Cuarenta y Seis

17.5K 1.2K 36
                                    

Alysa

Abro los ojos y siento un fuerte dolor en la espalda. Jadeo por el dolor y me paro de inmediato a verme en el espejo, mierda, no lo debía haber hecho.

Grito asustada al ver varias rayas color rojo vivo. Pero en seguida me calmo al darme cuenta que se suponía que mi piel se regenera con el tiempo.

Mi polo tenía una ligera mancha de sangre, bueno, era enorme. Por eso, antes de que alguien viniera a ver y se asustara, decido cambiarme de polo por una nueva, mientras que la que tenía puesta iría al tacho de ropa sucia.

-Alysa, ¿qué ocurre?-, veo a un Damian muy preocupado entrar por la puerta. Casi destroza la madera por el fuerte golpe que este dio al azotarse contra la pared.

-No fue nada-, hablo sin darle importancia al tema. Tenía que permanecer calmada en todo momento, yo podía manejar esta situación.

-¿Cómo que no fue nada? ¿A caso se grita de la nada?-, junta las cejas en son de estar perdiendo la paciencia. Mierda, creo que debería decirle. En serio estaba preocupado.

-Casi me caigo-, digo apenada. En realidad, no quería contarle, sentía que era algo sin sentido porque de repente, ayer me había golpeado y con la pasión del momento no me había dado cuenta.

-¿Estás segura?-, preguntó acercándose a mí y depositando un cálido beso-, me asustaste-. Ríe aliviado. Me abraza y hago un gran esfuerzo por no gritar, sospechaba que este sería un largo día.

-No fue nada, te lo aseguro-, lo abracé y recosté mi cabeza sobre su pecho. Me causaba mucha felicidad y ternura que se haya alterado así porque me escuchó gritar.

-Te quiero-, susurra acariciando mi espalda y empezando a bailar conmigo agarrada. Me asusté porque tocó mi espalda otra vez, ardía mucho.

-Yo más-, contesté torpemente siguiendo sus pasos. Ahora estábamos frente a frente mirándonos, mis manos estaban en su cuello y las suyas en mi cintura. Nos movíamos lentamente como si hubiera música alguna de fondo que guiara nuestro ritmo.

Seguimos moviendo nuestros cuerpos de una manera perfectamente coordinada. En ese momento todo había desaparecido, solo éramos él y yo. Era como si el mundo se hubiera detenido y a los únicos que no hubiera afectado era a Damian y a mí.

-Me gusta estar contigo-, susurra dándome un beso en la cabeza. A mí me gustaba más, de hecho, me encantaba esta nueva faceta de Damian. Pero igual quería tener esa parte de chico malo, eso lo hacía aún más irresistible.

***

Estaba comiendo con Damian y sus hermanos cuando sentí un fuerte ardor en la espalda. Traté de suprimir un sonido agudo de mi boca, pero por las expresiones de mi cara me podían descubrir, felizmente ellos estaban entretenidos conversando. Puse mis dos codos sobre la mesa y mis manos las puse en mi cabeza. Con delicadeza, empecé a mover el polo para que no rozara con las heridas que tenía en la espalda. Me parecía extraño que todavía no se hubiesen curado.

-¿Estás bien?-, escuché a una voz femenina hablar; Calantha. De pronto, todo estaba en total silencio, levanté lentamente mi cabeza y me encontré con todos viéndome atentamente. Asentí con duda y sonreí a duras penas, sí que era mala mintiendo. Damian levantó su ceja en signo de que no me creía, de hecho, creo que nadie me creía.

-Párate-, ordenó Damian con tono brusco. Hice una mueca de desagrado y me resigné a hacerle caso. Me paré con dificultad y con todas mis fuerzas traté de mantenerme erguida, no quería que descubriese el dolor.

Todos se pararon en forma de alerta, Damian vino hacia mí y me tomó del mentón. Entrecerró los ojos y al percatarse que me ligeramente con mis manos estaba tocando mi polo.

Juraba que estaba dando todo de mí para que no se notara y para que el maldito polo no rozara con la herida, pero, ¡mierda! Esto parecía imposible de lograr, creo que lo estaba empeorando.

-¿Está bien?-, dije con cierta duda. ¡Vamos Alysa! No seas estúpida, ¡obvio que no está bien! ¡Nada está bien!

-¡Mierda, Alysa!-, grita Damian.

-¿Qué sucede?-, me estaba asustando su respuesta, ¿tan mal se veía?

-Tu blusa tiene una mancha de sangre-, solté un grito agudo y me mordí el labio. Esto era peor de lo que había pensado, ¿no se suponía que a los vampiros las heridas no les duraban mucho? ¿O yo era la única rara que sí eran permanentes?

Subió mi blusa y soltó un gruñido. Esto era muchísimo peor, para que el se pusiera de mal humor, esto tenía que ser un completo desastre.

-¿Qué tengo?-, pregunté preguntada, ¿tan malo era?

-La misma mierda-, gruñó-, pero en diferente día-, Damian estaba furioso, podía notarlo por sus manos hechas puños.

-Parece que han tratado de escribir algo-, Fabian ahora es el que habla. Lo dice en tono medio burlón para amenizar la escalofriante reacción de Damian, pero no obtiene respuesta alguna. Damian estaba irreconocible.

-Es una amenaza-, suelta de improvisto Evan. ¡¿Qué?!

-Es él-, Calantha soltó un grito ahogado. ¡Mierda! ¡¿Quién?! ¡¿Por qué no hablan?!

-Alysa-, ahora era un Damian pensativo, se veía que estaba resistiendo a sus instintos de romper las cosas y mandar todo a la mierda-, tienes que ver lo qué hay en tu espalda-, suelta.

-A-, leí una y otra vez. Me atemorizaba el hecho de imaginarme lo que el autor de esta escalofriante nota era capaz de hacer.

-Damian-, siento náuseas apoderarse de mí-, ¿quién es "A"?-, pregunté con temor.

-Andrew-, escupió con odio. Frunció el ceño y se fue dejándonos solos. Sabía que estaba furioso, podía verlo en su forma de caminar tan rígida, además de aquella lámpara que botó al piso.

Esto era malo, muy malo.

Soy Suya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora