Veinticinco

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Damian

Luego de un rato recapacitando sobre por qué me importaba tanto aquella chica común, decidí buscarla para poder seguir hablando con ella, no se libraría tan fácilmente de mí. La busqué por todo el segundo piso pero no la encontré, y cuando me estaba por dar por vencido, aquel olor delicioso de la sangre me indicó que estaba en la cocina preparándose algo de comer. Bajé como un rayo y ahí la vi; de espaldas y cantando una canción. Me acerqué a donde estaba ella y tratando de causar el mínimo ruido posible y la volteé, aquella sonrisa que ahora yo tenía en la cara había sido porque sentí que su cuerpo se tensó al momento en que la toqué.

Cuando se relajó, sonrió y tomó mi cara para depositar un beso en mi mejilla, no sabía por qué pero eso causó otra sonrisa y además un escalofrío recorrerme el cuerpo. Yo hice lo mismo que ella hizo conmigo y sonrió pero también cerró los ojos; como disfrutando el momento. <<¡El privilegio de ser besada por mí!>>

Retrocedí con mis manos en sus caderas hasta que sentí mi cuerpo chocar contra una pared, no estaba muy seguro si esto funcionario pero ¡rayos! ¿Desde cuando me importaba tanto? Di una media vuelta y ahora ella era la que estaba acorralada por mis brazos.

Nos mirábamos a los ojos y con lentitud la tomé del mentón y la acerqué hacia mí. Teniéndola a pocos centímetros mío, la besé. Fue un beso lento pero provocativo. No me importaba sus sentimientos, la deseaba. Sentí que su mandíbula se tensó pero luego la sentí relajarse. Me siguió el beso y con sus brazos me rodeó los hombros y yo bajé mis manos hasta su cadera.

Mordí y jalé un poco su labio inferior. Le sonreí y ella en respuesta también lo hizo. Puso su dedo índice en mi frente y bajó lentamente, así imitando a un lápiz; delineando mi nariz y boca hasta llegar a mi barbilla. ¡Rayos! Me confundía tanto su actitud. Delicadamente tapó mi boca y se acercó a mi oreja.

-¿Te decepcioné?-, tomé su mano y la separé de mi boca. La cargué y la senté en el sofá. ¿Eso a qué venía? Me importaba muy poco lo que dijera, yo la deseaba.

-¿Debería estar sintiéndome culpable o dejar que los jueces frunzan el ceño? Porque vi el final antes de que hubiera empezado, sí, vi que estabas ciega y supe que había ganado, así que tomé lo que es mío por derecho eterno-, borré aquella sonrisa y esta vez, yo era el que estaba sonriendo.

Ella se paró y me rodeó, pude sentir su intensa mirada sobre mí, lo que causó mi incomodidad. Volteé y la seguí mientras que se movía por toda la sala. ¿Qué era lo que quería?

-Estando en mi juego, finjo, en donde la diversión no tiene fin. En donde la vida es una fiesta-, me había dejado más confundido que antes. ¿A caso se estaría volviendo loca? Me sonrió y luego empezó a reírse sola. En conclusión; se estaba volviendo loca. La agarré de los hombros y la moví varias veces pero ella no paraba de reírse y de mirar a todo los lados.

Como mi sala es grande, obviamente tiene un ventanal. Vi el reflejo de la luz de la luna en sus ojos y pude ver algo extraño, algo diferente. Parecía que tuviera algo escrito, algo como unos números. Esto no podía ser cierto, esos números no eran comunes. Esos números solo representaban una sola cosa; magia negra.

-¡Aly, reacciona!-, grité lo más fuerte que podía. Tenía que despertar del trance en el que se encontraba. No podía dejarla en ese coma en el que se encontraba ahora su alma.

-¿Aly? ¿Quién es Aly?-, me dijo y se echó a reír en mi hombro. Esto era peor de lo que pensaba. Estaba avanzando más rápido de lo que creía. Esto era como una corrosión, si la dejabas por mucho tiempo, esta avanzaría más y al final dañaría todo.

-Aly, resiste tanto como puedas. No te mueras. Cierra los ojos y duerme-, la cargué entre mis brazos y le di un beso en la frente. No podía dejar que le pasara nada malo. No me lo perdonaría nunca.

Remarqué varias veces adónde y con quién debía de ir antes de dar un paso a la puerta de la casa. Tal vez era el nerviosismo, el miedo o la estupidez, pero la cosa es que al momento de tratar de abrir con "delicadeza" la puerta, creo que le puse mucha fuerza porque de un momento a otro tenía un pedazo de esta colgando en mi mano. Suspiré frustrado y fijándome de que no hiciera caer a Aly, la puse en el piso como pude, sin mencionar que me llegó altamente adonde cayera esta y la lancé.

Salí de la casa y por primera vez después de hace mucho pero mucho tiempo tuve miedo y rogué mentalmente al mundo que por favor no pusiera ningún obstáculo en mi camino para poder llegar a tiempo a mi destino. Me adentré en el bosque y podía escuchar el sonido de búhos, grillos y hasta algunas aves alrededor mío. Pero el sonido que más resaltaba era el de mis pies tocando las hojas secas que habían caído de los árboles y que ahora estaban esparcidas por todo el suelo. Si no fuera porque llevaba a Alysa en mis brazos hubiera ido corriendo lo más rápido que pudiera porque ese sonido me molestaba.

A lo lejos pude divisar a un pequeño grupo de tres personas acampando en plena desolación. ¿A caso no sabían cuán peligroso era estar solo a estas horas? Sonreí maliciosamente, de repente una merienda no caería mal. Me debatía entre dejar tirada a Alysa y disfrutar de un rico aperitivo o seguir mi camino. Paré para que no sospecharan de nada y luego no hicieran un lío estúpido como es típico de los humanos. Miré a Aly y rodé los ojos, aquella me daba ganas de gritarle todas su verdades pero también me hacía sentir diferente y aunque no tenía muy claro cómo, esa sonrisa estúpida apareció en mi rostro.

-Disculpa, ¿necesitas ayuda?-, me dijo uno de los tres que acampaban. Miré al cielo y grité mentalmente.¡Esto tenía que ser una broma! No quería la puta ayuda de nadie, de absolutamente nadie. No los necesitaba, eran simples humanos, aunque el tipo que me preguntó tenía aspecto un poco extraño.

-¿A ella qué le pasó?-, dijo otro de cabello negro como el negro, y se acercó a donde estaba mi Alysa <<¿de dónde carajos salió el "mi"?>> y le tocó la frente, lo cual causó que aquellas ganas de matarlo en una aparecieran con fuerza pero tenía que parecer un humano y si hacía eso iba a ser todo lo contrario. Casi vomito cuando tuve que darles mi mejor sonrisa, ellos la ignoraron y se acercaron a Aly como si yo les hubiera dado permiso. Me enfurecía que la viesen como un pedazo de carne, podía ver esa mirada llena de lujuria: la conocía perfectamente.

-Estoy bien, gracias por su ayuda pero debo irme-, traté de largarme de ahí pero uno de ellos me agarró el brazo y me jaló hacia donde los otros dos estaban. Las ganas de arrancarle la cabeza no me faltaban, ¿yo le había dado permiso para que me tocase? No, no, ¡no!

-¡¿Estás loco o qué?!-, gritó horrorizado y esperaba que no fuera para mí porque sino le tiraba un puñete-, no puedes irte con ella herida. Hay que curarla... Tiene fiebre-, fruncí el ceño, ¿acaso me creía estúpido?-, si, si Alysa tiene mucha fiebre-, y eso fue lo que hizo darme cuenta que aquella amabilidad de parte mía había acabado.

-¿Cómo sabes que se llama Alysa?-, le pregunté o mejor dicho, le exigí. Quería patearlos y arrancarles la cabeza, estos no eran personas comunes y corrientes, eso era un hecho. Él por un momento me miró asustado pero luego sonrió maliciosamente.

<<Se estaban metiendo en terreno peligroso>> pensé

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Ya estoy mejor! Gracias por sus comentarios! <3

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