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Mientras In-ho aparcaba el coche en la entrada de su mansión, Gi-hun permanecío sentado en su regazo, con los brazos alrededor de su cuello. Sintió que una sensación de inquietud lo invadía mientras contemplaba la grandeza de la casa, un duro recordatorio de la vida que había dejado atrás cuando escapó.
In-ho pareció percibir su vacilación, sus manos apretando sus caderas. - ¿Qué pasa? -murmuró él, rozando su cuello con los labios-. ¿Nervioso por entrar?
Gi-hun negó con la cabeza, forzando una sonrisa. - No, es sólo... Ha pasado un tiempo desde que estuve aquí - admitió. - Todo parece igual, pero...se siente diferente.
Cuando llevó al Omega al Interior de la mansión, no pudo evitar sentir una sensación de satisfacción. Subieron rápidamente las escaleras y entraron al dormitorio, el Alfa cerro la puerta de una patada brusca y acostó al Omega suavemente sobre el mullido colchón.
- Espera aquí - murmuró él, sus ojos vagando por su cuerpo hambriento. - Ya regreso.
Desapareció en el cuarto de baño y regresó un momento después con un paño húmedo y tibio. Gi-hun observó cómo lo limpiaba suavemente, su tacto sorprendentemente tierno. Cuando terminó, tiró la manta a un lado y se subió a la cama junto a el.
- ¿Tienes hambre? -preguntó él Alfa, con la mano apoyada en su estómago.
Gi-hun negó con la cabeza, con el estómago revuelto por una mezcla de nervios y emoción. En lugar de responder, lo empujó sobre la cama y se sentó a horcajadas sobre sus caderas, sus labios chocando contra los suyos en un beso feroz y apasionado.
In-ho gimió en el beso, sus manos agarraron sus caderas con fuerza. Él le dio la vuelta, inmovilizándolo debajo de él mientras profundizaba el beso, su lengua dominando la del Omega.
Sus manos se deslizaron suavemente por debajo de la camisa, empujando la tela hacia arriba para dejar al descubierto su piel. Hizo una pausa, sus ojos se abrieron ligeramente al contemplar la suavidad de su piel desnuda, un destello de luz reflejándose en su torso. Nunca se cansaba de ello; cada vez que lo veía, era como si redescubriera un tesoro oculto
Le rasgó la blusa, los botones volaron por todas partes mientras exponía sus pechos a su mirada hambrienta. Se inclinó, cerrando la boca alrededor de un pezón endurecido mientras su mano amasaba el otro. El Pelirrojo Arqueo la espalda mientras el placer la atravesaba. La boca de In-ho era caliente y exigente, sus dientes rozaban su carne sensible mientras chupaba y mordía. Sus dedos comenzaron a enredar en su cabello.
Gi-hun separo y acercó la cabeza del Alfa a su otro pezón, su respiración llegaba en breves jadeos. Suplicó en silencio que chupara la otra teta.
In-ho obedeció, cambiando a su otro pecho y prodigándolo con la misma atención. Absorbió con fuerza, sus dientes se hundieron en la carne blanda mientras dejaba un moretón con la forma de su boca.
