|Peligrosa Tentación| Capítulo 9.

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Sangre, lamentos y tortura

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Sangre, lamentos y tortura.

Lev

—No quiero que andes de inquieta porque sólo será un momento, ¿Ok? —repaso lo que hablé con Maddy antes de salir.

—¿Y podemos ir al parque? —pregunta y niego.

El chofer toma el camino al centro de Moscú, se que Rose dijo que no la podía sacar pero mamá está en problemas y necesito ir por ella, no tengo a nadie con quién dejar a Chucky así que lo lógico es que la lleve conmigo.

Se va a la ventana mientras explaya los ojos sorprendida por lo que ve en la vía.

Rezo un ave María para que al padre no se le ocurra hacer videollamada porque es más lo que tardaré colgando que lo que tardarán sus hombres en venir a matarme.

—Repíteme lo que hablamos —le digo.

—Soy tu sobrina, la princesa Maddy —hace muecas— y sólo vamos por la tía Soh.

—Dije todo menos que eras una princesa...

—¡Sí lo soy! —se molesta y siempre que lo hace su aura impone y su mirada se oscurece haciéndola ver cómo lo que es, y es una Chucky.

Maddy es un arma de doble filo, tiene dos facetas de las cuáles al parecer sólo me he dado cuenta yo porque la he visto haciendo cosas que nadie más, demostrando que el sadismo lo lleva en la sangre.

Cosas como enterrar cubiertos a los muñecos, descabezarlos y ahorcarlos con lo que sea que encuentre.

No dejo de jugar con mis dedos, el nerviosismo lo tengo en la garganta pero es que a mamá le encanta meterse en problemas, insultó a un policía en la calle y se la llevaron detenida, obvio no puede decir quién es así como así porque tenemos a nuestro cargo al diamante más importante de Rusia y no podemos buscar problemas porque nos puede ir muy mal como tampoco dejar su identidad al descubierto.

El auto se estaciona en la estación de policía de Moscú y le acomodo el cabello dentro de la capota a la diabólica que llevo al lado colocándole sus lentes.

—Quieta o te tiro al bote de basura —la amenazo y se ríe porque todo para ella es un chiste, igualita a su tío Jin.

La cargo bajándola, hay una feria de no sé qué cosa afuera y tomo la correa de la perrita, porque a parte de niñero, también cuido al perro.

Entro a la comisaría y siento cosas de gente gay cuando las miradas del oficial de la barra se me incrustan en la entrepierna.

Me miro el miembro buscando indicios de que este erecto pero no... «Gracias a Dios»

—Hola... —hablo y de verdad estos son los momentos que me mantienen humilde porque la mirada me intimida tanto que olvide a que vine.

—¿En que lo puedo ayudar? —la voz gruesa me activa la hombría en segundos.

PELIGROSA ADICCIÓN | Jeon Jungkook +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora