XVI

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Otra noche en la que había vuelto a soñar con Sun. Había sido una pesadilla esta vez.

Estaba acostada en su cama, sentía un peso sobre su pecho. Miró hacia abajo y allí estaba su compañera favorita acostada.

La miraba dormir plácidamente, hasta de un momento a otro, comenzaba a sentir una cálida humedad sobre su vientre. Al descubrir ambos cuerpos, tapados por una manta, vió sangre. Más fué su sorpresa, cuando descubrió que la sangre no brotaba de ella.

Tomó a Sun de los hombros y la empujó lejos de ella con cuidado. Un enorme agujero se encontraba en su abdomen.

Miró a Sun a la cara y esta abrió los ojos. Comenzó a gritar desesperadamente.

-Ongsa, ¿¡qué me pasa!? ¡Ayúdame, por favor! ¡Has que pare!- Se retorcía con dolor, hundiendo sus manos dentro de la herida para detener el sangrado. Miles de voces salían de ella al mismo tiempo, rogando por clemencia.

La pelinegra entró en pánico. Quería escapar, aquella horrorosa escena la estaba aterrorizando.

Se levantó de la cama y corrió lejos. Deseaba huir. Intentó abrir la puerta, pero no podía. Intentaba con todas sus fuerzas tirar de ella. Era capaz de atravesarla de la desesperación.

-Mira lo que has provocado. Estoy muriendo, ayúdame.- Parecía derretirse, y consigo su voz se hacía cada vez más aguda. El pálido cuerpo comenzó a arrastrarse, como una araña sin la mitad de sus patas, en su dirección. Dejaba marcas de sus manos ensangrentadas por todos lados.- Ven aquí, Ongsa. ¡Paga por lo que me has hecho!- Sus ojos estaban completamente negros. Su rostro se había desfigurado. Incluso si cerraba los ojos, podía verla a través de sus párpados.

La tenía casi a sus pies. Estaba a punto de tocarla. Ongsa se echó a llorar en el suelo. Tenía miedo, no podía contenerse más. Odiaba ver a Sun así, pero también le tenía miedo. Creía que la mataría.

Cuando los largos y fríos dedos de Sun la tomaron, despertó.

Tenía lágrimas mojando sus mejillas. Se limpió con el dorso de la mano. Estaba aturdida. Su pecho subía y bajaba con rapidez.

La culpa que cargaba, la atormentaba hasta en sueños. Se tomó el tiempo de tranquilizarse en la penumbra de su habitación. El silencio reinaba en la madrugada de aquel viernes.

Bajó a tomar agua junto a Latte. Temía encontrar a aquél monstruo si estaba sola.

-Estupida leyenda.- Su seño estaba funcionando. Odiaba las historias de terror.

Creyó que tal vez todo había sido provocado por aquella charla que tuvo con sus amigos. Y en parte, su inconsciente tomó la imagen de Sun por su reciente pelea. Hasta ella atentaba contra sí misma.

-Latte.- Llamó a su perro en un susurro al verlo estático a su lado.

El peludo animal tenía toda su atención en una esquina de la cocina.

-Latte.- Volvió a llamarlo, más no le hizo caso.- Latte.- Repitió nuevamente.- Latte, me estás asustando.- Se acercó un poco y lo tocó. Su amigo seguía sin mover un solo pelo.- ¡Latte!- Susurró desesperada palmeando su panza.

Al instante, el animal se echó sobre su costado. Esperaba sus caricias.

-Deja de jugar así, casi me matas del susto.- Suspiró tomando su pecho con su mano libre.- Subamos rápido.- Comenzó a correr hacia las escaleras. Daba saltos rápidos para no permanecer mucho tiempo parada sobre los escalones.

Cuando llegó a su habitación, subió a su perro junto a ella y se acobijó junto a él. Faltaban tres horas para amanecer todavía.

Al poco tiempo, retomó el sueño, esta vez, sin pesadillas.

Milky Way // (Ongsa + Sun) (Milk + Love)Where stories live. Discover now