Lauren's POV

A la salida del colegio esperaba a Maia bajo el paraguas, y moviéndome un poco porque hacía bastante frío aquél día. Tras las puertas del colegio, vi cómo Maia salía sollozando con la cabeza agachada haciendo pucheros.

-Hey, hey, hey. -Me agaché para estar a su altura y cubrirla con el paraguas, quitándole las lágrimas de los ojos. -¿Qué ocurre?

-Billy me ha manchado los zapatos de barro, me ha dicho que mami no me quiere y luego me ha pegado. -Cogí con un brazo a Maia que se abrazó a mi cuello, enterrando la cabeza en él sin dejar de llorar.

-¿Quién es ese Billy? -Señaló uno de los niños que quedaban dentro de la escuela, y caminé hacia dentro cruzando el patio mojado por la lluvia hasta llegar a la entrada exterior que tenía. -Tú, ven. -Le puse una mano en el hombro llevándomelo a una zona más apartada, donde no nos viese nadie. -Cuántos años tienes.

-Ocho. -Dijo el niño, y yo apreté los dientes.

-¿Y te parece bien meterte con una niña que está en pre-escolar? -Él se encogió de hombros. -Cuando era pequeña mi padre me daba unas hostias más grandes que tu cara, niño. Eso es lo que te hace falta. Así que como te vuelva a ver acercarte a ella, hablarle, o tocarla, vendré y te mataré. -Sonreí asintiendo con Maia en brazos. -Te daré un guantazo con la mano abierta que te vas a hacer un hombre. Igual hasta te aceptan en el ejército. -Él se pegó contra la pared con el ceño fruncido. -Y lo digo en serio. -Coloqué a Maia mejor en mi brazo y salí de allí con el paraguas en la mano y la pequeña sollozando contra mi cuello, que se abrazaba a este con sus bracitos. La dejé dentro del coche y le puse el cinturón, levantándole luego la cabecita con un dedo en la barbilla. -Eh, ese niño es idiota, ¿vale? No va a volver a decirte nada. -Le di un beso en la cabeza y me senté delante para empezar a conducir, pero ella parecía seguir triste, y lo entendía. Era muy pequeña y cuando le decían esas cosas le dolía, le dolía porque para ella su madre era algo superior en su vida, adoraba a Camila y en cuanto escuchó aquello se puso a llorar. La miraba por el retrovisor, y ella se miraba las manitas y movía los pies, y efectivamente estaban manchados de barro.

Cogí a Maia en brazos de nuevo, y crucé el pequeño jardín al llegar a casa. Llamé a la puerta y un profundo olor a comida casera llegó hasta mí. Casi me pongo a llorar porque desde que me fui de casa, sólo comía pescado, pollo y verduras. No debería haber aceptado comer con ella. Dejé a Maia sobre el felpudo, y Camila miró para preguntarme qué pasaba, pero yo negué.

-¿Qué pasa, cariño? -Se arrodilló delante de Maia y le desabrochó los zapatos, cogiendo su mano para luego entrar en casa. Dejé el paraguas en la entrada y Camila cogió a su hija en brazos.

-Billy le ha manchado los zapatos de barro, ha dicho que tú no la quieres y... Le ha pegado. -Camila levantó la cabeza para mirarme a los ojos, y luego le dio un beso en la frente.

-Lavaremos los zapatos, por eso no hay problema. Y yo te quiero mucho, ese niño es un mentiroso. Soy tu mamá, ¿recuerdas? -Camila entró a la cocina, poniendo a Maia en la mesa, en la silla más alta. -Y si te ha pegado, iré yo a hablar con él.

-Ya lo he hecho yo. -Fruncí el ceño cogiendo las zapatillas que me dio Camila y se las puse a Maia con cuidado poniéndome de rodillas, mientras su madre le echaba comida en el plato.

-No le habrás pegado, ¿verdad? -Camila alzó las cejas poniendo mi plato de pollo y verduras en la mesa, y en ese momento quería lanzar el plato por la ventana.

-Camila, cuando yo era pequeña mis padres si no me portaba bien me daban un buen guantazo. Y dime que a ti no te han hecho eso. -Ella se quedó en silencio y nos sentamos a la mesa, mientras ella comía. -Pues yo nunca le he faltado al respeto a mis padres porque sabía que si lo hacía venía el guantazo del siglo. -Camila se aguantaba la risa y podía verlo, mientras echaba agua en los vasos. -Y si sacaba malas notas, castigada un mes sin jugar al fútbol y bronca. ¿Ahora qué pasa? Los padres van a hablar con el profesor para echarles la culpa de que su hijo es inútil. -Negué cortando un trozo de pollo y suspiré, mirando el plato de Camila.

a coat in the winter; camrenUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum