22. No hay tiempo

35.4K 3.1K 345
                                    

Garnett Anesi.

No puedo quedarme.

No puedo. Si lo hago me matarán de la misma manera en que están matando a todos.

Soldados entran y salen de los negocios y hogares, rompiendo puertas o destrozando ventanas. Una vez que han entrado se tardan no más de medio minuto en llevar a cabo su misión que consiste en arrebatar la vida de todo aquel que se encuentran. Eso si tienen suerte.

Han pasado cinco minutos y es todo lo que necesitaban, han bastado, si alguien queda vivo por aquí se ha escondido muy bien. Genial por ellos, pero los demás...

Las personas yacen tiradas en la calle, las flechas les atravesaron los huesos, quebrándolos hasta hacerlos polvo, les han privado de aire y detenido el corazón.

Mi deber no es ayudar a nadie, pero ¿de quién sí lo es?

Un llanto se escucha cerca de mí, es apagado entre los últimos gritos que las personas sueltan y el trotar de los soldados que corren por la acera.

Trato de ignorarlo mientras pienso en la mejor manera de salir de aquí sin ser visto por nadie. Debo planear una salida, tiene que ser a caballo, pues a pie sería presa fácil, y sólo tendré unos segundos, el ruido de los cascos al chocar con el suelo me delatará, así que busco la mejor táctica para adentrarme al bosque. Ir por ahí retrasa el camino, gastando más tiempo del que preferiría, la mejor opción siempre fue usar las carreteras fingiendo ser un civil más, entonces habría llegado en cuestión de horas a Foligno, sin embargo ya no hay tal opción.

Tomo las riendas de Auror y clavando mi pie en el estribo me impulso a subir, pronto estoy listo, inhalo y exhalo repetidas veces tratando de no ponerme nervioso.

«Controla el miedo, Garnett, si no lo haces él te controlará a ti».

Escucho pasos acercándose, están revisando cada esquina, asegurándose de no dejar ni un cabo suelto, hacerlo sería un error.

Lastima.

Yo soy el error más grande con que se pudieron haber topado.

Otra vez escucho el susurro de un llanto a mis espaldas, me obligo a no voltear, sé lo que me encontraré: alguien que necesita ayuda.

Debo ignorar a todos.

Tengo que salvarme a mí, antes que a otros.

Pero si no ayudo a quien lo necesita y lo dejo morir, porque ese será el destino seguro de todo aquel que se quede, ¿qué me hará diferente a esos que odio?

No hay tiempo.

Tres soldados con sus armas en alto escanean el callejón en el que me encuentro y abren los ojos cual platos al verme.

Jalo las riendas lo más fuerte que puedo, Auror se para en dos patas esquivando las balas y salimos disparados al frente, ellos se apartan del camino para no ser empujados por mi caballo. No hay tiempo para detenerme a salvar a los demás, sea mujer, hombre o niño. No importa.

Esta es la realidad, donde no puedes fingir ser un héroe porque si lo haces mueres.

Esta es la realidad. Creamos héroes y mártires para sentir que el mundo tiene salvación, pero la única verdad es que todo se está yendo al infierno.

Se va al infierno por personas como yo que no hacen nada para evitarlo.

«Eres un idiota» comienza a decir esa voz en mi cabeza, esa voz que se encarga de mantenernos vivos a todos, esa voz que debería obedecer más a menudo.

Sin alas © || [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora