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El viaje en coche a la mansión de In-ho fue un borrón de anticipación y energía nerviosa. Se detuvieron en el imponente edificio, cuyas luces proyectaban un cálido resplandor en la noche. In-ho estacionó el auto y salió rápidamente, apresurándose a abrir la puerta del pasajero donde estaba Gi-hun.
Tan pronto como salió, lo atrajo hacia sus brazos, sus labios chocaron contra los de el en un beso feroz y posesivo. Gi-hun se derritió de lo caliente que estaba, sus manos agarraron sus hombros mientras le devolvía el beso con la misma pasión.
In-ho rompió el beso, su aliento llegó en breves jadeos. — Vamos adentro — gruñó, su mano agarrando su muñeca con fuerza mientras lo arrastraba hacia la mansión.
Rápidamente abrió la puerta y empujó al Omega adentro, cerrándolo de una patada detrás de ellos. En el momento en que estuvieron solos, In-ho lo empujó contra la pared, sus cuerpos presionandose mientras se besaban de nuevo.
La piel de Gi-hun se enrojeció de un rojo intenso, su temperatura corporal aumentaba con cada segundo que pasaba. El calor se estaba apoderando de el, y solo queria aparearse con el alfa dominante que presionaba contra su cuerpo.
— In-ho — jadeó entre besos, sus manos rasgando su camisa. — Por favor, follame...no soporto mas.
El pelinegro gruñó posesivamente, sus manos recorrieron su cuerpo, apretando sus curvas. Arrancó la sábana, exponiendo su cuerpo desnudo a su mirada codiciosa. — Te voy a follar hasta volver a dejarte preñado.
Lo levantó, envolviendo sus piernas alrededor de su cintura mientras la llevaba al dormitorio. Gi-hun se aferró a él, besándolo y mordiéndole el cuello. Entraron rápidamente a la habitación y lo arrojó sobre la cama, despojándose rápidamente de su propia ropa antes de arrastrarse encima de el.
Su grueso y venoso pene presionó contra la entrada empapada, el movió las caderas, tratando de empujarlo a entrar, el Alfa empujó lentamente hacia adelante, su circunferencia lo estiró mientras llenaba centímetro a centímetro. — jahh...asi papi...— exclamó Gi-hun, clavándole las uñas en la espalda mientras le enredaba su cintura con sus piernas, el alfa gimió con los ojos fruncidos al sentir el calor apretado rodeándolo.
Movió las caderas hacia delante para enterrarse por completo dentro de el y comenzar a moverse. Sus embestidas eran profundas y poderosas, golpeando ese punto dentro de el que lo volvía loco. Comenzó a gemir con su voz aguda y desesperada mientras la gruesa longitud de In-ho le llenaba por completo. Era una perra en celo, e In-ho era su alfa, dominándolo, reclamándolo, follándolo sin parar.
— ¡Sí, sí, sí! —gritó el Omega, golpeando sus caderas salvajemente contra las del Pelinegro—. "¡Mierda no pares, In-ho!
Los ojos del mayor brillaron con un hambre primitiva al oír sus palabras. La agarró por las caderas, clavando sus dedos en su rojiza carne mientras lo golpeaba sin piedad. El sonido de la piel golpeando llenó la habitación, mezclándose con los gritos de placer de Gi-hun.
