Dieciocho

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Damian

-¿Sabes por qué estoy aquí?-, dijo Cloé balanceándose sobre sus dos pies.

-La verdad es..-. Iba a decirle que no sabía por qué estaba aquí.

-Por ti-, se adelantó y luego se tapó con las manos la boca. Agachó la cabeza y volvió a balancearse sobre sus pies.

-¿Qué?-, pregunté intrigado, ¿desde cuándo ella hacía eso? Me acerqué un poco a ella y la tomé suavemente del mentón para mirarla directamente a los ojos.

-Necesito abrazarte, decirte cuánto te... Amo, cuánto te he extrañado y todo lo que he sufrido al haber estado sin ti, Damian-. Me dijo Cloé, ¿en serio había escuchado bien? Fruncí el ceño y la volví a mirar directamente, podía ver que esos ojos verdosos me decían la verdad, sin duda cada vez que ella me engañaba la descubría viéndola fijamente a los ojos. Sin pensarlo dos veces le sonreí y la abracé con fuerza, como si nunca antes lo hubiera hecho.

-Te quiero-, le susurré en el oído y luego le di un beso en el cachete.

-No sabes cuánto he estado esperando esto, Damian, no estaba segura de ser tan abierta sobre esto... Pero ahora creo que fue lo mejor. En serio, todo este tiempo he estado pensando en ti y en lo mucho que te extrañaba y ahora que te he encontrado... Espero que ya no nos separemos-.

-Awww que tierna eres Cloé-, dije y le sobé la mejilla, ella se rió y luego sentí el golpe en el estómago y caí al piso-, ¿tenías que malograrlo?-, dije con una sonrisa.

-¡Ja! Siempre has sabido que odio que me hagan eso-, dijo divertida-. Cuando estábamos en el colegio... ¿Te acuerdas?-, habló y su rostro cambió a uno serio.

Me levanté del suelo y me acerqué a ella. La tomé del mentón e hice que me mirara.- ya no sucederá, tranquila-, dije tratando de convencerla, ya nada pasaría, ya no.

-Entiendo-, fue lo único que dijo para tomar un gran bocado de aire-, confió en que ya nada pasará-. Dijo y cruzó los dedos.

-Ha pasado tanto tiempo que estoy seguro que ya nada te pasará-, dije convenciéndola.

Ella se alejó de mí con una sonrisa tan de ella y se metió en el baño. Estuvo ahí como diez minutos y salió. Se había cambiado la ropa, con paso lento pero firme se dirigió a mi cama y se echó, me dio las buenas noches y se volteó.

Con una media sonrisa, yo también me cambié y me eché a su lado. Después de meditar lo que habíamos hablado fruncí el ceño, ya no le iba a pasar nada, ya habían pasado tantos años que sinceramente dudaba que le volvieran a hacer daño.

¡Rayos! ¡¿Cómo no estuve ahí para detenerlo?! Hace mucho tiempo Cloé sufrió un pequeño accidente, ella había sido conducida hacia el mal camino por alguien que nadie conocía, sólo ella. Al principio todos pensaban que Cloé sufría de esquizofrenia porque cada vez que gritaba que él estaba aquí no había nadie pero no era que ella estuviera loca, sino que el que la atormentaba jugaba con magia negra y... Y la incitó a que ella también lo hiciese.

***

Alysa

-Bejamin, ¿alguna vez te has preguntado por qué hay muchas estrellas en el cielo?-, dije con una sonrisa en los labios.

-Aly, esa pregunta es muy rara, pero no, nunca me lo había preguntado hasta hoy. No sé por qué habrán tantas, es la naturaleza propia del universo-, me dijo cerrando los ojos.

-Pero es que no tiene sentido-, dije haciendo un puchero y mientras que tenía los ojos cerrados le saqué la lengua.

-Aly, mírame, hay algunas cosas que no tienen respuesta. Sólo hay que aceptarlas como son y ser felices. Por ejemplo, ¿alguna vez te haz preguntado por qué las personas se enamoran si al final van a terminar heridas?- Me dijo y yo negué con la cabeza.

Soy Suya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora