Capítulo 1

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Camila's POV

La luz comenzaba a colarse entre las cortinas que adornaban la ventana, y se reflejaba en las sábanas blancas, limpias, tersas, que cubrían la cama. Poco a poco, iban avanzando, y el sol comenzaba a verse tímido aquella mañana, aunque pronto paró siendo ocultado por las nubes que pasaban casi intentando que no disfrutásemos del sol.

Llevaba esperando a que amaneciera horas, sin poder cerrar los ojos, sin poder dormir apenas. Se me hacían duras y largas las noches en vela, hasta que por fin llegaba la mañana.

-Maia... -Susurré inclinándome en la cama. La pequeña giró su cuerpo hacia mí y me cogió de la mano con el ceño fruncido. -Maia, vamos, arriba corazón. -Le di un beso en la mejilla y ella se removió un poco. Tenía cuatro años, pero lo que tenía claro es que ella no quería ir a la escuela. -Maia, tienes que ir al cole. -Ella se levantó, frotándose un ojo con el puño, y rodeó mi cuello con los brazos.

-No quiero ir al cole... -Decía aún dormida, y me levanté con Maia en brazos, sintiendo su cuerpo temblar un poco de frío. El pijama de color morado se subía por su espalda al estar tumbada, y la senté en la silla de la habitación.

-Tienes que vestirte, cielo. -Le dije quitándole la camiseta del pijama con cuidado, sacándola por su cabeza intentando no hacerle daño. Ella cerraba los ojos y los volvía a abrir, mientras yo la vestía. Le coloqué la camiseta, un jersey, y los pantalones, después le até los cordones de los zapatos.

-Mami, tengo sueño. -Dijo ella, y la cogí de la mano para que se levantase de la silla.

-Ya lo sé, cariño. -Dije entrando en el baño, poniéndola en el banquete que tenía para poder verle bien la cara. Tenía los ojos azules, el pelo castaño, la cara redonda lo que la hacía adorable, y un gran parecido a mí, aunque era mucho más guapa que yo cuando era pequeña.

Comencé a cepillarle el pelo mientras ella jugaba con la muñeca entre sus manos, acariciándole la cabeza. Le hice una coleta alta, aunque tenía el pelo algo corto, daba para poder recogérselo. Froté mis manos con un poco de colonia, lo que quedaba en el bote, y las pasé por su cuello, provocando las risas de Maia.

-¡Mami, me haces cosquillas! -Exclamó, y la bajé de la silla dándole un beso en la cabeza, dejando que, ya más despierta, bajase las escaleras y se sentase en la mesa de la cocina. Abrí la nevera y cogí un cartón de leche, echando un poco en un vaso y metiéndolo al microondas. Cuando lo abrí, se lo puse encima de la mesa a Maia con una pajita, que empezó a beber con ganas.

-Rápido, tenemos que irnos. -Cogí el bolso colgándomelo al hombro, y ella saltó de la mesa corriendo hacia mí para darme la mano.

-¿Puedo llevarme mi muñeca? -Negué saliendo de casa con ella, poniéndole bien el gorrito en la cabeza. Al salir de casa, pude ver una notificación de embargo en el marco de la puerta, que arrugué entre mis dedos. Si no pagaba aquél mes, fuera.

-No, no puedes. ¿Qué pasa si la pierdes? -Dije mirando al frente con un suspiro, llegando a la parada de autobús intentando mantenerme, apretando un poco la mano de Maia. De repente el calor había inundado todo mi cuerpo, y los nervios se apoderaron de mí en ese instante.

-Quiero otra muñeca... -No soltaba mi mano, y agaché la cabeza hacia ella.

-Cariño, no es Navidad aún. -Maia asintió, observando cómo de lejos llegaba el bus. Pasé la tarjeta por la ranura y me senté justo al final con ella, pegándola contra mí para darle algo de calor. -¿Has pasado frío esta noche? -Ella asintió sin levantar la cabeza y volvió a bostezar. Pasé una mano por su pelo, acariciándolo lentamente, aunque eso sólo la adormecía aún más. -Maia, no te duermas. -Apreté mi mano alrededor de su brazo, sujetándola contra mí más fuerte, que pegaba la cabeza a mi pecho.

a coat in the winter; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora