Bad Week. Dom. 26 - Sáb. 1 Julio.

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Dear Friend:

Hoy no será lo mismo que leer como las veces anteriores, está vez es diferente, diferente porque debo confesarme, no soy la persona que ves... He tenido una mala semana, algo reflexiva y he pensado en muchas cosas, y necesito dejarlo ir – so come on let it go, just let it be, why don't you be you and I'll be me– hoy no necesitas saber como fue mi semana y que fue lo que hice, tal vez solo te cuente lo que hice ayer, hoy solo necesitas leer lo que necesitas saber.

He hecho cosas de las que no me enorgullezco, nunca he ido al psicólogo ni al psiquiatra porque se supone que soy una persona normal pero creo que no tanto... cuando tenia trece años más o menos comenzó todo porque cuando tenía ya catorce todo era como recuerdo, puedo contarte una historia, así sería más fácil para mí porque no me gusta contarlo en primera persona.

"Érase una vez una joven mujer de catorce años, que ya había pasado por mucho, lamentable era decir que se hería a sí misma, tanto física como psicológicamente, no pudo tener más suerte que sufrir por su primer corazón roto, sufriendo simplemente por su soledad, su verdadera y completa soledad porque casi literalmente no tenía a nadie, solo a su familia que solo veía su exterior pero no sus heridas ni física como psicológicamente. Sufría por la incomprensión, y por el odio repugnante que se tenía, la poca importancia que tenía sobre sí podría apenar a cualquiera, pero nadie lo sabía, y tal vez también a nadie le importaba. Mil veces pensó en darse muerte, y mil veces no fue capaz, aún tenía la esperanza de que mejoría, siempre mirando arriba, tal vez algo cambiaría si vivía un día más, un mes más o un año más, y quizás le gustaría, así que siguió adelante. 

Un día un joven hombre tropezó en su camino, un conocido, tal vez un amigo, queriendo arreglar su corazón partido, pero él no sabía nada sobre ella, solo que parecía alegre y agradable. Y se encontró con un monstruo, desgraciado quien la llegó a conocer, pero afortunado quien encontró amor en su débil corazón. La joven mujer hizo su mejor esfuerzo para no caer en los encantos de otro posible impostor, no quería más tortura, porque para ella el amor siempre significó tortura, dolor, sufrimiento. Para su pesar terminó cayendo como una total idiota enamorada, tan inocente ella que creyó que todo sería mejor, que el dolor y el sufrimiento se irían, ella lo quería así, por lo tanto se lo hizo creer, pero siempre en algún momento llega un golpe de la realidad.

Cuando cumplió quince años para la joven mujer todo era de color rosa con él. Casi ninguna preocupación, ningún pensamiento suicida, nada de dolor o sufrimiento, parecía como si todo lo oscuro y melancólico se hubiese apartado. Pero nada es tan fácil, y en un momento cualquiera la atacaba su monstruo interno, quien siempre la atormentó y le mostraba su verdadera realidad y vida, quien le susurra al oído que todo es una mentira, le dice que no lo intenté porque de todas maneras terminará, le dice que nada ha cambiado y que todo siempre será como ha sido porque así es su vida. Soledad. Le dice que no se engañe porque le dolerá más.

Nadie comprendía algunas veces sus acciones, ni él tal vez, nadie se percataba que ella era un monstruo con tiara. Pero ese monstruo se fue debilitando y solo quedaron trozos de él en ella, lo que la convertía en una persona más incomprendida. Ella quiso tanto a aquel hombre que cambió la propia sangre fría y amarga de su corazón por algo más dulce y cálido. Lamentable fue el momento que su relación ya no daba para más tiempo y las peleas los consumían  Parecía que el amor se había esfumado de un día a otro, parecían dos extraños... 

Érase una vez una joven de dieciséis años que pasó por mucho, le rompieron el corazón, un viejo amor volvió, se fue de intercambio a Nueva Zelanda y conoció a gran chico."

My time in Auckland and Now.Where stories live. Discover now