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La tensión en el hotel era palpable, un aire denso que envolvía a todos los presentes. Las flores blancas adornaban el altar, y el murmullo de los invitados se apagó en un instante, dejando solo el eco de los latidos de su corazón.
Sin poder soportarlo más, giró sobre sus talones, dejando a Jun-ho de pie en el altar, la sorpresa y la confusión grabadas en su rostro. En ese momento, todo lo que había construido se desmoronaba, y con cada paso que daba, se sentía más libre y, al mismo tiempo, más perdido que nunca.
Salió del hotel, el aire fresco lo golpeó en la cara como una bofetada, y en su corazón, la esperanza comenzó a resurgir. No podía seguir adelante con una vida que no le pertenecía. Sin pensarlo dos veces, sacó su teléfono y llamó a un taxi, su mano temblando mientras lo hacía..
El taxi llegó, y Gi-hun se deslizó dentro, dando la dirección sin dudar. El conductor lo miró por el espejo retrovisor, pero él estaba demasiado concentrado en lo que estaba por hacer.
El taxi empezó a alejarse del lujoso hotel, sintió que una parte de la carga que había estado llevando comenzaba a levantarse. El camino hacia In-ho era incierto, pero era el único camino que quería recorrer. Sabía que había arriesgado todo al dejar la ceremonia, pero en ese momento, la posibilidad de que está vez su amor por In-ho funcionaría era más valiosa que cualquier expectativa social.
Mientras tanto, Jun-ho permanecía de pie en el lujoso altar del hotel, su corazón latiendo con fuerza mientras sus ojos escudriñaban a la multitud en busca de cualquier señal de Gi-hun. La música suave y las risas de los invitados se mezclaban con los murmullos, pero para él, todo sonaba distante y borroso. Las sonrisas de los asistentes se desvanecían a medida que pasaban los minutos, y la ansiedad comenzaba a apoderarse de él. ¿Dónde estaba? ¿Le había pasado algo?
El pánico se intensificó en su pecho, y sin pensarlo, sacó su teléfono, marcando el número de Gi-hun frenéticamente. La espera se sentía interminable, y cuando la llamada fue directamente al buzón de voz, un escalofrío recorrió su espalda. El corazón de Jun-ho se hundió, una sensación de inquietud y desasosiego se instaló en su interior. Sabía que algo andaba mal; podía sentirlo en sus huesos, esa corazonada inquietante que no podía ignorar.
Con cada segundo que pasaba, su preocupación se transformó en ira. La ausencia de Gi-hun se sentía como una traición, y su mente comenzó a divagar hacia lo peor. Dado que su hermano In-ho no asistió a la boda en absoluto, la rabia se intensificó. Jun-ho sabía que In-ho había sentido algo por Gi-hun, que siempre había estado celoso de su relación. Esa enemistad latente entre ellos se volvió un torrente de sospechas. ¿Se había aprovechado de la situación? ¿Se había escapado con Gi-hun, llevándolo lejos de él en el momento más crucial?
La idea de que su hermano, su propio hermano mayor, pudiera haber jugado con sus sentimientos lo consumía. Jun-ho miró a su alrededor, buscando respuestas en las caras de los invitados, pero solo encontró miradas curiosas y preocupadas. Cada murmullo que llegaba a sus oídos se sentía como un eco distante de su creciente desesperación. La ceremonia, que debía ser un día de alegría y celebración, se transformaba rápidamente en un escenario de caos emocional. La inseguridad y la rabia luchaban en su interior, y mientras una parte de él deseaba creer que todo era un malentendido, otra parte se preparaba para el enfrentamiento que sabía que vendría.
