Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
A la mañana siguiente, Gi-hun se despertó con el sonido del despertador de In-ho. Abrió los ojos, parpadeando contra la dura luz del sol que entraba por las ventanas. Levantó la vista y encontró al Alfa mirándola fijamente, con el rostro pálido.
— Maldición —dijo con la voz ronca—. ¿Qué pasó anoche?
Se incorporó lentamente, envolviéndolo con la manta. — ¿No te acuerdas? —preguntó en voz baja, con el corazón latiéndole en el pecho. — Bebiste demasiado, y tú... Te desmayaste.
El Alfa frunció el ceño, una mirada de confusión cruzó su rostro. — ¿Desmayarme?—dijo, con la voz llena de incredulidad—. ¿Yo... ¿Te hice daño?
Vaciló un momento y luego negó con la cabeza. — No — El mintió, no queriendo recordarle sus crueles palabras y acciones. — Simplemente... estabas borracho.
— ¿Tu me subiste a la cama? — pregunto molesto, parecía que no le había importado la ayuda del Omega.
— No — El respondió con calma, tratando de ocultar el dolor en su voz. — Le pedí a las sirvientas que lo hicieran. Sólo... Me quedé contigo. Para asegurarme de que estabas bien.
La expresión de In-ho se suavizó ligeramente, pero la molestia permaneció en sus ojos. — No deberías haberte molestado — Dijo con frialdad. — Estoy bien. No necesito tu ayuda.
Se levantó de la cama y se envolvió una bata alrededor de la cintura. — Hoy tengo una reunión. Volveré tarde. —dijo él, sin mirarlo—. No me esperes despierto.
Con eso, salió de la habitación, dejando a Gi-hun solo con sus pensamientos y su corazón roto. Se quedó un momento tumbada, mirando al techo, con lágrimas que amenazaban con brotar de sus ojos. El lo amaba, lo amaba tanto que dolía. Pero a veces, se preguntaba si valía la pena.
Se dio la vuelta y hundió la cara en la almohada para amortiguar sus sollozos. Odiaba sentirse así, odiaba la constante montaña rusa de emociones por que él Alfa la hacía pasar. En un momento se mostraba frío y distante, al siguiente era posesivo y cruel. Nunca supo qué versión de él obtendría.
Pero a pesar de todo, no podía dejarlo. Estaba atada a él, unido por el amor y la obsesión. Soportaría su crueldad, su negligencia, porque creía que en algún lugar, en el fondo, él también lo amaba. Solo tenía que seguir esperando, seguir creyendo, que algún día él la vería por lo que realmente era.
Con un suspiro tembloroso, se sentó y se secó los ojos. Tuvo que recomponerse. En la mansión no podía hacer nada, tenía que ocuparse de algo.
Se levantó de la cama y fue al baño, dejo que el chorro de agua fría cayera sobre su cuerpo, lavo su rostro para ocultar el enrojecimiento de sus ojos. Se cepilló los dientes y se peinó, tratando de poner una cara valiente. Tenía que ser fuerte, por sí mismo y por su cachorro por nacer.
