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Llamó a la puerta y, un momento después, se abrió. Un hombre no tan alto y guapo estaba de pie en el umbral, con los ojos muy abiertos al contemplar a Gi-hun.
— Ah, ¿Que tal? — dijo con voz suave y segura. — Soy Hwang Jun-ho Por favor, pasa.
Gi-hun vaciló por un momento, con el corazón latiendo en su pecho. Entró en la habitación y la puerta se cerró tras el con un suave chasquido.
La habitación era lujosa, con una gran cama que dominaba el centro. El señor jun-ho le sonrió, sus ojos recorrieron su cuerpo con agradecimiento. — Eres aún más hermoso de lo que imaginaba — dijo, extendiendo la mano para estrecharla con la suya. — Pero debo aclarar que no estoy aquí en busca de sexo, vengo para que me acompañes a una reunión.
La mente de Gi-hun se agolpó de pensamientos mientras trataba de asimilar las palabras de Hwang Jun-ho. ¿Una reunión comercial? Se suponía que lo acompañaría como... ¿Un colaborador? Hacía tiempo que no participaba en algo así.
El Alfa tomó un sorbo de su bebida, sin desviar la mirada del rostro del pelirrojo. — Pareces perplexo — comentó, con una leve sonrisa en sus labios. — Permíteme explicarte. Soy un oficial de policía de alto rango y, en ocasiones, debo asistir a eventos con personas adineradas e influyentes. Contar con un atractivo acompañante a mi lado puede ser muy beneficioso.
Dejó el vaso en una mesa y se acercó a Gi-hun, poniéndole una mano en el hombro. — Serás mi cita para la noche — dijo, con voz baja y autoritaria. — Sonreirás, coquetearás y me harás quedar bien. A cambio, te pagaré bien y me aseguraré de que te traten con respeto.
El corazón de Gi-hun dio un salto al tocar al Alfa, su fragancia lo rodeó. Sintió un peculiar aleteo en el estómago, una sensación de inquietud. Su mente se agolpó de pensamientos mientras trataba de asimilar esa información.
— ¿Pero... pero, ¿qué esperas que haga? —preguntó tembloroso, su voz apenas por encima de un susurro. — Hace mucho que no hago eso.
El Alfa sonrió, tomando un sorbo de su bebida. — No te preocupes por eso — dijo, con voz suave y tranquilizadora. — Todo lo que necesitas hacer es lucir bonito, sonreír y escuchar. Del resto me encargo yo.
El Omega asintió lentamente, su mente aún se tambaleaba. Una noche de fingir ser una cita, de ser tratado con respeto y amabilidad, todo por un pago generoso. Estaba muy lejos de los horrores que había estado esperando.
Jun-ho sonrió, sus ojos se arrugaron en las comisuras. — Bien — dijo, con la mano todavía apoyada en el hombro de Gi-hun. — Me alegro de que lo entiendas. Ahora, vamos a prepararte.
Se acercó al armario y sacó una bolsa de ropa, colocándola sobre la cama. En el interior había un traje impresionante, hecho a la perfección. — Esto debería quedarte bien — dijo, sosteniéndolo para que Gi-hun lo viera. — Pruébalo y lo ajustaré si es necesario.