8. Dos estrellas a punto de morir

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      ¡Hola, chicos! Estoy súper feliz ya que he llegado a los 1,000 seguidores, y nos acercamos a las 100,000 lecturas.

      De verdad que nunca me imaginé llegar tan lejos con esas ideas locas que tengo todo el tiempo rondando por mi cabeza, pero gracias a todos ustedes que me dieron la oportunidad de hacerles llegar mi historia esto es posible, pues desde que comencé a publicar Sin alas se ha posicionado entre los primeros puestos de ciencia ficción.

      Ahora, para no molestarlos más, chicos, quiero agradecerles lo mucho que me han apoyado y por eso hoy subiré dos capítulos seguidos, espero sufran con ellos.

      También quiero decirles que pueden ver el booktrailer de la historia, y aunque es hermoso, siento que los textos van muy rápidos, pronto lo arreglaré, pero espero puedan darle un vistazo. 

       Laura C. Andrade.  

Su rodilla se clava en mi estómago y siento salir de golpe todo el aire de mis pulmones.

      Levanto la mirada y veo el delicado rostro de Rebecca lleno de sudor.

      Mis piernas se vencen y caigo hecha un ovillo sobre las viejas tablas de madera. Rápido ella lleva la punta de su pie en dirección a mis costillas, reacciono un segundo antes de que me toque girando mi torso hacía donde esta parada, inspiro lo más fuerte que puedo ignorando la sensación de miles de agujas enterrándose en la boca de mi estómago.

      Paso mi brazo tras sus rodillas y hago que se le doblen, ella pierde el equilibrio y cae cerca de mí.   

      Me arrastro por el suelo para llegar hasta el nivel de Rebecca. Rodeo con mi mano la muñeca de mi brazo contrario y me apoyo con todo el peso de mi cuerpo sobre el cuello de ella.

      ―Buen movimiento ―dice cuando siente que la he dejado totalmente inmóvil.

      Sonrío al escucharle, aun cuando sé que no puede verme porque esta boca abajo.

      Llevo una semana entrenando con ella, noche y día, únicamente descansando para comer o tomar agua, cada vez soy un poco mejor, me muevo con más agilidad y soy más rápida al hacer caer a mi oponente.

      ―Te he ganado ―aseguro, pero mi voz va acompañada de duda.

      Un segundo después siento como impulsa sus piernas hacia arriba y cubre con ellas mis hombros obligándome a quitarme de ella.

      De un movimiento ya se ha dado media vuelta, cierra el puño y lo dirige a mi rostro, yo levanto el codo e intercepto su golpe justo como hemos practicado, pero se las arregla para repetir el movimiento y esta vez me golpea el pómulo, justo donde hace unos días tenía un hematoma por culpa de Enrico Anesi.

      ¡Genial! Creo que debo acostumbrarme a ello de una vez por todas.

      Siento el sabor de la sangre pasar por mi lengua.

      Golpeo tres veces el piso, en señal de alto. Pero ella no se detiene y me da una cachetada del lado izquierdo. Se pone de pie esperando a que yo haga lo mismo pero sé que no resistiré mucho más.

      ― ¡Levántate! ―grita sin furia.

      ― ¡No! ―pronuncio con mi último aliento; vuelvo a tomar aire y lleno mis pulmones―. Hice... Yo hice la señal de alto.

      Entorna los ojos hacia mí como si me estuviera perdiendo de algo importante.

      ―Lo sé.

Sin alas © || [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora