CAPÍTULO 31: JURAMENTO DE HIPÓCRATES

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Capitulo 31: Juramento de Hipócrates

Pov Bella

—Tienes que vivir, ni se te ocurra dejarme sola otra vez con un nuevo hijo al que cuidar ¿me escuchas...?— le decía desesperada mientras buscaba una herida que maldita sea ¿dónde estaba?, y le practicaba las tareas de reanimación mientras Alice, que se me había unido, me decía algo que no escuchaba. De repente sentí que él me cogía la mano y de nuevo mi corazón que se había quedado parado comenzó a latir.

—Tranquila mi amor, estoy bien —me contestó mientras se recuperaba del estado de inconsciencia acariciándome la cara—. Te lo hubiera dicho antes si me hubieras dejado hablar corazón. No estoy herido, por lo menos no me duele nada, solo me golpeé la cabeza y quedé un momento inconsciente —cuando le escuche decir esto le abrace llorando amargamente mientras él me besaba el pelo y me tranquilizaba.

—¿Recuerdas cómo te llamas?, ¿sabes quién soy yo?, ¿cuántos dedos hay aquí? —iba haciéndole las preguntas que normalmente se hacían después de sufrir un golpe con pérdida de conocimiento, todas a la vez, presa de los nervios que había pasado.

—Por supuesto que sé quién eres mi amor— respondió incorporándose un poco—. Y por supuesto que sé cómo me llamo y ahí hay cuatro dedos, pero...—Lo miré aterrada, ¿cuál era el problema?— ¿qué me decías de dejarte sola otra vez con un nuevo hijo al que cuidar? —me preguntó muy bajito, solo para mí, mientras se incorporaba del todo y me miraba con los ojos vidriosos.

—Bueno de eso ya hablaremos en otro momento ¿te parece?—contesté compungida y en el mismo tono de voz, lo que menos quería era que Emmett, Rose,  Kate, Garrett y Jacob lo supiesen de esa manera. No era así como había planeado que se enterara ninguno. Aunque no había de que preocuparse ya que Emmett estaba abrazando a una temblorosa Rose e intentando calmarse al mismo tiempo y lo mismo hacia Garrett con Kate. Lo cierto es que en la sala se respiraba tensión.

—Si es lo que pienso, es la mejor noticia que podrías darme mi hermosa y dulce Bonnie —me dijo muy bajito en mi oído para que nadie pudiera escuchar y abrazándome fuertemente con lágrimas en los ojos.

—¿Cómo que Bonnie?—pregunté desconcertada.

La esposa de Clyde, los bandoleros... —me aclaró— Bella por Dios ¿te puedes hacer una idea de cómo lo he pasado viéndote apuntar a Tanya con esa pistola y ella a ti?, temí por tu vida. No me lo vuelvas a hacer ¿de dónde sacaste tanto valor?

—No sé, supongo que la rabia acumulada de tantos años contra ella, que me salió entera —le dije.

—Espero que tenga licencia de armas Doctora Masen — dijo el Juez, interrumpiendo nuestro pequeño momento privado—, no me gustaría tener que arrestarla.

—Sí la tiene —salió Jacob en mi defensa—. Yo mismo le di el arma y le proporcioné la documentación necesaria, el permiso y la licencia especial para que la pudiese llevar en cualquier momento, lugar y situación, solo para que la utilizara en defensa propia claro está. A la vista está el motivo...

—Y usted señora Swan –preguntó dirigiéndose a Rosalie.

—Yo mismo le di el arma a mi esposa e igualmente le saqué la licencia especial y me atengo a lo dicho por el agente Black, a la vista está la necesidad de que la tuviera –dijo mi hermano.

—Bella —me dijo Jacob que estaba sujetando a Tanya pues todavía se revolvía contra mí como un león encadenado—es Tanya la que acabó malherida, cuando la bala se disparó iba hacia ella. Alice ha vuelto a ayudar a atender al policía que está bastante mal. Lo digo por si quieres echarle un vistazo o esperamos a la ambulancia.

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