Capítulo 9

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Si los amigos de Guillermo estaban preocupados antes de que volviera a ver a Samuel, ahora que habían visto su reacción lo estaban el triple. Bien podría estar a los besos y en una situación que se les podría ir de las manos a ambos, como también liándose a golpes por el suelo. Ambos optaron por la segunda, y vaya que habían acertado. Rubén, Mangel y Alex recorrieron la universidad a los apurones y chocándose con varias personas mientras buscaban con la mirada a cierto pelinegro que había salido corriendo muchos minutos atrás, quizás vaya una hora de que no tenían noticias de él y eso comenzaba a preocuparlos aún más.

Casi más de media hora había pasado desde que el trío de amigos había comenzado a buscar a Guillermo y parecía que el pelinegro se había desvanecido en el aire, no contestaba su teléfono, no respondía a los mensajes y ni hablar de volver a buscarlos. No daba una puta señal de vida y Alex parecía ser el más afectado por eso y es que, era lógico, él había sido su pareja, lo había amado y se había separado por culpa de la misma persona que ahora había corrido a Guillermo como loco. ¿Cómo no querían que el pobre se preocupara? Estaba de los nervios.

–¿Y si le ha hecho algo? –volvió a repetir por séptima vez en menos de diez minutos. –¿Y si lo ha golpeado tanto que ahora Guillermo está inconsciente?

–¿Podrías callarte, por favor? –dijo Mangel exasperado. ¿Qué tenía con los golpes este tío?

–No le hables así, Mangel. –lo regañó Rubén. –él también se preocupa por Guille ¿sabes?

–¡Pero hace diez minutos que está así! –volvió a decir.

–¡Porque está preocupado! –gritó. Mangel bajó la mirada. –ahora sigamos buscando. No me mola para nada esto.

Era la primera vez que Mangel veía a Rubén tan serio, si bien habían estado varias veces en situaciones parecidas, jamás el causante había sido Samuel, por lo que agravaba más el estado de ánimo del más alto. Mangel estaba molesto. Molesto por la actitud de Guillermo desde siempre, molesto porque su amigo no confiaba lo suficiente en ellos como para contarle la realidad de las cosas hasta esos momentos, siempre dejaba alguna que otra cosa de lado y lo sabían, y por sobre todas las cosas estaba molesto por la forma en la que Rubén consolaba y defendía a Alex. El chaval desaparece durante dos años y todos lo reciben como si nada hubiera pasado: besos, abrazos, bromas y sonrisas ¿Qué cojones les pasa a todos a su alrededor? ¡Si después de que él se marchara Guillermo había empeorado! Oh, pero claro, nadie vaya a hacer sentir mal a la pequeña pulga que ahora tenía Rubén en brazos. ¡¿En brazos?!

–¿Quieren que los deje solos? Parecen querer un tiempo a solas. –comentó de mala gana. No le importaba que Alex estuviera a nada del ataque de nervios, ni mucho menos la forma en que temblaba y pequeñas lágrimas salían de sus ojos por la impotencia de no saber qué diablos hacer para poder ayudarles a encontrar a Willy. Le importaba que aquella pulga que vaya a saber de qué perro había salido ahora estaba en brazos de su Rubén.

–¿Te parece que es momento para bromear? –a Rubén comenzaba a molestarle realmente la forma en que Mangel estaba tratando a Alex. ¿Qué le había hecho el pobre chico? Exacto, nada. Y sin embargo el de lentes parecía empecinado en hacerle sentir mal a cada momento que pasara.

–Sólo digo lo que parece. –volvió a mirar mal a Alex y el muy hijo de puta sólo abrazó a Rubén más hacia él.

El de mayor altura lo miraba con ternura, se sentía feliz de que, a pesar del tiempo que había pasado y de que él había sido quien rompió con su amigo luego de una relación bastante larga, todavía se preocupara así por el pelinegro. Y si bien luego de su partida la vida de Guillermo había ido en picada, algo había cambiado en él y aquello era gracias al pequeñajo que ahora estaba en sus brazos.

Diez Años Después.  [Wigetta]Where stories live. Discover now