«Mírame, Emma» dice en mi mente, separándose de mí para cobrar aliento. Pero pronto ese espacio formado entre nosotros es sellado otra vez, por mí. Profundizo el beso y él gruñe en mi boca. —Tenemos —comienza—, tenemos que hablar. —Esas palabras no me gustan, siempre significan problemas, así que me aparto yo ésta vez, sin dejar de tener la vista gacha.

—Lo sé —le digo.

—¿No me mirarás?

Intento forzar una sonrisa, poner una excusa, pero él me da un pequeño besito en los labios.

—Emma... Soy el mismo, solo qué ahora sabes más de mí... supongo.

Cobro fuerzas y lo veo; y ahí está él. Owen con sus ojos azules bebé. Owen con su sonrisa y su pequeño hoyuelo. Owen con el pelo un poco más crecido que antes y algo cansado. Su labio se encuentra un tanto hinchado, primero culpo al golpe que le dio Josha pero... ¿podré haber sido yo? De todas formas, ahí está él. Acá, en frente de mí, sonriéndome. —¡Hasta que me miras! Joder, no es que fuera un extraño extraterrestre come Emmas...

Ese comentario provoca una pequeña risa en mí, haciéndome sonreír al fin, olvidando un poco el mal rato pasado —pero solo un instante—. Es irónico... Un ángel criticando la rareza que puede tener en nuestro mundo un alienígena. ¡Qué detalle! —Eres un ángel, Owen. No tienes derecho a discutir qué es raro y qué no... Además, los extraterrestres de Lux son sexys. Daemon lo es.

Él frunce el ceño y me aparta unos centímetros para verme mejor. Ladea un poco la cabeza haciendo un puchero. Parece un perrito mojado. —¿Daemon? ¿Quién?

Daemon Black, es de una de mis sagas preferidas.

—¿Un alien... es más sexy que yo?

—Eh...

—¡Primero me comparas con Patc h! ¿Y luego con él? —su puchero se hace más grande—. ¿Qué sigue? ¿Un panadero? ¿O un hombre lobo?

Agradezco internamente el cambio de tema a Owen para aliviar la situación. Sus ojos son radiantes y tiene una media sonrisa pegada a la cara; de siento unas lágrimas a punto de salir, pero ésta vez no por dolor. No, claro qué no. Levanto una comisura de mi boca formando una media sonrisa.

—Te amo, Owen —mi voz tiembla pero no le hago caso—Yo...

Él pone un dedo en mis labios, silenciándome.

—Nunca extrañé tanto a alguien en mi jodida existencia, Honey. Temía qué te pasara algo... Ven, tenemos que buscar un lugar privado.

Sus alas desaparecen de mi visión. Con eso me toma de la mano y bajamos por unas escaleras qué daban a la terraza del edificio. Solamente bajamos un piso y nos detenemos en una de las puertas. ¿Coincidencia haber bajado allí? Con Owen no lo creo, él saca una llave y abre una de las habitaciones.

Me resulta raro, pero debido a que confío en él y qué ya no tengo dónde ir, y tampoco sé qué pasa, entro.

Él pasa luego y cierra la puerta.

Lo que se veía como una pequeña habitación desde fuera, se parece más una casa, es lujosa, grande y espaciosa. Debe ser una de las más caras del edificio. Tiene una mesa familiar grande, incluso una cocina propia, un living con última tecnología, puedo ver un gran balcón que está tapado con gruesas y elegantes cortinas, y el baño que tiene la puerta abierta es más bonito que mi propio cuarto... ¿Aquí vive él? Vaya, veo que la pasa muy mal...

—En realidad mi estadía es móvil —explica—. Nunca estoy en el mismo lugar por mucho tiempo, pero eso no importa ahora... —su mirada brilla cuándo me mira—. Ven aquí.

Corazón de cristal [LIBRO 1]Where stories live. Discover now