Veintinueve

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Damian

-Solo para ti-, esas palabras, luego de un rato, me hicieron fruncir el ceño. ¿Por qué sentía que esas dos palabras iban con doble sentido?

La miré con aquel vestido que le quedaba muy sexy y me hizo sonreír, todo en ella era perfecto, me encantaba pero era consciente que no era ella. Tal vez, nunca la iba a volver a recuperar, pero ¿qué importaba? Intentaba concentrarme en que ella era la que quería pero no podía, algo estaba mal y yo sabía perfectamente qué era.

Ella se acercó a mí e hizo que bailara con ella, odiaba bailar pero lo intentaría una vez más. Era pésimo bailando pero quería olvidar lo que estaba pensando, no sabía qué quería y eso me estaba matando. Creo que lo intentaría pero no garantizaba que iba a funcionar, lo juraba. ¿Por qué se me hacía tan difícil sacarla de mi cabeza? ¿No era eso lo que siempre había querido?

-¿Qué tal lo hice?-, le pregunté una vez que me cansé de bailar y paré. Sin duda odiaba bailar y hacer toda esa clase de cursilerías, lo odiaba con mi vida.

-Has mejorado-, me dijo con una sonrisa en la cara, traté de sonreírle de vuelta pero creo que una mueca fue lo que salió, cómo odiaba que fuera tan cursi.

Ella tomó de mis manos lo que había preparado para nuestra cursi tarde, yo tenía pensado comer en el comedor pero a ella se le ocurrió hacerlo en la terraza, <<¡genial! otra tontería más>>

Puso el mantel en el suelo y acomodó todo para que nos sentemos, traté de resistirme de no tirarla y casi malogro todo. No tenía ni idea de cuánto iba a durar todo esto pero ya me estaba aburriendo, no entendía porqué se me había ocurrido esta idea tan tonta, no hablábamos de nada, era muy incómodo,aunque prefería eso antes de estar hablando con ella.

-¿Alguna vez has hecho esto con otra persona?-, creo que me adelanté al decir las cosas.

-La verdad es que no, tú eres la primera-, ella asintió y volví a comer. Sentí que ella se paró y se acercó a la baranda, rodé los ojos cuando me llamó para que me acercara a ella. Parecíamos unos completos enamorados pero ahora todo lo contrario, yo no quería nada con ella y sentía que lo sabía muy bien, sin embargo, me tendió su mano y tuve que darle la mía, ella sonrió y quiso que la abrazara, estaba cansado pero igual lo hice, todo sea por tratar de olvidarme de ella.

-Ya es hora de irnos-, le dije y la cargué. La puse en el sillón y le empecé a hacer cosquillas. Ella no paraba de reír cual niña y eso me encantaba. Ahora su risa era diferente, era dulce. Me encantaba verla sonreír y reír, podría pasarme toda la vida haciendo eso.

La cargué y bajamos, ya no quería estar arriba porque... hacía mucho frío. Estaba muy aburrido. La puse en mi hombros y empecé a correr por toda la sala, ella gritaba y reía mucho mientras se aferraba a mí. Yo también reí y la llevé al jardín, ahí arranqué algunas flores e hice como un ramo. Se los di y empezó a gritar como una loca de felicidad, se abalanzó sobre mí y me empezó a besar.

Traté de olvidarme de eso pero no podía, ¿qué había sido eso? Por un momento pensé que era ella pero era imposible, no podía, era Anna. Me estaba volviendo loco por todo esto, si tan solo pudiera olvidarme de ella, yo no sentía absolutamente nada, no entendía porqué me hacía tanto problema por alguien que no me importaba ni una mísera pizca.

-Gracias por este hermoso día-, me dio un beso en el cachete y asentí. No tenía ganas de hablarle así que me alejé lo más que pude de ella, si eso era posible.

***

-¡Pero ya te dije que no es nadie!-, grité molesto, hace rato le había dicho que no era nadie pero no me creía.

-¡Damian, no me mientas! ¡¿Quién es?!-, que pesada era. Por un segundo se me cruzó la idea de deshacerme de ella pero era imposible, no podía perderla, no a ella.

-¡Nadie! ¡Ella era mi amiga! Ella era Berit-, tanto problema hacía por ella, era tan tonto que se preocupara por cosas que no valían la pena, o sea Berit sí valía la pena, pero el problema que Anna estaba haciendo no.

-¿Era?-, rodé los ojos y me alejé de ella.

-Sí, ella murió hace unos días. Y solo estaba tratando de animar a Benjamin porque él la amaba. Y está muy deprimido-, le dije exasperado, ya me había cansado de sus jueguitos tontos, sus celos que me sacaban de quicio ya no los soportaba, ya no.

-¡Oh! Bueno en ese caso no importa-, con total normalidad se sentó en el mueble y empezó a leer una revista.

-¡¿Cómo que no importa?!-, le grité. Esto era suficiente, todas sus tonterías se podían ir a otro lado si me seguía fastidiando.

-Me refiero a que no me interesa-, hice puños mis manos y me puse a su altura, ¿ella quería jugar tonterías? Pues, yo no, ya estaba harto.

-¡¿Puedes dejar de ser una niña inmadura que solo se preocupa por sí misma?! ¡Crece de una vez, ya me tienes harto de todos tus celos!-, podía sentir que la vena que tenía en el cuello estaba a punto de explotar.

-¡No me grites!-, también gritó como esa niña inmadura que es. Rodé los ojos e intenté irme de ahí pero lo impidió.

-Yo te grito si quiero, ¿entiendes? Ya estoy cansado de todas tus tonterías-, gruñí y me dio una cachetada

-Mejor-, rió.

-¿Siempre has sido así?-, la miré con desprecio y ella rodó los ojos.

-¿Cómo soy?-, hizo una mueca y se acercó a mí.

-Eres egoísta. No te importa en lo más mínimo la vida de los demás. Siempre eres tú, tú y tú. Pareciera que el mundo girara entorno a ti-, la alejé y me senté en el sillón.

-Es porque así lo hace, duh-, eso de estar contando para no asesinar a alguien no me estaba funcionado precisamente en estos momentos.

-¡¿Puedes dejar de ser una tonta engreída?!-, se acercó a mí y me volvió a dar otra cachetada, trató de golpearme más pero yo se lo impedí.

-¡¿Sabes qué?! ¡Cállate! ¡Para que veas lo engreída que soy!-, dijo y se acercó a la mesa en donde estaba el florero, lo tomó y lo aventó contra la pared-. ¡Me importa una mierda tus estúpidas flores!-, rió. Como si me fuera a importar esas flores, atrás habían muchísimas más.

Negué y vi el desastre que había hecho, gruñí y me fui de ahí. Necesitaba pensar en si lo que estaba haciendo estaba bien o no, que tonto había sido al olvidar cómo era ella en realidad, toda una engreída sin corazón. Bueno yo también era así pero ella no podía ser así, yo creía que era diferente pero era igual a todas, todas las mujeres son iguales, menos ella. ¿Siempre tenía que estar pesando en ella? Que tontería era todo esto, creo que prefería a la antigua, ya no soportaba todas estas cosas, me estaba cansando de sus caprichos de niña tonta y engreída.

-Veo que ya te acordaste de tu querida Anna-, la otra loca tenía que aparecer, solo las locas me hablaban.

-Cállate-, hablé y empecé a caminar para alejarme de ella. No quería hablar ni con ella ni con la engreída de Anna.

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¿Quién les cae mejor? ¿Alysa o Anna?
¿Alysa está muerta?

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