II

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-Tengo derecho a elegir qué casos tomar y a cuáles negarme -dije mientras cruzaba los brazos tras mi cabeza.

Estaba tirado en el sofá de mi despacho. Pese a que tenía los ojos cerrados, supe con total seguridad que la mirada que me estaba lanzando Némesis no se podría definir como aprobatoria.

-No es como si tuvieses otra opción -susurró con esa voz aterciopelada que tanto la caracterizaba.

Se sentó a mi lado y suspiró. Noté su mano sobre mi pelo, moviéndose en círculos, acariciándome. E, instintivamente, me relajé.

Némesis tenía ese efecto en mí, irónicamente.

Abrí los ojos, solo para descubrir que me estaba sonriendo. Desde este punto de vista, con ella mirándome desde arriba, solo podía fijarme en sus ojos. Nunca habían existido unos iguales. Eran una perfecta mezcla entre un color miel y verde, con motas ambarinas. Acojonantes.

Bueno, todo ella era acojonante. Y maravillosa. Y muy, muy bonita. De una forma exótica, no comparable a cualquiera de esas modelos despampanantes que se hacían llamar las mujeres más hermosas del planeta.

Cuando se inclinó para darme un beso en la frente, varios de sus largos mechones color chocolate rozaron mis mejillas, haciéndome cosquillas. Enredé uno entre mis dedos y ella murmuró algo contra mi frente que no conseguí distinguir.

Y sonreí. Y ella sonrió porque sabía que el hecho de que yo sonriera no era algo habitual.

-No puedo hacerlo, Nem. No pienso defender a Eros Teller -susurré, con una mezcla de impotencia, cansancio y tristeza.

-Ya sabes lo que ha dicho mi padre. Eres su mejor abogado. Este es un buen caso. Y defender a Eros nos podría beneficiar a todos.

-Que beneficie a Olimpo no significa que nos beneficie a todos -bufé.

Ella frunció el ceño y se levantó del sofá de mala gana. Me miró fijamente y abrió la boca varias veces, buscando qué palabras usar.

-Sé que tu historia con Eros es complicada, Luca. Pero eres abogado, y a veces nos toca defender al chico malo.

-Perderé el caso -aseguré mientras volvía a cerrar los ojos.

Me dio tal golpe en la frente que me hizo abrir los ojos de nuevo.

-No -se agachó para mirarme y posó sus manos a cada lado de mi cabeza -. No lo harás. Nunca lo haces.

No paraba de apartar la mirada. Pasaba de un lado de mi cara a otro a una velocidad insuperable, como si de una carrera se tratara. Como si quisiera analizar cada uno de mis gestos.

-Si te vas a enfadar conmigo por no querer defender a un cabrón, te recomiendo que acabemos esta conversación.

-No me conviertas en la mala de la historia, Luca. Sabes que te entiendo. Pero este es tu trabajo. Nuestro trabajo. Cuanto antes lo asumes, mejor nos irá.

Se volvió a poner de pie y se alejó de mí. No aparté la mirada de ella mientras me levantaba del sofá. Sería fácil enfadarme con ella si no me importara tanto. O si no fuese tan bonita

Se acercó a mí mientras me apoyaba contra el filo de mi escritorio. Opté por no mirarla mientras volvía a estirar las mangas de mi camisa. Ella me ayudó a abrocharme los gemelos y, cuando acabó, agarró mi muñeca.

-Dime que no estás enfadado.

Enarqué una ceja y ella sonrió de medio lado.

-¿Por favor?

Ella rio mientras besaba su nariz. Me dio un puñetazo en el hombro, aun sin dejar de sonreír.

-Sabes que soy incapaz de enfadarme contigo, Nem -confesé.

-Me gusta pensar eso, sí -contestó -. ¿Vendrás esta noche?

-¿Qué quieres que lleve?

Se llevó un dedo a la barbilla, fingiendo que se lo estaba pensando. Ambos sabíamos que querría tomar lo mismo de siempre. Era nuestra tradición.

-Comida china.

-¿Alguna película?

-¿Mad Max?

-Maratón de Mad Max para la señorita.

Me estiré sobre el escritorio para coger mi americana negra. Agarré las llaves de mi coche y las de mi casa. Némesis me besó en los labios de forma fugaz, a sabiendas de que era algo prohibido, antes de que me fuera.

Cuando estaba agarrando el pomo de la puerta, me giré y sonreí de medio lado. Como había hecho ella minutos antes.

-¿Nem?

-¿Sí?

-Por favor, dile a tu padre que si me obliga a defender a Eros, perderé el caso.

Puso los ojos en blanco y bufó.

-Y que si no cambia de opinión, siempre puede despedirme. Aunque, como bien ha dicho él, soy su mejor abogado.

Dicho esto, le guiñé un ojo, abrí la puerta y me fui.

Me atrevería a decir que su carcajada resonó por todo el edificio.

Quiero dejar algo bien claro:
Nem no es una zorra, una guarra o una puta. O cualquier derivado que se os pase por la cabeza.
Puedo entender que prefiráis que Luca esté con Dafne, pero eso no quiere decir que podáis insultar a otro personaje femenino.
Soy consciente de que no son reales. No soy tonta. Pero ese tipo de comentarios vienen de formas de pensar que tenemos interiorizadas y de las que, con la educación necesaria, nos podemos librar.
No estoy intentando regañaros, solo deciros que yo una vez también fui así. Y que no está bien.
Abracemos el feminismo y, como un ejercicio opcional, pensad:
¿Y si yo fuese Nem?

Otp | ✓Where stories live. Discover now