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Estábamos en el mismo programa que nos despidió la última vez. Ya nos habían hecho pasar unas cuantas pruebas ridículas (aporrear corazones de plástico con mazas -guiño a Sledgehammer- o alcanzar globos de nuestras caras saltando desde una colchoneta, entre otras).

Ahora, Lauren se encontraba metida en una piscina, aprisionada en una jaula. Yo era el héroe que debía salvarla. Para eso, mi misión era superar tres obstáculos previos a la piscina -cada uno dirigido por una de mis compañeras- y lograrlo en menos de tres minutos. Si me pasaba de ese tiempo, Lauren, mi "doncella", moriría agónicamente ahogada.

Por supuesto todo era falso y la vida de mi compañera no corría ningún peligro, sin embargo la presión que recaía sobre mis hombros era considerable. De ninguna manera podía dejar que mi doncella en apuros muriera, ¿cierto?

Sonó el disparo de salida. Con la musiquita cómica empezando a sonar de fondo, corrí y conseguí cruzar la cinta gigante de correr (que Ally controló muy benévolamente) y también salvar los disparos del tirachinas gigante de Normani. Superar la prueba final ni de cerca fue tan fácil. Dinah era la que disparaba, pero ahora no eran pelotitas de goma... la polinesia iba armada con una manguera gigante que disparaba agua a borbotones. Para complicar más las cosas, ella me bombardeaba sin piedad mientras debía atravesar un estanque caminando sobre una estrecha pasarela inestable (muy, pero que muy inestable). Cada cinco pasos, sentía como el chorro de Dinah me golpeaba y me lanzaba al agua, obligándome a volver a empezar.

Tuve que hacer nombrosos esfuerzos y cada vez más y más pesados ya que el cansancio me estaba pasando factura. Eché una rápida mirada al reloj. ¡Faltaban 40 segundos!

Me apresuré a salir del agua y volver a la pasarela. Ya tenía algo de experiencia con los tiros de Dinah, siempre lanzaba hacia las piernas para hacerme caer. Esta vez me concentré mejor. Flexioné las piernas y curvé un poco la espalda, agachando ligeramente mi cuerpo. Adopté un paso más lento, pero también mucho más firme y decidido. Llevada por la emoción y la adrenalina, grité un "¡VOY A POR TI, LAUREN!", a lo que el público volvió a estallar. Los lanzamientos no acaban de ser certeros, permitiéndome seguir avanzando. Esquivaba los que podía y aguantaba las colisiones manteniéndome en esa posición agazapada.

Ahora sí, conseguí cruzar la charca. ¡20 segundos!

Como un superhéroe haría, corrí a toda velocidad hacia la piscina donde Lauren estaba enjaulada, me impulsé y salté de cabeza, hundiéndome profundamente en el agua mientras las cámaras sumergibles me grababan. Buceé como una condenada hasta llegar a la jaula y, tras abrirla a toda prisa, alcancé la mano de Lauren. Ella se impulsó hacia mí, rodeándome con sus brazos. Escuché como el público cantaba la cuenta atrás desde la superficie. Me aferré a Lauren y seguidamente usé los pies para impulsarme hacia arriba.

"Tres, dos, uno..."

-¡¡¡CONSEGUIDO!!! -exclamó en chino el presentador tras ver aparecer nuestras cabezas a falta de un segundo para agotarse el tiempo-.

Los espectadores chillaron, aullaron y silbaron desenfrenadamente, descargando toda la adrenalina y expectación que habían acumulado. Yo suspiré exhausta con una enorme sonrisa. A pesar de todo el escándalo a nuestro alrededor, sólo pude pensar en mis padres y Sofi, que me llamaron antes del programa prometiéndome que estarían viéndolo desde casa. Pensé en lo orgullosos y llenos de alegría que estarían.

Los brazos de Lauren aferrados a mí me devolvieron al plató. Giré la cabeza y la vi observándome con esos inconfundibles ojos brillantes, sonriendo de oreja a oreja.

-¡Lo has hecho, Camz!

Se veía tan feliz... La abracé con todas mis fuerzas, aún con la respiración algo pesada. Su contacto me devolvió el aire. Escuchar los aplausos, ver las sonrisas de mis compañeras y sentir la calidez del momento fue el mayor de los regalos.

The Boom • CAMREN •Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum