Cuando las Williams llegan, todos se hincan ante sus pies.
Jeon Jungkook lo tiene claro y por ello tiene una regla: No enamorarse del enemigo.
¿Pero que pasaría si unos inocentes ojos azules entran en su corazón como una daga desgarrando todo a su...
Los brazos de Arthur me rodean mientras intento conciliar el sueño.
Miro la hora, son casi las cuatro de la mañana y sería demasiado abusivo de mi parte llamar a Lev a esta hora pero es que soy mamá gallina.
Detallo al hombre que tengo al lado y estos son los momentos donde me cuestiono sobre qué estoy haciendo con mi vida.
—¿Por qué no duermes? —suelta de la nada y poso la vista en el techo.
—No tengo sueño...
Me besa el hombro y se afinca en su codo para mirarme, la luz que se filtra por la ventana nos permite vernos.
—Eres hermosa Rose... —musita llevando el dedo con el que me acaricia la sien— dame una oportunidad... ya me la diste pero quiero la oportunidad de que me ames y me desees como yo a ti.
Quita la manta que nos arropa y comienza a trazar besos suaves y delicados en mi pecho, simplemente dejo que lo haga, quiero ver hasta dónde puedo llegar porque no puedo seguir como estoy.
Desliza la tira de mi blusón la cual me deja los pechos al aire y se lleva uno a la boca «Se ve desesperado» respira agitado y toma ambos con deseo.
Cierro los ojos tratando de enfocarme en lo que hace pero sólo me incomoda, «No siento nada»
Se sube arriba de mí metiéndose entre mis piernas y llevando las manos a los lados de mis caderas, siento la erección sin embargo sigue sin provocarme, el hombre que busca más de mí es bello, de buen corazón y me adora, sin embargo no es él, no es Jungkook y ya comienzo a pensar que estoy enferma.
Tengo fetiches desde que conocí al hombre que no olvido, esos que están prohibidos para una Morris o que no encajan en la sociedad llena de tabúes.
No quiero que me besen como princesa ni que me toquen como lo hace el hombre que se apodera de mi abdomen dando besos castos, quiero al hombre que me estrellaba la cara contra la pared, que me halaba el cabello y me follaba rudo, quiero correrme como lo hice el día que esquiamos, quiero su boca en mi sexo y el miembro que hacía que me doliera todo pero aún así era sumamente adictivo.
Quiero a mí peligrosa tentación, esa que lleva por nombre Jungkook; porque sólo él me pone así, prendida, deseosa y necesitada.
—Para.. —me levanto de la cama recogiendo el blusón— lo siento Arthur...
—¿Hice algo mal?
—Tú no has hecho nada mal —me acerco a tomarle la mano— la que está mal soy yo... y en serio lamento no poder complacerte, te juro que entendería si quieres intentarlo con otra mujer porque yo simplemente no puedo y creo que nunca podré...
—¿De qué hablas Rose? —niega con la cabeza— el sexo es importante en una relación pero eso de que me busque a "Otra" —hace el gesto con los dedos— no existe, tú eres la única mujer con la que quiero estar, tenemos una hija y si no podemos tener sexo pues podemos buscar la forma de saciarnos de otra forma —expresa— es más, vayamos mañana a una sex shop, ¿Te parece?
Asiento, me da lastima y pesar no poder decirle la verdad del porque pasa lo qué pasa y es tan bueno que en vez de molestarse porque lo rechazo una vez más, busca soluciones.
Me visto entrando en la cama de nuevo y ubicándome a su lado para que me rodee con el brazo.
—Te amo Rose —me besa la espalda— y espero que algún día me ames también.
Cierro los ojos con lo que eso detona y me convenzo de que llegó el momento de ir a un psicólogo.
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