CAPITULO 1

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Capitulo 1

Ya llevo un rato despierta, y aun no suena el despertador. No sé qué hora es porque mis lentes están lejos y ni siquiera entrecerrando mis ojos puedo enfocar los números en el reloj.

Si definitivamente odiare este día, mejor dicho, odio todos los días.

Ringggg.

Y ahí está el endemoniado despertador.

No pasaron ni cinco minutos después que sonó la alarma cuando una voz de lo más familiar hizo su camino por mi puerta-¡Despierta mi pequeño pececito!-Ughh, si esa era mi madre, y parece ser que se encuentra demasiado entusiasta.

-¡No iré!- Y así será no iré no importa lo que me diga o que extrañas técnicas de convencimiento utilice conmigo, no señor, no iré.

-Vamos pececito te hice tu desayuno favorito, anda, ábreme- tocaba la puerta con sus nudillos y al mismo tiempo dando tirones al pomo de la puerta.

-No me convences- y si no lo ha hecho, amo esos pancakes pero no es suficiente, así que me haré un ovillo bien cobijado aquí en mi cama por el resto del día, si, suena a un buen plan.

-Es tu primer día en la Universidad Nerissa, así que ¡abre inmediatamente!-uff eso sí que iba enserio

Ughh cuando se pone ella en su plan mamá-enojada-histérica, creo que hay que hacerle caso.

Me levante de mi nido, le abrí la puerta Y aun con el pomo de la puerta en mi mano, le hice una señal para incitarla a pasar a mi cuarto o desastre-cuarto diría yo.

-Pececito, por favor pon mejor cara, es tu primer día en la universidad, sabes que hemos esperado esto por años, veras que será emocionante- dijo todo esto al mismo tiempo en que hacia una señal con sus manos frente a su cara dibujando una sonrisa y sonriendo ampliamente. Ughh sí que estaba entusiasmada.

-Esta biennnnnnnn- lo dije alargando las últimas letras mientras ponía los ojos en blanco.

-Vamos, vístete y te espero abajo- me dio un beso en la mejilla y al tiempo que ponía mi enmarañado cabello fuera de mi cara y saliendo de mi cuarto.

Si odiare este día y los siguientes por los próximos tres años, bueno al menos haré algo que me "gusta" o aún no se si lo hacía, porque era algo que amaba hacer con Yemaya, mi gemelo, mi mejor amigo, mi alma gemela. Es lo que siempre nos decíamos  y por supuesto que era verdad, éramos esos típicos gemelos que uno hablaban y el otro terminaba la frase o con solo una mirada sabíamos que estábamos pensando, hubo muchos de esos momentos y sobre todo muchas risas entre nosotros.

Lo extrañaba tanto que solo de pensar su nombre era como si me dieran un puñetazo en el estómago y todo el aire dejara mi cuerpo o aun peor era como si arrancaran todas las entrañas de mí y solo dejaran la cascara seca, que poco a poco se empezaría a podrir y podías verlo, ya no era ni la sombra de quien era cuando él aún vivía.

Nunca me considere guapa, con mi metro ochenta, piel apiñonada y tal vez un poco más pálida en estos días, ya que no he salido mucho y claro está mi cabello que siempre es un lío y peor aún que lo deje crecer que casi llega a mi cintura, aunque la última década se había puesto de moda alaciar el cabello, el mío ya lo era de naturaleza y no, no me gustaba nada, me parecía de lo más simple y sin ninguna gracia, siempre estaba pensando en cortarlo o teñirlo aunque ahora no tenía el suficiente valor para teñírmelo, no sé, tal vez el hecho que si lo hacía no volviera a ver en el espejo a Yemaya.

Dios realmente lo extrañaba, todo me lo recordaba.

Jamás nos habíamos separado en diecisiete años y de repente me lo arrebatan.

Aunque me tiñera el cabello ambos habíamos nacido con un lunar en la muñeca izquierda, era como una mancha oscura, realmente no tiene forma, aunque siempre decíamos que se parecía más a una estrella.

Me enfunde los primeros vaqueros que encontré esparcidos por la habitación, una blusa de color verde esmeralda, mi favorita y que saque del canasto de ropa limpia, eso creo, hay que darle una olida para confirmarlo, y mis nike de color gris , si creo que funcionaba. Termine poniendo mi cabello en una coleta alta e hice mi camino escaleras abajo en el proceso recogiendo los utensilios que creí necesarios para "el gran día".

Mi madre en sus pijamas de franela estaba enfrascada haciendo sus famosos pancakes, solo me vio por el rabillo del ojo y estaba silbando animosamente. Aunque yo sabía que esa solo era su máscara porque quería ser una buena madre y para ella eso significaba ser fuerte para mí  aunque eso signifique cada día desgastarse un poco mas por el esfuerzo de enmascarar sus sentimientos. Pero todas las noches si ponía atención, podía escucharla llorar y yo cada noche no tenía el valor de hacer mi camino a su cuarto para abrazarla y decirle que yo también lo extrañaba muchísimo, que estaba bien llorarle y seguir adelante, porque ni todas las lágrimas del mundo lo traerían de vuelta.

Me senté a la mesa y mamá puso delante mio un plato con una torre de deliciosos pancakes con frutos rojos encima y miel de maple, lo se mis gustos son muy simples, pero si los probaran estarían de acuerdo conmigo que eran los mejores en todo el mundo, ni siquiera IHOP podía competir contra ellos.

-Oh mamá sabes que esta vez te luciste, ¡¿lo sabes verdad?!- todo esto lo decía mientras mi boca estaba llena de esto que debería ser nombrada como la octava maravilla del mundo, si definitivamente, esto podría cambiar el ánimo de cualquiera, el mío por ejemplo y eso es decir mucho.

Eran de las pocas cosas que aún me dejaba disfrutar en estos días, aunque en ocasiones sentía un gran remordimiento queriendo formarse en mi pecho, ya que no debería de estar yo solamente disfrutando de esto.

Si apesta.

-A mí me parece que solamente tienes hambre pececito- lo dijo aun enfrascada en la estufa.

-¿Ma porque sigues llamándome así?- lo dije mientras llevaba el tenedor hacia mi boca con más de la octava maravilla y podría decirse que también había un poco, bueno bastante, de residuos en las esquinas d mi boca y probablemente en mi barbilla.

-Por qué me apetece, y bueno sabes que lo digo nada más que con todo el amor que te tengo pececito- oh si podía escuchar ese toque de malicia-divertida-de-madres, si eso y la sonrisa en su rostro que la delato.

Termine mi desayuno casi devorándolo en el proceso, me lave dientes, quite los residuos y me despedí de mamá, para llegar a la universidad tenía que tomar dos autobuses del transporte público, ya que realmente era muy caro tener carro y sinceramente no quería ese tipo de responsabilidad, que tomemos en cuenta que siempre era una despistada para todo, el responsable aquí era Yemaya y por supuesto nunca más volverá.

La parada del bus estaba a solo unas cuadras de mi casa y bueno aquí a iniciar mi primer gran día.

NERISSA: EL LLAMADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora