañana a la habitación de Killian, con algo para entretenernos, porque no salgo hasta que anochece. Si hubiera una silla, un sofá o algo así, me quedaría a dormir con él. Pero solo está la cama, ya ocupada. Y no pienso acostarme con alguien al que acabo de conocer. Además, no le hace falta nadie para que esté cuidando de él. Nos lo pasamos bien todo el día, y no nos hace falta la noche.

En toda la semana, como no salgo, y Christopher no viene a ver su hermano, no le veo. Y me alegro. Es como si estuviera en casa, estar con un amigo y reírme, siendo yo misma. Son como unas vacaciones de mi mente, en la que dejo de pensar dónde estoy, y solo me concentro en cuidar a Killian.

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Sé que me he retrasado un día más de lo previsto y lo siento muchísimo, de verdad. pero he tenido una semana demasiado movida. Lo importante es que aquí está. Disfrutad!!


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