Capítulo 26

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Lauren cerró los ojos por un momento, buscando una respuesta, una excusa, algo que la ayudara a salir del paso.

-¿Y tú qué hacías hurgando en mis cosas? -preguntó. -¿Busco yo entre las tuyas cuando no estás?

Lo único que se le ocurrió a Lauren en aquel momento tan tenso, fue ponerse a la defensiva. Una elección que no podía haber sido más errónea.

-¿Pero qué se supone que estás tratando de decirme, Lauren? -cuestionó Taylor haciendo aspavientos con las manos. -Te creía mucho más lista.

-Y yo te creía más respetuosa. Pero ya veo que eres incluso peor que Chris -atacó Lauren.

-¿Más respetuosa? ¿Quieres que hablemos de respeto, Lauren? -comenzó a decir Taylor, con un tono de voz mucho más calmado y una sonrisa sarcástica dibujada en los labios. -Respeto es no hacerle daño a los demás. Respeto es quererse y aceptar que te quieran, y tú no te quieres y no dejas que te quieran, Lauren. Estás cerrada en ti, estás cerrada en tu mente y no vas a escapar si sigues con esta puta actitud de cría mimada. ¿Sabes cómo se sentiría Mila si se enterara de esto? -el estómago de Lauren se encogió ante esta pregunta y la voz de su hermana se hizo más profunda. -¿Lo sabes, verdad? Y sigues haciéndolo, porque eres una egoísta. Y tú misma lo sabes.

-Deja de llamarme egoísta -dijo Lauren mirando al suelo, intentando contener la ira que le corría por todo el cuerpo.

-¿Te duele la verdad? -preguntó su hermana.

-¿Qué pretendes, Taylor?

-Pretendo que te des cuenta de quién eres, Lauren -dijo mirando a su hermana con ojos vidriosos, -y en quién estás transformándote.

-¡No estoy cambiando, Taylor!

Lauren había estado tratando de no gritar. Pero desde que Taylor había nombrado a su novia, la sangre pareció correr más deprisa de la cuenta por sus venas, su temperatura corporal pareció aumentar y su paciencia agotarse.

-¿¡Lauren no estás cambiando!? -gritó su hermana aún más fuerte y volvió a agarrar el cuaderno con fuerza y a abrirlo cerca de la cara de Lauren. -"56kg, semana 1: aún no sé ni cómo empezar a escribir esto. ¿Se supone que debo escribir lo que siento? ¿Cómo me siento?"

-Dame eso -exigió Lauren tirando del cuaderno.

-Devuélvemelo -ordenó Taylor con énfasis. -Vamos a echar un vistazo más.

-¿Un vistazo más? -preguntó Lauren con desagrado en su voz. -Estoy segura de que te lo has leído entero.

-¿Ese es tu problema? -preguntó Taylor. -¡¿Sigue siendo ese tu maldito problema?!

-¡Mi maldito problema eres tú, Taylor! ¡¡Tú eres mi maldito problema!! ¡Todo iba sobre ruedas hasta que tú llegaste a estropearlo todo!

El silencio se hizo en la habitación durante unos segundos, en los cuales Taylor miró a Lauren a los ojos, titubeante y con el color del dolor escrito en ellos. La mirada que su hermana menor le había dirigido, había hecho que Lauren sintiera más ganas de golpearse que nunca. Jamás se había sentido tan mal.

-Taylor, yo no quería... -trató de disculparse la ojiverde cuando su hermana se dio media vuelta, dirigiéndose a la puerta.

-No, tranquila -dijo con la mano en el manillar de la puerta, mirando levemente hacia atrás. -Me iré y dejaré que todo fluya en tu vida. En tu perfecta vida.

Lauren y cualquier niño de preescolar pudo haber notado el sarcasmo que acompañaba a aquella última frase de Taylor. La ojiverde sintió un pequeño alivio con lo que había dicho, ¿significaba aquello que la dejaría en paz? Realmente, Lauren no creía que aquello pudiera durar mucho tiempo; su hermana siempre había sido la más tenaz de los tres hermanos en cuanto a lo que quería conseguir. Y si lo que quería conseguir era que Lauren apartara los malos hábitos de su vida, probablemente lo acabara consiguiendo. Pero aquello dio pie a que Lauren pensara que, en cuanto la chica menor saliera por la puerta, pasarían unos días que ayudarían a que se calmaran un poco las cosas. Pero el abrir aquella puerta solo lo empeoró todo.

El destino de la casualidad (Camren)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant