Capítulo 11.

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Rose

—¡Lev! —llama Soh desde el pasillo— ¡Lev!

Dormí como un bebé, cené como en casa, tengo ropa decente, cama decente y no miro cada cinco minutos a la puerta pendiente de si alguien va a venir a torturarme o no.

Lev entra a la habitación y sonrío, es agradable y su sentido del humor se asemeja al mío «Le gustan los hombres»

Soh es de carácter fuerte y es de ese tipo de mujer que no tiene pelos en la lengua para decirte las verdades en la cara, me lo demostró anoche cuando envío a Lev a que me observara las cicatrices de la espalda argumentando que las estrellas debemos vernos hermosas envidiables y con piel reluciente como si es mi culpa lo qué pasó.

—Levántate que no estás aquí de vacaciones —ordena entrando a la habitación— y por favor hay que cortarte ese cabello de espanta pájaros, urge un cambio de look.

—Pero yo no quiero que...

Estrella la palma de la mano en mi cara «Lev advirtió que sería así»

—Aquí se hace lo que ordene Soh, y si Soh dice qué hay que cortar pues se corta, ¿Entendido?

Miro a Lev quien se mantiene en la puerta mirándome mientras me hace seña con la cabeza para que salga.

Salgo colocándome las botas de nieve que trajeron para mí, no sé qué diablos pretenden hacer sacándome a cinco grados bajo cero.

Me quedo estática cuando observo el piano que está puesto en medio de la nieve.

—Es un chiste... —me burlo— ¿Lo es verdad?

—Quiero oír notas de Beethoven —toma asiento cerca de la ventana— por cada error que tengas, es un minuto más allá afuera así que mueve el culo.

Lev me toma del brazo sacándome de la casa, el frío me quema y los dientes me castañean cuando me acerco a la banca fría que me congela el trasero.

Respiro hondo varías veces, no llevo ni un minuto afuera y ya me estoy congelando.

El hundir las teclas me causa una felicidad inexplicable porque es una de las cosas que más extrañaba, siento los dedos rígidos sin embargo me enfoco en Para Elisa ya que son notas fáciles de tocar y necesito terminar rápido.

—¡No! —se molesta Soh— ¡Dame más! No me creas tonta Rose que mientras mas te enfoques en terminar rápido más tiempo pasarás allí afuera.

Siento que se me olvidó cómo tocar, pero me voy por hijo de la luna que es una de mis notas favoritas.

—¡Asco! —grita— ¡Dame otra cosa! ¡Algo que me haga admirarte! ¡Quiero velocidad y pasión!

Me exaspero porque siento que nada me sale bien, me pone a tocar no sé cuantas notas, no sé cuánto tiempo llevo ya sentada pero quiero llorar, me siento inútil.

—¡Necesito que sientas la maldita música Rose Williams! —vuelve a gritarme— ¡No me estás demostrando que puedes ser la estrella de la Bratva!

—¡No quiero ser la estrella de esta puta mafia! —estallo a llorar— sólo quiero ser Rose Williams...

Sale de la casa y me levanto de la banca cuando viene descalza en la nieve como si estuviera pisando grama caliente, se acerca a mi dándome un bofetón.

—¡Escúchame bien cría! —me toma brusco de la mandíbula— te trajeron aquí porque tienes un ajuste de cuentas, y aunque no sea tu culpa eres la ficha de este juego... tú me dices si quieres que llame para que te regresen a la tortura que apenas estabas comenzando a vivir o quieres triunfar y callarle la boca a la puta de tu madre que no hace más que avergonzarse de ti.

PELIGROSA ADICCIÓN | Jeon Jungkook +21Kde žijí příběhy. Začni objevovat