-Buenos días Aurora. –Sonreí, haciendo clara referencia a la Bella Durmiente, que ella conocía bien, por lo que rio.

-¿Si yo soy Aurora, tú eres Felipe? –Se sentó en un taburete y le puse el desayuno en la mesa, que me agradeció apretando mi mano por encima de la mesa.

-Me conformo con ser un pajarillo del bosque, pero sí. –Sonreí sentándome con mi plato en la mesa, tomando un sorbo de café.- ¿Sabes que Maia sabe encender la tele ella sola? –Camila se puso una mano en la boca para evitar reírse, mientras yo le echaba un poco de zumo en el vaso.

-Es muy lista. –Nos quedamos mirándola mientras veía la tele, aunque se quedaba embobada a momentos sin siquiera masticar.

-Tienes mucha suerte de tener una hija así. Es decir, no he visto una vez que hayas tenido que regañarle. –Volví a mirar a Camila mientras comía, cogiendo la taza. –Y tiene cuatro años. –Camila sonrió bebiendo de su vaso, ladeando la cabeza.

-Odio a mi ex novio por dejarme embarazada, pero me dio a Maia, y aunque todo fuese duro por eso... No me arrepiento. ¿Entiendes? –Ella se giró hacia mí, y negué al mirarla.

-No, no lo entiendo. No soy madre. –Me encogí de hombros con una sonrisa, cortando un poco de beicon del plato. –Pero sí comprendo la situación.

-Algún día lo serás y lo entenderás. –Me atraganté mientras bebía café, dejando el vaso en la mesa y poniéndome un paño en la boca. -¿Qué ocurre? –Me cogió la mano por encima de la mesa y yo casi no podía hablar.

-¿Algún día seré madre? –Cogí de nuevo el tenedor, y Camila abrió los ojos al escuchar lo que había dicho.

-Es decir... Ha sido confuso. No quería que sonase a que vamos a tener una familia, ni presionarte, ni nada de eso con el futuro. –Para nada era eso. Es más, me hacía ilusión tener una familia, hijos, etc. Pero sabía que nunca lo tendría, de hecho me había hecho a la idea antes de conocer a Camila.

-No, no me agobias, Camila. Sólo no me esperaba eso. –Camila soltó una risa, y sacudió la cabeza algo aturdida. –Por cierto, voy a Miami esta semana, pensé que podríais venir conmigo. –Ella se quedó en silencio, con el vaso de zumo en la mano. –Sólo si quieres, creía que sería bueno que vieses a tus padres.

-Sí... -Asintió, pero miró a Maia apoyando la barbilla en la mano. –Pero no tengo dinero para pagarme un vuelo a Miami. Dos vuelos a Miami, además.

-¿Quién dijo que los ibas a pagar tú?

* * *

Camila's POV

Tras muchos intentos, me convenció y llegamos a Miami. Nos cambiamos porque, del frío intenso de Portland al calor veraniego de Miami había un gran trecho, incluso Maia lo notaba.

-Mami, hace mucho calor aquí. –Dijo Maia mirándose los zapatos, que eran unas sandalias rosas, a juego con su vestido. Nunca llevaba vestido, y era normal, porque en Portland era congelarse de frío.

-Lo sé, cariño. –La llevaba de la mano, y Lauren caminaba a nuestro lado, observando la escena con algo de curiosidad y una sonrisa en los labios. –Pero podremos ir a la playa, ¿quieres? –Añadí.

-¡Sí! –Respondió Maia alzando las manos, y solté una pequeña risa al escucharla.

Llegamos a una casa frente a un canal de agua de mar, bordeado por césped, y suspiré en la puerta del jardín.

-¿Preparada? –Preguntó Lauren en voz baja, y asentí caminando por el césped. Noté que mis manos temblaban un poco, y una de sus manos se acopló en su cintura, dándome un beso en el hombro antes de que llamase a la puerta. Unos segundos después, mi madre, una mujer bajita, de pelo rubio, con gafas pequeñas y rectangulares abrió la puerta. Su primera reacción fue taparse la boca con la mano, y Lauren cogió a Maia de la manita, retirándola un poco de la escena y sin dudar fue con ella.

a coat in the winter; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora