Treinta y Tres

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Alysa

¿Alguna vez no han sentido que les falta el aire y que todo da vueltas? Eso fue lo que sentí cuando Cloé me engañó e hizo sus actos raros. Para ser sincera, recuerdo muy poco cómo sucedió todo. Lo único de que estaba segura era el hecho que seguía en mi cuerpo, pero sin dominio sobre este. Trataba con todas mis fuerzas por mover un solo brazo, pero se me hacía más que imposible. Al parecer, yo solo era la conciencia, vista y oído, no hay nada peor que observar y quedarte sin hacer absolutamente nada.

Todo era tan confuso. A veces me sentía libre, era como si estuviera en un túnel con dos entradas, una era una luz que me llamaba mucho la atención y me jalaba hacía ahí, pero la otra era de color negro. Había veces que simplemente me sentía débil y ya no podía más, miraba con adulación aquella puerta blanca, se veía tan bonita y perfecta. Esas veces me sentía muy intranquila y simplemente quería que todo acabase, ya no quería nada. Sin embargo, habían otras veces cuando juntaba todas mis fuerzas y trataba de acercarme a la oscuridad, cada vez que estaba cerca me sentía más viva y sentía que ahí era donde pertenecía.

Pero en ambos sentía lo mismo, ¿qué puerta sería la correcta?

Me acuerdo cuando Damian dijo <<<Anna>>>. No entendía a qué se refería. ¿Quién era Anna? Estaba tan confundida que no me di cuenta cuando apareció Cloé y dijo algo que se me hizo imposible interpretar.

Al parecer yo estaba hablando y preguntando por ¿mí misma? Le pregunté insistentemente a Damian quién era esa aquella Alysa, aquella que había mencionado Cloé. Lo que sinceramente me rompió el corazón fue esa negación por parte de <<<Ella no es nadie importante>>>

¿No significaba nada para él? ¡Claro que no! ¡¿Cómo pensaba que un tipo como él se fijaría en alguien como yo?! Sentí que el corazón se me rompió, qué tonta había sido al ilusionarme con un tipo como él. Pensar que pudo haber sido todo para mí, pero yo no había sido nada para él. Como siempre, la tonta humana que se enamora de un lunático que ni bola le da. A él solo le importaba una persona en todo el mundo y no era yo.

Era Anna.

Si ella le pedía algo, él con gusto se lo daba. Me escuché diciendo que no se fuera y que se quedara conmigo, claro que accedió y se acostó a un lado mío.

No puedo creer lo que viví, lamentablemente, en mis recuerdos está el hecho de que me acercara a él y lo abrazara, pero lo que me dolió fue su beso húmedo en mi cuello, lo más asqueroso fue el gemido que solté y por su risa, sabía que le había gustado. Verlo encima de mí sujetándome las muñecas, me causaba indignación, sus besos en los hombros y las palabras que soltaba cada tres segundos me causaban náuseas. Poco a poco, la ropa fue cayendo por toda la habitación, lo hacía con ternura, pero sabía que no era conmigo, era con Anna. Lo mejor era no ver nada.

Lo único por lo que estaba agradecida era no haber visto lo de anoche, no ver cómo me rompía el corazón. Ya por la mañana, nos dirigimos un cálido 'buenos días', pero lo mejor de aquella frase era que había dicho mi nombre, sí, el mío. Yo no podía estar más feliz, pero como ya no soy la dueña de mi propio cuerpo, lo único que hice fue gritarle algunas blasfemias e irme a encerrar al baño por un largo rato.

¿Qué tan exagerada podía ser esta chica?

Luego de aquella escena melodramática por parte mía, bajé las escaleras y lo primero que me encuentro es a un Damian haciendo un picnic, pero, de nuevo, la tonta de Anna lo tuvo que arruinar. Ella siempre haciendo berrinches por todo, realmente aquella chica tenía problemas serios.

En el picnic todo estaba perfecto hasta que hice la pregunta mas hueca del mundo y decidí pararme para contemplar el bello paisaje, como toda novela romántica. Pero por alguna razón, aunque no tuviera control de mi cuerpo, sentía que de una u otra manera, podría influir en esto.

Siento cómo Damian se acerca a mí y empieza a hacerme cosquillas, ambos reíamos mucho, la estábamos pasando muy bien. Tenía que admitir que amaba esa nueva faceta de Damian, me parecía tan tierna y extravagante, me encantaba verlo feliz, aún si no era por mí. Trataría de imaginarme que esa chica era yo, que él se divertía conmigo y que no había nadie más que él y yo.

Las flores por parte de él, me hicieron ver quién era realmente y aunque no lo quisiese admitir, era un tremendo cursi. Las flores que me había entregado eran preciosas, sin embargo, por otra pelea que tuvimos, yo las tiré y le seguí gritando. No puedo explicar con exactitud el desprecio que Damian transmitió en ese momento, aquel dolor reflejado en sus ojos fue lo que bastó para que un portazo me dejara sola en la casa.

Yo sabía lo que quería, ir tras él, pero no podía. ¿O no quería? Yo solo escuchaba, veía y sentía todo lo sucedía con Damian. Quería pegarme por ser tan tonta, quería dejar de gritarle cosas horribles, ¿es que acaso no sabía lo suertuda que era? Damian la amaba. Pero no podía creerlo, esta chica no se merecía su amor, no se merecía nada de él.

No sé ni cómo lo logré, pero por un momento pude desconectarme con mi único pase a la realidad y quedarme en un completo vacío y silencio. Quería y tenía que descubrir cómo salir de aquí, no soportaba la idea de que Anna se quedara con el hombre que tanto amaba, lucharía por su amor aunque fuese lo último que hiciera.

No estaba muy consciente de lo que sucedía afuera, pero creía escuchar a lo lejos a una persona, una chica. ¿Cloé? ¿Desde cuándo éramos amigas? Al parecer era solo una capa de falsedad cubierta con el manjar preferido: la hipocresía. Ahora tenía sentido todo.

Presentía que pasaban muchas cosas, ¿esa era la voz de Damian? Tenía un aspecto diferente, como más decidida a algo. No me alertó hasta que siento un grito agudo, algo estaba pasando y por más que tratase de poder verlo, no podía. De repente, sentía mucho sueño, quería descansar, todo se hacía más lento y pesado, sin mencionar que las cosas se tornaban borrosas.

Todo lo que me rodeaba era oscuridad, trataba de sentir algo, de pararme para averiguar, pero no podía, no sentía absolutamente nada. Lo único que me estaba funcionando era el oído y lo primero que me invadió fue la voz fuerte y rasposa de Damian.

Sentí sus jadeos, quería ayudarlo, en verdad lo quería, pero no. Más bien, él fue el que dio el primer movimiento, escuché que nos movíamos por entre el bosque. 

Y como si se tratase de un juego, ya no escuchaba, ahora solo sentía y algo me decía que estaba sobre una cama. Algo suave sentí que me cubrió el cuerpo, mientras que a mi lado se hundía un poco el colchón, ¿acaso se estaba echando a mi lado?

Sentí la piel escarapelarse, uno de sus dedos rozó mis labios, y estaba más que segura que si estuviera despierta, estaría como un tomate de roja. Pensé que ya no se movería más, cuando finalmente pasó.

Un beso.

Solamente uno fue necesario para darme a entender lo que yo quería. A él.

Quería besarlo, corresponderle, ¿y si me estaba besando porque pensaba que era Anna? No, no, eso no se daría. Por alguna razón, ya no sentía a otra presencia en este caparazón llamado cuerpo, ahora me sentía la dueña de mí misma, eso me gustaba, ¿y si él no lo sabía?

Un beso tiene todo un misterio por delante.

¿Pero dos? Pueden confundir a un pueblo entero si es que así se lo propone. Sentía magia cubrirme, una conexión con el mundo real, y aunque no me pudiera mover, me sentía más viva que nunca.

Todo lo que puede hacer el amor.

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