"Se acababan de conocer, pero sus ojos se miraban como si ya se quisieran".
Sarocha Chankimha es una popular escritora que debido a su aura misteriosa se ha vuelto bastante
popular.
Rebecca Armstrong, su más grande fan.
Leí muchos libros de amor, pe...
—Cuenta conmigo las veces que no cuentes con nadie. —Murmuró Becky intentando transmitirle su sinceridad. Sintió la mirada de Freen sobre ella y de pronto todo se quedó en un profundo silencio, pero no era un silencio incómodo. —¿Te sirvo otra?
—Por favor. —Le extendió su copa.
—Yo tampoco suelo tomar a menudo, solo lo hago en ocasiones especiales y esta es una de ellas.
—¿Lo es? —Preguntó Freen.
—Por supuesto, eres mi escritora favorita y te admiro. Por ti me atreví a infringir la ley. —Bromeó soltando una pequeña risita que dejó a la contraria atónita. —Pero no me arrepiento, ha valido completamente la pena.
—He sido muy grosera con usted desde el principio, ¿cómo puede pensar que esto vale la pena?
—No eres mala, solo estás herida, ya lo entendí. —Respondió Becky. —Pero hay gente que arregla hasta lo que no rompió y yo puedo hacer eso por ti...
—¿Por qué? Ni siquiera me conoce.
—Tan solo déjate querer Sarocha. —Becky sonrió al ver la cara confusa de la escritora al escuchar esas palabras.
La curva de sus labios, es un disparo a muerte...
—No hay nada bueno en mí...
—La luz es fácil de querer, prefiero que me muestres tu oscuridad. —Murmuró Becky conectando miradas con ella. —¿Te confieso algo? La vida es muy corta y si no te lo digo ahora, tal vez pierda mi oportunidad, tú... me gustas mucho.
Freen abrió los ojos en grande y carraspeó incómoda ante la inesperada confesión.
—Usted ha enloquecido. Recién me conoce.
—No, no, mi enamoramiento contigo comenzó hace años, desde que leí tu primer libro. Y no necesité conocerte en persona, yo me enamoré de tu escritura, de todo lo que transmiten tus letras. —Expresó Becky con sinceridad. —Incluso ahora... lo que más me gusta de ti no es lo que veo, es lo que siento.
—Eso no puede ser, no es posible y me niego, me niego rotundamente. —Freen optó por mostrar nuevamente esa actitud dura que solía caracterizarla. —Trata de envolverme con sus palabras bonitas, pero ¿sabe qué? No va a conseguirlo. Eso no funciona conmigo señorita Armstrong. Para mí el amor no existe, así que pare ya con esa cursilería barata.
—Eso a lo que tú llamas "cursilería barata", es lo que vendes a tus lectores en tus libros. Y no, no trato de envolverte con mis palabras, solo digo la verdad, lamento si eso es demasiado para ti, ¿ahora entiendes cuando digo que las personas se asustan de mi intensidad? Pero no te culpo, tampoco quiero obligarte a nada, solo me puse a pensar que tal vez no tendría otra oportunidad para confesártelo, así que la aproveche.
Freen se puso de pie y como de costumbre huyó. Salió por la puerta rápidamente sin importarle la gran tormenta en el exterior. Becky pensó que de nada serviría detenerla, quizás solo la haría enojar más, así que prefirió quedarse ahí a solas, sirviéndose otra copa más. Esperaba que su confesión no volviera las cosas incómodas entre ellas.
Al pasar de las horas Becky no pudo evitar sentirse peor, aunque ya no llovía, la noche se sentía muy fría afuera y Freen aún no daba señales de vida. Ni siquiera estaba lo suficientemente abrigada cuando salió de la cabaña.
Becky estaba a punto de salir a buscarla, pero para su suerte no fue necesario. La escritora abrió la puerta, estaba con la ropa totalmente empapada, su piel se veía más pálida de lo normal. De un momento a otro comenzó a toser excesivamente y luego se dejó caer de rodillas.
—Dios mío, tienes que quitarte esa ropa, te dará un resfriado. —Murmuró Becky ayudando a la menor a levantarse. Freen estaba tan débil que no pudo negarse, con suerte podía sentir las extremidades de su cuerpo. —Te prepararé un té caliente.
—T-tengo... mucho frío. No me siento bien...
—No te preocupes, yo estoy aquí para cuidarte. —Murmuró Becky guiándola hasta la habitación. —Te prometo que no te dejaré sola.
—Gracias... —Espetó Freen con voz apenas audible. —Estuve sola en mis momentos más difíciles, así que discúlpame si actúo como si no necesitara de nadie... Sinceramente, llevo meses estando sin estar.
—Lo sé...
"Discúlpame por complicarte la vida con este amor, sé que a veces puedo llegar a ser un dolor de cabeza, pero soy el dolor de cabeza que más te quiere".
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.