Tres

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Alysa

Desperté por la luz del sol que entraba por las rendijas de la ventana. ¿En dónde estaba? Lo último que recordaba era que él me estaba cargando en su hombro, ¿qué era lo que había pasado?

Me senté y con la mirada recorrí toda la habitación, era de un estilo antiguo, las persianas eran marrones que dejaban traslucir un poco el brillo del sol, debajo había un mueble amplio de color beige y a su costado habían algunos sofás crema, también habían dos puertas.

Vi cómo la que estaba más cerca al sofá crema se abría y de ella salía él, no evité temblar, sin duda ese hombre me daba mucho miedo y ahora estaba con él en una habitación sin ninguna escapatoria.

¿Qué es lo que quería de mí? Se acercó a mí y con su mano me acarició la mejilla, retrocedí un poco al sentir su tacto, cerré los ojos porque no quería que me hiciera más daño. ¿A caso no estaba contento con matar a mis papás? El odio vuelve a mí, pero no puedo hacer nada. Aunque estuviera molesta con ellos por haberme engañado todo este tiempo, ellos habían sido los que habían cuidado de mí y por eso, iba a estar eternamente agradecida.

-Por favor, no me hagas nada malo-. Dije y agaché la cabeza, lágrimas salían y salían, no quería sufrir, había perdido a mis papás adoptivos y la oportunidad de conocer a los verdaderos.

-No llores-, habló susurrando, me tomó del mentón e hizo que lo mirase-, ten paz-. Me dijo y besó mi frente, por alguna razón su mirada me transmitía paz, sentía cómo poco a poco me iba calmando y cómo con mucha delicadeza se echaba a mi lado y ponía mi cabeza en su pecho, pero no entendía porqué con dos simples palabras había cambiado todo, era estúpido pensar que me sentía bien en una situación tan horrible como esta.

Estuve ahí echada mucho tiempo, sentía su respiración lenta y serena, eso indicaba que estaba dormido. Con cuidado quité su mano de mi cintura para pararme y poder irme de ahí. Respiré varias veces para poder hacerlo y me mordí la lengua.

Me puse los zapatos y me dirigí a la puerta. La abrí con sumo cuidado pero esas puertas como son antiguas hizo ruido y me maldije mentalmente, cerré lo ojos por unos segundo y los volví a abrir, volteé para asegurarme de que no se hubiera despertado pero ya no estaba. Me alarmé y me rasqué la frente. Lo busqué con la mirada y nada, volví la mirada a la puerta y ahí estaba parado viéndome con el ceño fruncido y con las manos echas puño.

Cerró con fuerza la puerta, creando un fuerte estruendo en toda la habitación. Me asusté y retrocedí con cuidado de no tropezarme pero fue inútil porque caí en la cama boca arriba, traté de pararme pero él me empujó quedando inmovilizada y él encima mío. Estaba aterrada, había metido la pata hasta el fondo.

-No respires-, dijo y sentí que el aire me faltaba, el oxígeno no entraba por mis fosas nasales, me estaba asustando, ¿cómo hacía eso? Me toqué el rostro con desesperación, tratando de que todo volviese a la normalidad pero no funcionó. Me levantó la cara y me miró con un sonrisa victoriosa-, Respira-. Dijo y mágicamente ya podía respirar, ¿cómo hacía eso? ¿qué cosa era él?

Lo miraba aterrada, tratando de analizarlo, mientras que él con un dedo hacía círculos en mi cuello, apartó mi cabello y acercó su boca, lo lamió, sentía su mojada lengua rozar con mi cuello para luego sentir un dolor ahí, sentí cómo perforó algo puntiagudo en mi cuello y cómo succionaba la sangre que brotaba de la herida. Al parecer mis gritos de dolor no le importaban porque seguía succionando, lamió la herida, logrando limpiar la poca sangre que todavía salía de ahí.

Se paró de mí satisfecho. Me senté en la cama y me alejé de él, quedando pegada a la pared, por donde se encuentran las almohadas. Me toqué la herida y esta ardía un poco pero felizmente había parado. Había un poco de sangre seca con dos orificios, podía sentir dos huecos pequeños. Lo miré horrorizada al notar que hasta mi polo estaba manchado con mi propia sangre. ¿Qué había hecho? Lo miré muy asustada, y el pánico y la molestia se apoderaron de mí, le empecé a gritar llorando, lo cual fue el peor error porque se molestó y sentí punzadas en mi cuello, la herida se estaba abriendo más, lo sabía porque sentía que mi sangre se deslizaba por mi cuello.

La sangre ya había manchado más mi ropa y no paraba, el dolor se intensificaba al pasar de los minutos. Me senté en el piso y recosté mi cabeza en la pared, con mi mano trataba de parar la pequeña hemorragia que tenía en el cuello pero era inútil. Él se arrodilló y traté de alejarme un poco pero ya casi no tenía muchas fuerzas, ver tanta sangre me estaba mareando un poco.

-Sin dolor-. Me dijo y otra vez mágicamente el dolor cesó. No le di importancia a eso porque no era tan nuevo pero a lo que sí le di importancia fue al hecho de que por su culpa me estaba desangrando.

-¡¿Qué es lo que quieres?! ¡¿Qué eres?! ¡¿Por qué me haces esto?! ¡Para!-, sollocé asustada.

-Quiero que sufras todo lo que yo sufrí al perder a mis padres por la culpa de los tuyos, ¿por qué no entiendes que soy un vampiro con sed de venganza?-

Ahí pude saber que él estaba cegado por las sombras que lo ataban a su pasado. Había sufrido mucho y seguía dolido. Intenté tocar su brazo pero él se alejó y se fue del cuarto, dejándome sola y con una herida en el cuello. Sólo cerré los ojos para esperar el momento en que moriría. No tardaría mucho en que la muerte venga a tocar a mi puerta.

Cada vez el dolor se iba intensificando, sentía como si me echaran alcohol a la herida. Era muy doloroso, ardía, sólo trataba de pensar en momentos felices de mi infancia, pero ¿cuáles? Algo se me tenía que ocurrir. Tenía que pensar profundamente.

Créditos: HarryUkBal

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