Prólogo.

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Hubo una época en que ellos fueron amigos, mejores amigos y, si no fuera por lo pequeños que ambos eran, hasta hubieran sido más que eso.

Un pequeño Samuel correteaba por el patio al chico de ojos achinados y bonita sonrisa que tanto quería, mientras que éste reía y le repetía a Samuel una y otra vez que no lograría alcanzarlo, aunque ambos sabían que, definitivamente, lo haría.

Guillermo, si bien no era gran fan de correr por todos lados, lo hacía sólo para poder disfrutar de la risa de su mejor amigo, él hacía lo que fuera por Samuel y aquello era mutuo. Efectivamente, Samuel, había logrado alcanzarlo y ahora ambos se encontraban riendo en el pasto como si no hubiera un mañana.

Si bien Samuel era mayor que Guillermo por unos años, no perdía su toque infantil, y aquello era algo que sus madres, quienes observaban desde un banco más alejado, agradecían. El chico de grandes cachetes no era muy sociable, por desgracia, y eso entristecía a su madre; pero con la llegada de los De Luque al vecindario eso había quedado atrás: ahora su pequeño pasaba día tras día jugando con el niño de sus nuevos vecinos y nada podía borrar su enorme sonrisa, ni mucho menos apagar la felicidad que él sentía. El cambio que el niño había hecho al conocer a Samuel era realmente grande, pasó de ser un niño serio y con mirada triste a pasársela haciendo bromas y tener un brillo especial en sus ojos. Realmente era algo que sorprendería a cualquiera, Guillermo podría negar toda la vida que él había cambiado cuando su madre le preguntaba el típico "¿A qué se debe tanto cambio de humor?" con una sonrisa en su rostro.

Por otro lado, Samuel, siempre había sido un niño muy sociable y simpático con todo el mundo, era el "que niño tan adorable" de todas las señoras mayores de su antigua casa; más sin embargo, no el de los niños. A pesar de que él se empeñaba en tener muchos amigos y hasta perdonaba cosas imperdonables por tener a alguien a su lado, nadie le hablaba por más de dos días o quizá, si tenía algo de suerte, tres. ¿A qué se debía esto? A que el chico tenía una extraña obsesión con el color morado, toda su habitación (e incluso parte de su ropa) era de este color y aquello, a los niños de su escuela, les parecía muy de niña, por lo que sólo se alejaban de él por ser tan "niña" y no tener su habitación de un color más de chico. Al castaño parecía no afectarle nada de lo que decían pero, en el fondo, sí lo hacía. Y a tal punto le afectaba que comenzó a cuestionarse el porqué le gustaba tanto ese color, tal vez estaba mal ¿Estaba mal ser él? El pobre niño lloraba por las noches y amanecía un poco más apagado cada día, hasta que su madre lo notó y decidió preguntar el porqué de su tan triste mirada. Al saber todo lo que estaba sufriendo su pequeño, lo comentó con el padre del mismo y decidieron mudarse a otro sitio, donde su hijo no sufriera y pudiera comenzar desde cero. ¡Y así es como fueron a parar al barrio de la familia Díaz! Donde Samuel finalmente pudo adaptarse.

Acorde a que los años iban pasando la amistad de Samuel y Guillermo no hacía más que crecer y crecer, si bien Guille era un poco más serio que Samuel, sus personalidades encajaban perfectamente con la otra; la seriedad de Guillermo le ponía límite...

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Acorde a que los años iban pasando la amistad de Samuel y Guillermo no hacía más que crecer y crecer, si bien Guille era un poco más serio que Samuel, sus personalidades encajaban perfectamente con la otra; la seriedad de Guillermo le ponía límites a las tonterías de Samuel y la infantilidad de Samuel hacía a Guillermo un poco más humano y menos amargado. Como ellos lo decían, "se complementan el uno al otro". Parecía que tanto tiempo había pasado... pero sólo fueron tres años... ¡Aún podían recordar el día en que se conocieron!

Diez Años Después.  [Wigetta]Where stories live. Discover now