Los Warner #1: ¿Podrás ser salvada?

Capítulo Dos

Salí a comprar unas Toddys, porque me moría de ganas de comer algo dulce y con chocolate. Una vez que lo hice, caminé de regreso por las mismas calles que había ido antes mientras me llevaba una galleta a la boca. Por inercia, o mejor dicho, por curiosidad me detuve frente a la casa que quedaba una más lejos que la mía. Siempre había estado vacía, y era una casa hermosa tanto por dentro como por fuera, una reliquia del pueblo que casi nadie podía darse el lujo de arrendar o comprar porque valía millones, pero ahora había camiones de mudanza fuera, y todas las luces estaban encendidas. La curiosidad me pudo y me hice camino entre medio de los hombres que trasladaban muebles y cajas. Iba a mirar disimuladamente, en serio lo iba a hacer para luego irme y hacer como si nada, pero de pronto la puerta se abrió y un chico alto y vestido completamente de negro apareció frente a mí, mirándome de pies a cabeza. Yo casi me caí de espalda. Estaba avergonzada porque me había pillado fisgoneando donde no debía.

- Creo que no solo seremos compañeros de clase, sino que también vecinos.

Me quedé con la galleta a pleno camino de entrar en mi boca e intenté sonreír.

- Warner.

Murmuré deseando no haber sonado tan ¿Nerviosa? ¿Sorprendida?

- Dime Max. Warner es algo demasiado formal para mi gusto.

- ¡Ey! ¿Por qué rayos sale el agua helada?

Otra voz masculina llamó mi atención y miré discretamente hacia dentro de la casa. Mis ojos se abrieron como platos al ver a un chico solo con una toalla envuelta alrededor de su cadera, sin nada arriba y con unas gotas que caían desde las puntas de su cabello. Demasiado sexy y demasiada información para mi vista. Oh, oh... Él era Eric, el mismo chico con el que siempre veo a Max en la escuela hablando, acaso ¿Son gays? ¡Oh por dios! ¡Eran gays!

- Joder. ¿Cómo no me dices que hay una chica en la puerta?

Preguntó al tiempo en que sus ojos recorrían mi cuerpo. Eso había sido muy poco disimulado para alguien que es ¿Gay?

- Eric, tú eres al que le gusta exhibirse –me miró- Y no, no somos gays, por si es lo que piensas -¿Cómo había adivinado lo que pensaba?- Amanda, él es mi primo, Eric. Deberías de acordarte de nosotros, nos presentaste en clases. Lo recuerdas ¿No?

Sentí un gran alivió invadir mi cuerpo. Eran primos, eso resolvía todo el escándalo que había generado mi cabeza.

- Sí, sí. Claro que los recuerdo. –Intenté sonreír- Hola.

Susurré intentando mover la mano en donde aún sostenía mi Toddy. Eric me sonrió de una manera que me pareció casi descarada, pero me causó risa.

- Bien. Te veo mañana, en clases.

Me despedí, necesitaba salir de ese momento incomodo en cuanto antes.

- Claro.

Al entrar en casa lo primero que hice fue apoyarme en la puerta que tenía a mi espalda. ¿En qué momento se me había acelerado tanto la respiración? Me metí la galleta completa a la boca y caminé hasta estar frente al sofá, en donde me lancé sobre este, aun masticando. La idea de que dos compañeros de clase vivieran al lado mío no era muy de mi agrado. Bueno, no era exactamente a mi lado, pero me causaba curiosidad solo haberlos visto a ellos dos ¿Y sus padres? Porque son menores de edad, entre comillas, claro. Recuerdo que en sus expedientes salía que tenían 18 años, ambos. Mm, supongo que el tema de sus padres se me escapó.

Subí la escalera que guiaba hasta el segundo piso en donde se encontraba mi cuarto y me lancé sobre la cama en cuanto entré. Encendí la televisión para ver uno de los capítulos de mi serie favorita, The Vampire Diares. Tenía un cierto y desquiciado gusto por los chicos de apariencia mala y misteriosa, así como Damon Salvatore, el guapo y sexy vampiro que se enamoró de la novia de su hermano, Estefan. A ratos pensaba en que me gustaría vivir algo parecido a Elena. Tener a dos chicos detrás de ti, conquistándote día a día y sin poder decidir cuál es el mejor, si el "bueno" o el "malo". Aunque claro, preferentemente evitando la parte en donde todos quieren la sangre o la vida de Elena.