Capítulo 13

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La alarma había sonado ya y por primera vez en mucho tiempo nadie estaba allí para despertarlo. No gritos, no sacudidas de la nada, ni destaparlo para que muera de frío, ni siquiera nadie había prendido la luz de su habitación. Se sintió extraño, porque por mucho que dijera odiar esas cosas, eran pequeños detalles que le hacían saber que le importaba a sus amigos, y ahora eso parecía haber desaparecido. Tal vez no era nada, ellos quizá se habrían quedado dormidos y él se había levantado a horario. O quizás que ellos ya no harían esas cosas por él. Se sentó en la cama y en el suelo pateó una pequeña caja. <Oh, eso> pensó. Volvió a patearla para algún lugar de su habitación para luego dirigirse hacia el baño. Luego de estar preparado para un nuevo día en lo que -él pensaba -se convertiría en el infierno, bajó para preparar su desayuno, pensando que sus amigos tal vez estuvieran allí, pero no lo estaban, sino que se encontraba su madre. ¿Qué hacía ella ahí? Normalmente dormía un par de horas más antes de salir a trabajar. Claro, si no era que él, Rubén y Mangel no la despertaban con sus típicos gritos de las mañanas, sin importar si eran vacaciones o no.

-¿Mamá?

Ella se dio la vuelta y sonrió.

-Buenos días, Guille.

-¿Qué haces despierta? -preguntó sorprendido. -puedes dormir más, anda, ve. Yo me encargo de esto. -dijo acercándose a ella, pero se negó. Después de todo, su desayuno tan sólo era una fruta cortada y un tazón con cereales.

-Quiero que hablemos. -así que esa era la razón por la que se levantó temprano... -toma asiento, cariño, ya está listo. -sonrió.

Mientras su madre servía su desayuno y el de ella, Guillermo sentía que esos eran los minutos más tensos que había tenido en días, incluso después de lo de Samuel, esto le ganaba por mucho. Odiaba cuando su madre pronunciaba esas palabras, era como si todos sus sentidos se alarmaran y gritaran al mismo tiempo "corre", pero no podía hacer eso, podría escapar de esa charla por unas horas, aunque eso solo haría peor lo que vendría después.

Suspiró.

-¿Sobre qué quieres hablar? -preguntó mientras jugaba con sus cereales como un niño.

-¿Qué ocurre? -dijo con ese tono dulce que ella solía emplear cuando él era pequeño. -tus amigos ayer parecían preocupados, hasta tuve que sacar a... ¿Alex? De la casa. -ambos rieron.

-No ocurre nada. -mintió.

-Soy tu madre, Guillermo. -le regañó cariñosamente. -Sabes que puedes contarme lo que sea, incluso el porqué tu cara está en ese estado.

Guillermo suspiró y respiró hondo.

-Samuel volvió.

Su madre se puso pálida, como si hubiera visto un fantasma, sentía que le faltaba el aire. No podía creer que él estuviera allí de nuevo.

-Oh. -fue lo único que pudo decir. -¿Cómo lo sabes? -preguntó rogando porque sea una equivocación.

-Va a mi misma universidad y... ¿ves mi cara? No nos dimos caricias justamente, incluso se atrevió a hacerse el ofendido. -rió sin ganas. -¡como si yo tuviese la maldita culpa! -dijo haciendo el mismo gesto que utilizaba de pequeño cuando algo le parecía absurdo. -yo no fui quien se fue y no buscó forma de contactarse. -Su madre se quedó callada, nuevamente el sentimiento de culpa la comía por dentro.

Diez años atrás, la madre de Guillermo, se encontraba en la situación de siempre estar consolando a su hijo por la ida de Samuel, el niño ni siquiera quería asistir al colegio, se negaba a ir a un lugar en donde no estuviera con su mejor amigo. Todas las mañanas era la misma pelea, las mismas lágrimas corriendo como un río en las mejillas abultadas de Guillermo llorando una y otra vez que extrañaba a Samuel.

Diez Años Después.  [Wigetta]Where stories live. Discover now