25. Que arda el maldito mundo

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Un escalofrío recorre mi espalda, la habitación es muy fría, lo que daría por poder sentarme frente a un hogar y bañarme de su calor, sé que sonará egoísta, pero incluso aceptaría que Carson me abrazara por algunos minutos... Después de todo, un abrazo ya no es nada.

―¿Line? ―me habla Rebecca, llamando mi atención y descubro que ella está viendo en dirección a la cama.

―¿Sí?

―¿Qué ha pasado aquí? ¿Haz compartido cama con alguien?

Sí, con Carson...

―¿Qué? ―pregunto asustada―. No, ¿de qué hablas?

―Bueno, todo es un desastre aquí dentro y...

―Rebecca, no. Dios ―la interrumpo―, ¿cómo puedes pensar en eso cuando estamos atacando al país?

«Sí, Edeline, ¿cómo pudiste pensar en eso justo en estos momentos? O mejor dicho, ¿cómo pudiste dejar de pensar en la guerra para eso?».

―Ay, Line... ―se separa de la puerta y avanza pasandome de largo, toma las cosas que he dejado tiradas y las acomoda de manera rápida y eficaz.

―¿A qué has venido? ―pregunto mientras me dirijo al baño, pongo el diario de Cinzia sobre una gaveta, abro la llave del grifo y humedezco mi cabello.

No he podido hacer mayor cosa desde que Carson se fue hace una hora, creo que no sé gastar el tiempo de manera correcta.

―Sólo he venido a darte un mensaje.

Logro hacer un moño alto de mi cabeza, no tan bien como el de Rebecca, pero algo es algo.

―¿Mensaje? Pensé que estabas aún de guardia a las afueras...

―Lo estaba y me he encontrado con alguien ―responde con la misma seriedad de siempre.

Me observo en el espejo, supervisando que me vea presentable, escucho los pasos de mi amiga acercándose.

―Alguien ha venido...

―¿Ha venido...? ―le incito a que me diga viéndola en el espejo.

―Sí.

―¿De qué hablas?

―Alguien ha venido a verte desde muy lejos. A ti, sólo para verte a ti ―añade algo molesta.

Busco quién pueda ser, pero no se me ocurre nada y Rebecca parece querer que yo lo descubra por mí misma.

―Rebecca, ¿de quién hablas? ―pido algo nerviosa.

―Um... ―la voz de Rebecca se pierde.

―¿De verdad no se te ocurre quién pueda ser, muñequita? ―pregunta Garnett entrando.

Mis músculos se tensan, lo veo en el espejo pero no puedo creerlo, me giro a él y pierdo el habla.

―Tú... ―es lo único que soy capaz de decir.

Él sonríe.

―Yo.

―Bueno, los dejo solos ―dice Rebecca, eso me sirve para usar de excusa y ver a otra parte que no incluya a Garnett.

―Hola ―susurro a él, mientras intento salir del ahora, sofocante cuarto de baño.

Garnett no retira su sonrisa, jamás, jamás sabré de qué se ríe él, es como si sólo verme fuera una broma.

Esquivo el cuerpo de Garnett y llego a un lado de Rebecca, ella me tiende mi saco y yo lo tomó.

―Los dejo, Garnett, yo me encargo de... tu amiga ―anuncia ella en voz alta y luego se pega un poco más a mí y susurra―: Le diré a Carson que venga después por lo que ha olvidado de ropa.

Sin alas © || [TERMINADA]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz