឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵឵឵឵឵឵឵឵឵឵ ឵ ឵឵឵឵឵ ⩇⩇ . ┊ TERMINADO - 𝐔𝐍𝐇𝐎𝐋𝐘

𝙓𝙄𝙑

La sonrisa del mayor se ensanchó, revelando un brillo depredador en sus ojos que hizo que un escalofrío recorriera la espalda de Gi-hun. — De nada, querido — ronroneó, su voz suave pero cargada de un significado oscuro. — Espero con ansias una asociación larga y... rentable.

Con esas palabras, el Alfa se dio la vuelta y comenzó a alejarse, dejando a Gi-hun solo en el cavernoso vestíbulo. El eco de sus pasos resonó en el espacio, intensificando la sensación de soledad que lo envolvía. El Pelirrojo se quedó allí por un momento, el corazón acelerado y palpitante mientras intentaba procesar todo lo que había sucedido.

La magnitud de la oferta del Alfa lo abrumaba. Sabía que había cruzado una línea, que su vida estaba ahora entrelazada con la de un hombre que no solo era poderoso, sino también peligroso. La idea de una "Asociación rentable" lo inquietaba; ¿Qué significaría eso realmente para él?

Mientras miraba a su alrededor, el vestíbulo parecía cobrar vida con sombras y susurros, cada rincón lleno de una opulencia que no podía ignorar. Gi-hun respiró hondo, tratando de calmarse. Era un nuevo comienzo, pero también un juego en el que las reglas eran inciertas y el desenlace, aterrador. Con determinación, decidió que no sería una víctima más; encontraría la manera de navegar por este nuevo mundo, sin importar cuán complicado se volviera.

Luego, con un profundo suspiro que parecía llevar el peso de sus preocupaciones, comenzó a subir las escaleras, dirigiéndose al dormitorio que sería su prisión en el futuro previsible. Cada paso resonaba en su mente, una mezcla de ansiedad y resignación que lo acompañaba.

Al abrir la puerta del dormitorio, fue recibido por una visión de opulencia que lo dejó momentáneamente sin aliento. La habitación era un refugio de lujo, con una gran cama con dosel que dominaba el espacio, cubierta con ricas telas de seda que brillaban suavemente bajo la luz. Las cortinas, pesadas y elegantes, enmarcaban las ventanas, añadiendo un aire de sofisticación que contrastaba con la inquietud que sentía en su interior.

Una alfombra de felpa cubría el suelo, suave bajo sus pies, como un recordatorio de la comodidad que lo rodeaba. En una esquina, un tocador ornamentado se alzaba con gracia, adornado con un gran espejo que reflejaba la majestuosidad de la habitación. Varios frascos de perfume y maquillaje estaban dispuestos cuidadosamente, como si cada uno contara una historia de glamour y deseo.

Gi-hun se sintió abrumado por la grandeza del lugar, pero también por la realidad de que, a pesar de su belleza, era un espacio que podría convertirse en una celda. La idea de estar encerrado aquí, bajo la vigilancia de Gong Yoo, lo llenaba de inquietud. Con un suspiro resignado, cruzó la habitación, sintiéndose atrapado entre los lujos que lo rodeaban y la libertad que había perdido.

Pero a pesar del lujoso entorno, solo sintió una profunda sensación de pavor. Era conciente que aquella habitación no era un santuario; era una jaula dorada, un lugar que, aunque hermoso, lo mantenía prisionero bajo la vigilancia de su captor. Se acercó a la cama y se sentó en el borde, dejando escapar un profundo suspiro que parecía llevarse consigo parte de su peso emocional.

Mientras observaba el esplendor que lo rodeaba, se dio cuenta de que no tenía ni idea de lo que le depararía la noche. Los horrores que tendría que soportar danzaban en su mente como sombras inquietantes. Sin embargo, había una chispa de determinación en su interior; sabía que tenía que ser fuerte, que debía sobrevivir. No solo por él, sino por sus cachorros, que dependían de su valentía y resistencia.

Horas después, Gi-hun intentó dormir, pero su descanso fue a trompicones. Sus sueños estaban atormentados por imágenes de In-ho y la vida que había dejado atrás, recuerdos que lo perseguían en la oscuridad. Se despertó sobresaltado, con el corazón acelerado y el cuerpo empapado en sudor. La línea entre la realidad y la pesadilla se desdibujaba, y el eco de su pasado lo envolvía, recordándole que la lucha apenas comenzaba.